LA PEDAGOGIA REVOLUCIONARIA
Enviado por emiajmal • 27 de Marzo de 2015 • Síntesis • 3.034 Palabras (13 Páginas) • 411 Visitas
LA PEDAGOGIA REVOLUCIONARIA
La pedagogía crítica es la que impulsa a la educación como transformadora del orden social en la búsqueda de una sociedad más justa, partiendo de la idea de la carga ideológica que tienen los contenidos informativos y valorativos que se enseñan en las aulas, que tratan de mantener el orden existente, enseñando como valiosa la cultura de la clase dominante, para preservar que se reproduzca generacionalmente, la existencia de clases opresoras y oprimidas, en el marco de la sociedad capitalista.
Lenín (1870-1924) se apoyó en la educación de la juventud para concienciar sobre los valores del comunismo impartiendo además los conocimientos que la sociedad ha acumulado durante su historia, a lo que se incorporó la nueva ideología comunista que no debía ser aprendida de memoria sino incorporada a la vida cotidiana por convicción. Se debe según Lenín, educar al obrero y al campesino, en forma teórica y práctica, estableciendo un puente entre ambas formas de aprender, y no adiestrarlo, para que sea conciente de la lucha que debe emprender para tomar las riendas de su destino.
La pedagogía revolucionaria de Lenín supone una actitud crítica al capitalismo y al imperialismo y su modo de imponer una particular visión del mundo. Sin embargo, desde su posición, también la educación queda revestida de una poderosísima carga ideológica, y queda por determinar qué pasaría ante la oposición crítica del alumnado a los valores comunistas. Esto demuestra que si bien la pedagogía revolucionaria cambia el orden existente, al instaurarse el próximo también utiliza la educación como medio de consolidarse y legitimarse.
El pedagogo brasileño Paulo Freire (1921-1997) con una ideología más democrática, trató de cambiar la situación de opresores y oprimidos para crear un hombre nuevo a través de la educación a la que no ve como imponiendo ideas, sino invitando a que éstas surjan espontáneamente en la mente de los educandos tras un proceso reflexivo, impulsado por la práctica y la motivación. Este pensamiento parece más cercano a liberar un poco más a la educación de ideología, aunque siendo un proceso social esto resulta prácticamente imposible, pues siempre el maestro que guía, orientará el pensamiento del alumno hacia determinada concepción del mundo.
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Publicación de Hilda Fingermann en 2011
A diferencia de otras propuestas pedagógicas, las cuales se presentan como progresistas, la pedagogía revolucionaria se fundamenta en la tradición del pensamiento revolucionario.
Nuestras raíces las tenemos en los escritos de Marx, Engels, Daniel de Leon, Lenin, Mao Tse Tung y Anibal Ponce, entre otros y otras. Uno de los grandes retos de esta pedagogía es ofrecernos un marco teórico para comprender mejor la educación en el marco de la escuela capitalista, durante la transición al socialismo y en el propio proceso de construcción de una sociedad socialista.
Distinguir estas etapas es fundamental para no perder la orientación.
Encontramos en la obra de Lenin importantes elementos para la elaboración de una pedagogía revolucionaria. No se trata de recolectar una serie de citas donde Lenin hizo referencia a la educación y tomarlas al pie de la letra. Se trata de comprender la posición leninista sobre la revolución, su visión particular del marxismo y del proceso de construcción del socialismo. Un primer paso, claro está, consiste en leer las obras de Lenin, estudiarlas con detenimiento, tomar notas y sacar las ideas importantes. En este primer artículo me centraré en el folleto "Tareas de las Juventudes Comunistas",
donde se recoge una conferencia que dictó Lenin en el II Congreso de la Unión de Juventudes Comunistas de Rusia el 2 de octubre de 1920.
Como el título lo indica, en esta conferencia Lenin se ocupa del asunto de la organización de la juventud y su papel en una república socialista; porque "(...) es precisamente a la juventud a quien incumbe la verdadera tarea de crear la
sociedad comunista. (...)" (p. 1). Temprano en su exposición, Lenin llega al punto central de su argumentación, el cual expone de la manera siguiente: "(...) las tareas de la juventud en general y de las Uniones de Juventudes Comunistas y
otras organizaciones semejantes en particular, podrían definirse en una sola palabra: aprender" (p. 2) (énfasis nuestro).
Surgen inmediatamente dos preguntas: ¿qué aprender? y ¿cómo aprender?
En el contexto de la creación de la sociedad comunista la enseñanza, la educación y la instrucción de la juventud “(...) no pueden seguir siendo lo que eran (...)” (Lenin, 1920, p. 2). Sin embargo, tenemos que tomar en cuenta que estas “(...) deben partir de los materiales que nos ha legado la antigua sociedad. No podemos edificar el comunismo si no es a partir de la suma de conocimientos, organizaciones e instituciones, con el acervo de medios y fuerzas humanas que hemos heredado de la vieja sociedad (...)” (p. 2). No se trata de conservar enteramente el viejo sistema escolar. “(...) Sólo transformando radicalmente la enseñanza, la organización y la educación de la juventud, conseguiremos que el resultado de los esfuerzos de la joven generación sea la creación de una sociedad que no se parezca a la antigua, es decir, de la sociedad comunista. Por ello debemos examinar en detalle qué debemos enseñar a la juventud y cómo debe aprender ésta si quieren merecer realmente el nombre de juventud comunista. Cómo hay que prepararla para que sepa terminar y coronar la obra que nosotros hemos comenzado” (p. 2)(énfasis nuestro). Lenin enfatiza que la juventud que busca el comunismo, “(...) tienen que aprender el comunismo (...)” (p. 3). Darle significado a esta última expresión requiere de cierta explicación. No basta leer manuales y aprender consignas mecánicamente de memoria.
Para Lenin, “uno de los mayores males y calamidades que nos ha dejado en herencia la antigua sociedad capitalista, es un completo divorcio entre el libro y la vida práctica, pues teníamos libros en lo que todo estaba expuesto en forma perfecta, pero en la mayoría de los casos no eran si no una repugnante o hipócrita mentira, que nos pintaba un cuadro falso de la sociedad capitalista” (p.3). Por tanto, “(...) sería una grave equivocación limitarse a aprender el comunismo simplemente de lo que dicen los libros. Nuestro discurso y artículos de ahora no son simple repetición de lo que antes se ha dicho sobre el comunismo, porque están ligados a nuestro trabajo cotidiano en todos los terrenos.” (p.4).
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