LAS CINCO MENTES DE UN DIRECTIVO
Enviado por nicaqc • 12 de Junio de 2013 • 5.931 Palabras (24 Páginas) • 928 Visitas
Las cinco mentes de un directivo
Jonathan Gosting es Director del Centro de Estudios de Liderazgo de La University of Exeter
Henry Mintzberg es titular de la cátedra Cleghorn de Estudios de Gestión en la McGill Yniversity y autor del
libro Managers not MBAs
El mundo de los directivos es complicado y confuso. Para lograr que tenga
sentido, no basta con saber un par de trucos para simplificar las cosas: hace
falta la capacidad de sintetizar las intuiciones procedentes de diferentes
mentalidades para integrarlas en un todo comprensible.
El consejero delegado de una importante empresa canadiense se quejaba
recientemente de que no era capaz de lograr que sus ingenieros pensaran
como directivos. Es una queja habitual, pero tras ella se oculta una pregunta
de extraordinaria importancia: ¿Qué significa pensar como un directivo?
Por desgracia, en los últimos años se ha prestado poca atención a esta
pregunta. Casi todos hemos caído prendados del "Iiderazgo" hasta tal punto
que la "gestión" ha quedado desplazada a un segundo plano. Ya nadie aspira
a ser un buen gerente; todo el mundo quiere ser un gran líder. Sin embargo,
separar la gestión del Iiderazgo es peligroso, del mismo modo que la gestión
sin Iiderazgo fomenta un estilo carente de inspiración, que arroja un halo
mortecino sobre las actividades, el Iiderazgo sin gestión fomenta un estilo
inconexo, que promueve la arrogancia y la autosuficiencia. Y todos sabemos la
capacidad destructiva que tienen la arrogancia y la autosuficiencia en las
organizaciones. Por tanto, vamos a volver a la simple y llana gestión
tradicional.
El problema, claro está, es que la simple y llana gestión tradicional es
complicada y confusa. Se dice a los directivos que sean globales y, a
continuación, se les conmina a ser locales.
Que colaboren y que compitan. Que cambien constantemente y que
mantengan el orden. Que alcancen los objetivos y que al mismo tiempo mimen
a su personal. ¿Cómo se supone que puede una persona conciliar todo esto?
Lo cierto es que nadie puede lograrlo. Para ser eficaces, los directivos tienen
que hacer frente a estas yuxtaposiciones para llegar a una profunda
integración de tales exigencias aparentemente contradictorias. Eso significa
que tienen que centrar su atención no sólo en lo que deben conseguir, sino
también en la forma en que deben pensar. Los directivos necesitan varias
"mentalidades".
Ayudar a los directivos a caer en la cuenta de esta realidad fue el reto que nos
marcamos a mediados de los años noventa cuando empezamos a desarrollar
un nuevo programa de postgrado para directivos en ejercicio. Sabíamos que
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Las cinco mentes de un directivo
no podíamos recurrir a la estructura habitual de la formación de MBA que
divide el mundo de la gestión en las distintas funciones empresariales de
marketing, finanzas, contabilidad, etc. Nuestro propósito consistía en formar a
directivos que provenían de estas limitadas parcelas y que estaban tratando de
salir de ellas; por tanto, ¿por qué les íbamos a introducir de nuevo en ellas?
Necesitábamos una nueva estructura que fomentara la síntesis en lugar de la
separación.
Lo que se nos ocurrió fue una estructura basada en los cinco aspectos de la
mente directiva, la cual no sólo ha resultado útil en las aulas, sino que también
ha sido reveladora en la práctica, como esperamos ser capaces de
demostrarlo en este artículo. En primer lugar;
explicaremos cómo se nos ocurrieron las cinco mentalidades directivas y
posteriormente comentaremos cada una de ellas con cierto detenimiento,
antes de concluir con el argumento de entretejer las cinco.
Las cinco mentalidades directivas
La Federación Internacional de Sociedades de la Cruz Roja y la Media Luna
Roja (FICR), cuya sede central se encuentra en Ginebra, estaba interesada en
abordar una cuestión que le preocupaba en sus prácticas de desarrollo de
directivos. La Federación temía que quizá se estuviera dejando arrastrar
exagerada mente hacia una cultura de actuación rápida. Era consciente de
que tenía que actuar de forma rápida en la respuesta a las catástrofes que
tienen lugar por todo el mundo - terremotos, guerras, inundaciones y
hambrunas-, pero también consideró que debía emprender una tarea más
lenta y delicada en la creación de una capacidad de actuación que fuera
esmerada, reflexiva y que se adaptara a las circunstancias y necesidades
locales.
Muchas organizaciones empresariales se enfrentan a un problema similar:
saben ejecutar, pero no son tan hábiles a la hora de tomar perspectiva para
reflexionar sobre sus circunstancias. A otras les pasa lo contrario: están tan
paralizadas reflexionando sobre sus problemas que no son capaces de lograr
que las cosas se hagan con la suficiente rapidez.
Todos conocemos organizaciones burocráticas que tienen una gran destreza
para las tareas de planificación y organización, junto con una capacidad
exasperantemente lenta, para reaccionar ante las fuerzas del mercado. De la
misma manera, todos estamos familiarizados con las ágiles empresas que
reaccionan ante todos los estímulos, pero de manera chapucera, lo que las
lleva a tener que ajustar constantemente sus intervenciones. Además, por
supuesto, hay empresas que padecen ambos males: por ejemplo, las
empresas cuyos departamentos de marketing están absortos con grandiosas
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Las cinco mentes de un directivo
declaraciones de posicionamiento mientras sus equipos de venta se esfuerzan
por conseguir todas las operaciones posibles.
Estas dos dimensiones establecen los límites de la gestión: todo lo que hacen
todos los directivos eficaces se encuentra entre el suelo firme de la acción y el
cielo abstracto de la reflexión. La acción sin reflexión es inconsciencia; la
reflexión sin acción es pasividad. Todos los directivos tienen que encontrar una
forma de combinar estas dos mentalidades: tienen que aprender a operar en el
punto en el que el pensamiento
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