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La Realidad De La Mujer En El Deporte

valzarate2 de Septiembre de 2013

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Introducción:

En este ensayo se reflexionará acerca de la inserción de la mujer dentro del ámbito deportivo (específicamente dentro de la cultura occidental), teniendo en cuenta que éste fue un espacio, un mundo que a lo largo del tiempo habría sido considerado como exclusivo para los hombres.

Es sabido que en el pasado, la actividad profesional de la mujer se vio reducida al papel de ama de casa y poco más. Hoy este papel, podríamos imaginar que se ha quedado en cierto punto pequeño. La mujer consigue día a día, no sin esfuerzo, integrarse por ejemplo en el mercado laboral, ocupando un lugar en cualquier sector, como así también lo estaría haciendo en el ámbito deportivo. Sin embargo resultaría de interés preguntarse si la mujer dentro del deporte, al intentar alcanzar cierto desarrollo en esta área ¿cuenta realmente con las misma oportunidades que los hombres? o no será éste otro claro ejemplo, de un espacio de la esfera pública, donde la existencia de desigualdad de oportunidades para hombres y mujeres se hace oír y permanece aún presente.

Se intentará a lo largo de este ensayo entonces, ir encontrando una respuesta a este interrogante.

¿QUÉ ES EL GÉNERO?

Hablar hoy de problemática de género, de enfoques de género, de perspectiva de género, etc., resulta algo cada vez más frecuente tanto entre los movimientos de mujeres o feministas como en algunas ramas de la investigación sociológica. Sin embargo, pese a lo trabajado del concepto en el ámbito de especialistas, comprender claramente qué se quiere decir con género y cuál es su diferencia con sexo, resulta aún difícil para la mayoría de las mujeres y los hombres de nuestro medio.

Se hace necesario explicar su contenido y alcances mucho más, esclarecer su importancia para la democratización de las relaciones entre géneros y de toda la sociedad. Lo más usual es interpretar sexo y género como sinónimos, sobre todo en las culturas como las hispánicas o de origen hispánico, en las cuales, desde el lenguaje -y esto es de por sí importante de tener en cuenta-, el "género" femenino corresponde al sexo femenino, a la hembra, a la mujer, y el "género" masculino al sexo masculino, al macho, al varón. La fuerza de la costumbre hace ver, desde el lenguaje, al género como naturalmente igual al sexo y, con ello también a sus diferentes roles sociales. Sin embargo, diferenciar sexo y género es muy importante tanto para la lucha femenina como para un replanteo serio y consecuente del poder desde la perspectiva de su transformación democrático-popular, que busca la eliminación de las asimetrías sociales sobre la base de la equidad en lo económico, lo político, lo social, lo cultural, entre las clases, las etnias, y las relaciones entre los sexos.

De un modo sintético puede decirse que: "El género es la forma social que adopta cada sexo, toda vez que se le adjudican connotaciones específicas de valores, funciones y normas, o lo que se llama también, no muy felizmente, roles sociales." No está vinculado a lo biológico, sino a lo cultural, a lo social. Eliminar la discriminación de género implica poder lograr, primero, que en el conjunto del propio movimiento de mujeres o de las mujeres que estamos activas, tengamos claro que ello está determinando los roles que la sociedad nos dio a varones y mujeres.

¿QUÉ ES EL DEPORTE?

Un segundo concepto a desarrollar para tomar posición es el Deporte, solo voy a considerar el deporte en la era moderna, dado que no es preciso hacer una historiografía del mismo.

El deporte hoy puede ser pensado desde diferentes puntos, aquí propongo pensarlo como una construcción social y cultural, por lo tanto, histórica; eso nos remite a analizarlo desde los diferentes procesos que las sociedades van atravesando, en otras palabras, el deporte se va configurando conforme los cambios en las sociedades, dando diferentes posibilidades de comprender el deporte según el contexto de la misma. En este contexto el deporte influencia y es influenciado por la sociedad, por ser el un constructor de la misma. No es preciso hacer una distinción respecto a los modos en que el deporte puede ser pensado, es decir, lo que se produce en las relaciones de género tanto dentro de la Educación Física (deporte escolar) como en el Deporte no distingue si este es deporte de rendimiento. Si es educativo o de ocio, lo que las construcciones en tanto género produce en el deporte se manifiestan en todas las concepciones, acepciones que de él se tengan.

Históricamente el deporte se ha configurado como un mundo masculino, “el deporte como una cultura de movimiento hegemónica, tiende a desensibilizar la categoría género humano, en la medida en que es género masculino e la sensibilidad característica predominantemente femenina. En ese sentido, aún, quien practica deporte, asume el género masculino extrapolando las normas constringentes de su “otro” género- si fuera el caso del género natural femenino que actúan normalmente para reprimir el ejercicio de la libertad de género” (1)

En este momento, no debemos olvidar que el género, de modo simplificado, puede ser entendido como una interpretación cultural de sexo, como una elección de ser masculino o femenino, que independe del sexo natural.

1) Saraiva- Kunz, M. C. (1994): “O GÊNERO: Confronto de Culturas em Aulas de Educação Física.”E Revista Brasileira de Ciências do Esporte, v. 15, n. 3, Campinas, p. 247- 252.

Voy a citar aquí un caso que puede ejemplificar lo anterior, es uno de los motivos de la inclusión de la Educación Física en la escuela en la Argentina, primeramente solo para varones (las mujeres quedaban fuera da las clases haciendo la disciplina tareas del hogar), con el fin de disciplinarlos, nacionalizarlos y hacer de ellos “verdaderos hombres”, varonil, acentuando la virilidad en el espacio público, formando un ciudadano sano, fuerte, productivo, útil y con un fuerte contenido moral. Combatiendo el peligro de afeminamiento.

En el caso del deporte ocurrió lo mismo, se alertaba de la práctica deportiva por parte de las mujeres arguyendo que sería peligroso, dada la naturaleza frágil de la mujer circulaba que fortalecería la masculinización de la mujer. Ella tenía en la sociedad el papel que no permitía su participación en las prácticas deportivas, ella era criada para ser madre y esposa, no más.

Fue en el siglo XX (comenzando en sus inicios), que la mujer tuvo acceso al deporte, a partir de la intervención de médicos higienistas que divulgaran la importancia de la educación del cuerpo, es en ese momento que “en nombre de la Educación Física, moral, sexual y social, dictaban normas de comportamiento, adecuando la conducta de mujeres y hombres sobre el aseo, los baños, las vestimentas, los hábitos alimentares y la realización de actividades físicas” (2)

Ese discurso junto a los proyectos nacionales, refiriéndose tanto a la Argentina como a Brasil, hacen que el deporte sea visto como aquel que desenvuelve al máximo las virtudes de la raza y las aptitudes físicas de cada individuo. Así fue como la Educación Física y el deporte fueron promovidos y divulgados en la sociedad. A partir de eso el deporte se fue, de algún modo, socializando incorporando la participación de la mujer, aunque de modo muy lento y con muchas controversias, llegando a lo que es el hoy, en los términos de inclusión social. Pero continúan las cuestiones de las conformaciones de las masculinidades y feminidades, en relación al deporte.

Hasta aquí, desarrollando de modo muy breve como se configuran las masculinidades y feminidades a partir del deporte y de la educación física.

2) Goellner, S. V. (2005): “Mulher e esporte no Brasil: entre incentivos e interdições elas fazem história”. En Revista Pensar a Prática. 8/1, Jan./Jun.Porto Alegre, p. 85-100.

Actualmente, aun oímos hablar de que tales o cuales deportes son masculinos o femeninos, aún no se ha superado la cuestión de la generificación de los deportes y las actividades físicas, pudiendo citar algunos ejemplos: como el rugby, la danza en el caso de los hombres y los preconceptos en torno a la práctica de fútbol en las mujeres. Todos esos directamente vinculados a la asociación de las imágenes a la homosexualidad, o a los cuidados de la salud (refiriendo al contacto físico en el caso de las mujeres).

De este modo existen diferentes expectativas en cuanto al desempeño de los varones y mujeres, esperando de los varones juegos más activos, más violentos, agresivos, que impliquen la fuerza, la energía, y de las mujeres, los juegos mas pasivos, con menos contacto, más expresivos. Las diferencias que se observan son construidas social e históricamente, existiendo prácticas deportivas masculinas y femeninas, siendo los deportes competitivos, violentos, con contacto físico, vistos como una forma de tornar un niño en hombre, aumentando su virilidad, masculinidad, voluntad de ganar, o sea, son deportes cuyos rituales balizan cuestiones propias de una masculinidad ideal a ser atendida y conquistada. Siendo el mundo deportivo femenino, caracterizado por una mayor expresión de los sentidos, el mayor desenvolvimiento de la creatividad, mayor ludicidad. Lo que permite entrever que toda mujer que entrase en el mundo del deportivo de alto rendimiento seria la categorizada como masculina, ya que adquiría en algún punto muchas de las características pensadas hasta hace algunos años como masculinas, por ejemplo, la competitividad,

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