Paradigma sobre las mujeres en el deporte
Enviado por darichasipanta • 1 de Mayo de 2019 • Documentos de Investigación • 2.351 Palabras (10 Páginas) • 205 Visitas
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Como orientación se puede tomar en consideración lo siguiente: • De los 4 a los 7 años el objetivo será desarrollar la actividad motora (habilidades motoras básicas, coordinación, equilibrio, velocidad), el conocimiento del esquema corporal, la diferenciación segmentaria, afianzar la multilateralidad como base de la orientación espacial. Existen innumerables juegos y actividades que benefician este tipo de desarrollo. • Entre los 8 y 9 años se podrá comenzar con actividad predeportiva, minideportes. Esto último les permitirá elegir destrezas que estén de acuerdo con sus aptitudes motrices y funcionales. Sería conveniente la iniciación en las prácticas del atletismo, porque esto les permitirá perfeccionar el salto, el lanzamiento y la carrera, utilizando siempre la competencia como medio educativo y no como fin. • De los 10 a los 12 años, la habilidad general motora adquirida les permitirá manejar su cuerpo en el tiempo y en el espacio. En este momento ya se puede comenzar a desarrollar la habilidad motora específica, estimulando la flexibilidad, la fuerza (sin el empleo de cargas máximas) y la resistencia (más la aeróbica que la anaeróbica). Además, se trabajará para que el niño logre desarrollar el dominio y uso de su cuerpo en movimientos analíticos, así como la incorporación de técnicas y gestos propios de cada deporte. • La etapa comprendida entre los 13 a los 15 años es la de maduración puberal; es la etapa adolescente en la que ya se puede comenzar el deporte con sus reglas y sesiones de entrenamiento, respetando los momentos evolutivos propios de cada niño en particular, debido a la gran variabilidad que los cambios puberales presentan individualmente. Los deportes pueden ser de equipo, como el fútbol, basquet, voley, hockey, etc., o individuales como la natación, tenis, atletismo, etc. Es importante controlar en los niños tanto el cansancio físico como la tensión psíquica y emotiva que provoca la participación en los deportes. De allí que la actividad física debe estar controlada y dirigida por docentes idóneos en educación física infantil, dosificando el entrenamiento de acuerdo con la edad biológica y las posibilidades de cada uno. • A partir de los 16 años el adolescente ya puede iniciar la práctica del deporte competitivo, ya sea en equipo o individual.
CONCLUSIONES Si el objetivo es que el niño juegue, se divierta y adopte al deporte como parte integrante de la estructura de su personalidad, la estimulación adecuada de las actividades motoras debe comenzar lo más tempranamente posible. Es de fundamental importancia que el niño tenga, en todas las etapas, los elementos necesarios para que pueda integrar al movimiento como parte de su personalidad. La niñez es una etapa de aprendizaje y de desarrollo de las cualidades físicas básicas y no una etapa de especialización.14,51 Con el comienzo de la adolescencia aparece el período del “qué y quién soy como persona”. En los deportes es posible la elección de una actividad determinada, con especialización de la técnica, y comienza el aprendizaje de la táctica y la estrategia. Todo esto siempre y cuando las etapas anteriores se hayan cumplido adecuadamente y se haya construido un basamento firme de gusto por el deporte, por el movimiento, pues de lo contrario se habrá comenzado a edificar un individuo sedentario del futuro con todas las consecuencias que esto implica. 14,51 Se deben favorecer las actividades coordinadas perceptivomotoras, incentivando el juego y la socialización y evitando todas las actividades deportivas de alto rendimiento y entrenamiento sistemático en edades precoces, así como también las pruebas anaeróbicas y las sobrecargas no controladas si su momento fisiológico y madurativo no es el adecuado. De ser posible se debe evitar la incorporación precoz en los deportes competitivos, porque el niño no está preparado evolutivamente ni psicológicamente para competir en forma aislada o en equipo. Al mismo tiempo, se debe canalizar la competencia natural como elemento educativo y no para que vea en el “otro” a un rival. Desde el punto de vista de Malina62 “las respuestas a la actividad física del entrenamiento regular del individuo en desarrollo, probablemente no son suficientes para alterar los procesos de crecimiento y maduración programados genotípicamente. Por lo tanto, el entrenamiento no tiene ningún efecto aparente sobre la estatura y la maduración, tal como se valora en los estudios de crecimiento”. La Academia Americana de Pediatría, en una reciente y prudente declaración, recomienda que los “niños deben ser estimulados a participar en variedades de deportes ” y señala que “el entrenamiento intensivo temprano y la práctica de deportes especializados pueden tener efectos físicos y psicológicos adversos”.16,21 Que el entrenamiento intenso en un segmento de la población infantil es una realidad, es algo que no podemos ignorar; las llamadas de atención en ese sentido hacen que nuevamente se aborde el tema y necesariamente promueva a elaborar pautas para tratar de proteger al niño en su salud psicofísica-social integral. Frente a una realidad que costará cambiar, es que intentamos llegar con nuestra propuesta a todos los involucrados en el manejo del niño, sobre todo al pediatra, quien es el custodio de la salud del niño y el adolescente, actuando tanto como médico, educador, consejero de padres, del mismo niño y también del entrenador. Sería fundamental que los pediatras integraran los equipos interdisciplinarios para la atención y seguimiento de los niños y adolescentes que practican deportes, recordándoles que ya cuentan con una herramienta importante, como las pautas del Consenso sobre examen físico del niño y del adolescente que practica actividades físicas, elaboradas por el Comité Nacional de Medicina del Deporte Infanto-Juvenil y por el Comité de Medicina del Deporte InfantoJuvenil (Filial Córdoba) de la Sociedad Argentina de Pediatría, publicadas en el año 2000. 6 3
https://www.sap.org.ar/docs/publicaciones/archivosarg/2003/296.pdf
Sobre cuándo comenzar la iniciación deportiva hay muchas teorías. Nosotros hemos resumido estas diversas ideas en dos muy concretas. Hay unos autores que hablan de iniciación deportiva desde la infancia y otros que hablan de iniciación deportiva alrededor de los 10 años.
Aunque parecen teorías muy dispares, analizándolas en profundidad llegamos a la conclusión de que no lo son tanto, ya que su diferencia es tan sólo de terminología. Los autores que hablan de iniciación deportiva desde la infancia se refieren a un trabajo general sobre el niño orientado hacia una futura actividad deportiva; los que hablan de iniciación a los 10 años aproximadamente, se refieren a trabajo concreto y específico hacia un deporte dado; así, éstos no están en desacuerdo con trabajar con el niño de forma general hasta los 10 años y entonces empezar a hacerlo de forma más específica.
Iniciación deportiva desde la infancia.
En el prólogo a la edición española del libro de Liselott Diem, Deporte desde la infancia (1), José María Cagigal, dice: "El hombre será en definitiva lo que haya sido su infancia".
Según él, el individuo, la persona, se constituye en la infancia, de ahí que la evolución que se da en los primeros años de vida tenga una gran importancia. Esto es válido también para la evolución deportiva, ya que la considera más como un enriquecimiento de la persona por el movimiento que como una adaptación técnica y física a la práctica de un deporte.
En los primeros años (0 a 3 años) el movimiento es fundamental, ya que gracias a él el niño desarrolla su facultad de observación, su creatividad, su capacidad de coordinación y de este modo su sentido del equilibrio, del espacio y del tiempo.
De 3 a 6 años, el aprendizaje deportivo se realiza en los siguientes pasos didácticos según Liselott Diem:
1. Se crea la situación y el estímulo adecuados.
2. Se plantea el problema y cada individuo intenta resolverlo: actuación de "prueba y ensayo".
3. Se repiten, se comparan y se juzga la solución hallada: fase de "comprensión".
4. Variación individual de las formas básicas: fase "creativa".
5. Se dificultan los ejercicios y el sujeto trata de emular sus propias realizaciones y las de los demás: conocimiento del nivel real de aspiración.
Liselott Diem propone para mejorar la habilidad corporal gran variedad de estímulos y ejercicios.
De 6 a 10 años es la edad considerada por estos autores como la más apta para adquirir habilidades corporales y el desarrollo de esas habilidades se realiza mucho más a través de la práctica de las diferentes especialidades deportivas.
Los deportes-juegos son otra forma de desarrollar la capacidad motriz.
En esta edad se trata, sobre todo, de que el niño sea capaz, no sólo de reaccionar correctamente, sino también de aplicar conscientemente las técnicas oportunas.
Iniciación al fútbol
Para conocer el momento adecuado para la iniciación específica al fútbol, creemos que se deben conocer algunos rasgos de los niños en las distintas edades (2):
7 años.
El niño de 7 años puede tener "períodos" en que sólo se dedica a un tipo de actividad; luego puede abandonarla repentinamente por otra.
Cuando se le pide que haga algo se fatiga rápidamente.
8 años.
Muestra mayor disposición que el niño de 7 años hacia el aprendizaje de técnicas nuevas.
Tanto los varones como las niñas gozan con el fútbol.
Sus intereses son de duración breve y pasa rápidamente de una cosa a otra.
Toda sesión de juegos sin supervisión termina con frecuencia en discusiones.
9 años.
Al niño de 9 años le complace poner a prueba su habilidad. Si algo le gusta puede perseverar hasta dominarlo.
Tiene gran curiosidad por aprender y le gusta exhibir las habilidades que aprende.
10 años.
El niño de 10 años experimenta placer en la simple actividad física.
Le gusta pertenecer a clubes y asociaciones colectivas.
Es la edad de la culminación de las habilidades manipulativas.
Hacia los 9 ó 10 años se le despierta al niño el interés por hacer sus movimientos eficaces y por intentar llegar a unos niveles concretos de rendimiento.
Numerosos psicólogos han coincidido en que la edad ideal para iniciar el aprendizaje motor debe ser aquella en la cual no exista "crisis", tanto del crecimiento fisiológico como del desarrollo psicológico.
Nicola Comuci (3), considera los 10 años como edad ideal, porque a esta edad el joven ha terminado ya un ciclo evolutivo. Este período corresponde a la fase de formación muscular que sigue al alargamiento de los huesos, característico de la primera pubertad.
Después de este breve estudio, es obvio que la edad más adecuada para la iniciación al fútbol oscila entre los 9 y 10 años, porque el niño reúne muchas cualidades que le permiten asimilar las habilidades futbolísticas con mayor facilidad.
Pero si yo enseño a un niño a jugar a los 7 años y trabajo con él desde esa edad, ¿no será mucho mejor a los 12 que otro que haya empezado a los 10?.
Para contestar a esta pregunta debemos conocer los experimentos llevados a cabo por Dusenberry (4), de los que se puede deducir que el tiempo empleado en el ejercicio puede resultar perdido si se hace a una edad inapropiada (hizo dos grupos de niños de 3 a 4 años y otros dos de niños de 5 a 6 años. Un grupo de 3 a 4 años y otro de 5 a 6 años, se entrenaban en el lanzamiento pelotas; los otros dos grupos no. Después de un tiempo comprobó que la diferencia entre los niños de 3 a 4 años entrenados y no entrenados, no era apreciable; sin embargo, entre los entrenados y no entrenados de 5 a 6 años, esa diferencia si era visible. Lo que demostraba que se debía trabajar esta habilidad a los 5 ó 6 años y no antes; luego el trabajo hecho anteriormente en este sentido, no era provechoso).
Por otra parte, el trabajo de iniciación al fútbol implica unas exigencias en cuanto a dimensiones de campos, porterías, tamaño y material del balón, etc., que van en función de la edad del niño y de su constitución; si empezásemos a los 7 años, estos aspectos deberían volverse a estudiar, ya que de no hacerlo así se podrían crear multitud de vicios o defectos técnicos debidos a la no adaptación fisiológica del niño al material (por ejemplo, si el balón es muy pesado, cuando golpee lo hará con la puntera, porque de otra forma no podría con el balón y este defecto puede influir más adelante en su técnica de golpeo).
De una forma general, el trabajo a realizar en la etapa de iniciación al fútbol puede muy bien consistir en lo que nos recomienda Felipe Gayoso (5):
Trabajo físico: coordinación, esquema corporal, percepción temporal, percepción y estructuración espacial.
Trabajo técnico: (método global) parada con la suela, semiparada con el interior y con la suela, amortiguamiento con el interior y con el empeine, conducciones con el interior y con el exterior, golpeos con el interior y con el empeine, golpeos con la cabeza.
Una forma de que los niños aprendan sin aburrirse son los juegos, el fútbol con equipos de 5 jugadores es un juego muy adecuado para esta fase de iniciación.
- La conclusión definitiva es que debemos favorecer todo lo que sea movimiento en el niño desde su nacimiento, para irlo preparando para su "verdadera" iniciación al fútbol que se llevará a cabo entre los 9 y 10' años en los centros adecuados.
(1) Liselottt Diem: Deporte desde la infancia. Ed. Miñón. Colección Kiné.
(2) Sacado de: El niño de 7 y 8 años,, El niño de 9 y 10- años, de Arnold Gesell y otros. Ed. Paidos.
(3) Comuci, Nicola. Italia. Enseñanza de base a los niños entre los 10 y 14 años. N., 2 de la revista: El Entrenador español de Fútbol. Octubre, 1979.
(4) Sacado del libro: La habilidad en el deporte, de Bárbara Knapp. Ed. Miñón. Colección Kiné.
(5) Felipe Gayoso. Iniciación al fútbol (8-14 años). Tesina fin de carrera INEF de Madrid.
Rafael Benítez Maudes y Emilio Córdoba Astillero, Licenciados en Educación Física y Entrenadores de Fútbol. Revista: “El Entrenador Español de Fútbol, 2ª Época, num. 13., Julio 1982. Pgs. 38 a 41.
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