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Mujer Y Deporte


Enviado por   •  27 de Octubre de 2012  •  32.978 Palabras (132 Páginas)  •  401 Visitas

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“Cada forma de vida está marcada no sólo por el ajuste al medio ambiente, sino por la rebelión contra ese ambiente: es a la vez criatura y creador, a la vez víctima de la Fortuna y dueño de su destino”

Patrick Geddes, 1954-1932

INDICE

INTRODUCCIÓN

Según F. Lazaro Carreter (El País,2002)” en rigor, los nombres en ingles carecen de género gramatical. Pero muchas lenguas sí lo poseen, y en la nuestra cuentan con género (masculino o femenino) sólo las palabras; las personas tienen sexo (varón o hembra). (...)

El género es una construcción sociocultural. Las culturas y las sociedades definen y construyen lo masculino y lo femenino. Aunque ni la categoría mujer ni la de hombre son totalidades, existen, sin embargo, rasgos culturales de género que las definen. Así, para Natividad Corral (1996, p.103), “ el género indica el conjunto de rasgos socialmente marcados, es decir, impuestos en mayor o menor medida (...) así como dotados de un mayor o menor grado de simbolización (...) como indicadores de pertenencia a uno u otro sexo”.

El deporte, como actividad social fundamental, se estructura en torno al género. Las civilizaciones establecen qué deportes son adecuados para los hombres y cuales para las mujeres.

La relación /diferenciación entre los sexos no es, por tanto, un hecho natural sino una interacción social construida y remodelada incesantemente. Es también una relación histórica, cambiante y dinámica (Reyna Pastor, 1995, p.8).

Dicho proceso de cambio ha sido especialmente difícil para el género femenino, que históricamente ha tenido que vencer los prejuicios sexistas que la valoraban no tanto por sus capacidades intelectuales individuales, sino procreativas o similares.

El mundo del deporte ha reflejado estos prejuicios. Tradicionalmente se relacionado al hombre con actividades físicas caracterizadas por la competitividad, la bravura, la ambición, la fuerza, la violencia, etc., y a la mujer con aquellas que mostraran delicadeza, elegancia, estética, ternura, etc.

Esta relación entre deporte y género ha sido una manifestación del modelo organizativo social que ha otorgado un rol activo al hombre y otro pasivo a la mujer.

El deporte es, una fuente de discriminación sexual y el deportista es el foco simbólico del poder masculino (...).

La educación física ha sido también entendida permanentemente de forma distinta en función del género de los estudiantes. Esta educación ha contribuido a mantener a la mujer en un papel secundario.

Hoy en día, en nuestro país los cambios socioculturales de los últimos años se expresan en la cultura deportiva de los estudiantes. De acuerdo con la LOGSE se establece como normativo el principio de no-discriminación por razón de sexo.

En sus orígenes, el deporte moderno no era un mundo de mujeres y, además los hombres no toleraban la presencia de las mismas. Así, a diferencia de la masculina, la historia del deporte femenino comienza con las reivindicaciones de las mujeres por acceder al mismo. Y, aún hoy, cuando la presencia numérica de las mujeres en el deporte es muy grande, éstas siguen siendo objeto de trato desigual, de acciones discriminatorias especialmente en el deporte vinculado a clubes y federaciones.

En efecto, la evolución del sistema deportivo contemporáneo, el acceso de la mujer al mercado laboral y el reconocimiento de la igualdad de derechos entre hombres y mujeres, el hedonismo ascendente, el cambio de valores ligado a una sociedad postindustrial cada vez más terciarizada, etc., han generado una nueva situación en la que las personas se ven obligadas a definir la situación, no partiendo de los valores culturales hegemónicos, sino más bien a partir de su propia capacidad de decisión y de sus relaciones con el entorno más inmediato. La tradición ya no es la referencia obligada y exclusiva en la toma de decisiones. La individualización de la misma es cada vez mayor.

Los efectos de este proceso se hacen patentes en el deporte. La inflexibilidad de lo que era un deporte para hombres o un deporte para mujeres ha ido perdiendo fuerza, a la vez que la tolerancia para que cada persona –más allá del género al que esté adscrita- elija el deporte que le plazca, se va haciendo mayor. Se van creando formas de comportamiento que se alejan de los estereotipos hegemónicos, que reflejan los cambios que están experimentando las relaciones de género en la sociedad contemporánea.

UN POCO DE HISTORIA

La historia de las mujeres en el deporte, no difiere del rol de las mujeres en la sociedad.

En el principio fue el juego. Los testimonios prehistóricos confirman su práctica como una tenaz realización cotidiana. Las cualidades del primer ser humano de vigorosa e intensa voluntad de rito religioso, le impulsó a desarrollar sus capacidades físicas, tal vez obediente a un llamado profundo de sí mismo: la fuerza, la resistencia, la velocidad y la habilidad para manejar instrumentos y animales.

El premio obtenido por el esfuerzo físico era conseguir el mejor fruto, la caza de la mejor pieza, una defensa sólida de su familia o tribu, la resistencia en sus peregrinajes o al embate del clima y la localización de mejores sitios para asentarse. Hechos que, sin el sentido religioso y traducido en ritos, no habrían desembocado en la necesidad de honrar y congraciarse con las divinidades. Así, el juego conservaría durante muchos siglos su esencia litúrgica, aunque sin perder de vista que también existen pruebas de que el humano prehistórico fue sencillamente un ser lúdico.

Al considerar la magia del juego religioso, los estudiosos del origen del deporte conciben la existencia de un ser humano —hombre o mujer— de rica imaginación, cuya respuesta cósmica queda en los testimonios (pintura rupestre o rudimentarios artefactos deportivos) hablan de un saber y una técnica al servicio de la actividad lúdica, la cual a su vez servía a Dios. Podría decirse que el juego primitivo ayuda a disipar la niebla de los tiempos

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