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Los argumentos sobre la muerte inminente


Enviado por   •  30 de Agosto de 2012  •  Tutorial  •  4.803 Palabras (20 Páginas)  •  525 Visitas

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Prefacio

HABIA TENIDO MÁS QUE MI CUOTA CORRESPONDIENTE DE EXPERIENCIAS cercanas a la muerte. No

era algo a lo que realmente te acostumbras.

Parecía curiosamente inevitable, sin embargo, enfrentar la muerte otra vez. Como si realmente estuviera

marcada para el desastre. Había escapado repetidas veces, pero esta seguía volviendo a mí.

No obstante, esta vez era tan diferente a las demás.

Puedes correr de alguien que temes, puedes tratar de luchar contra alguien que odias. Todas mis reacciones

habían sido dirigidas hacia aquel tipo de asesinos – los monstruos, los enemigos.

Siendo la persona que estuviese matándote, alguien quien amaras, no tendrías opción que seguir. ¿Cómo

podrías correr, cómo podrías luchar, cuando al hacerlo lastimarías a tu amado? Si tu vida fuera todo lo que

tuvieras que darle a tu amado, ¿cómo podrías negársela?

¿Si fuera alguien a quien realmente amaras?

1. COMPROMETIDA

Nadie te esta mirando, me prometí a mi misma. Nadie te esta mirando. Nadie te esta mirando.

Pero, porque no podía mentirme convincentemente ni siquiera a mi misma, tuve que echar un vistazo.

Como estaba sentada esperando por las tres luces del tráfico en el pueblo que se volvieran verdes, mire a

escondidas a la derecha -en su minivan, La Señora Weber dio vuelta completo su torso en mi dirección. Sus

ojos perforaron los míos y me estremecí, preguntándome por qué no bajaba su mirada o se veía avergonzada.

Todavía se consideraba rudo mirar fijamente a la gente, ¿no era así?, ¿ya no se aplicaba más eso a mí?

Entonces recordé que estas ventanas estaban recubiertas de un color tan oscuro que probablemente ella no

tenia idea si incluso yo estaba aquí, quedando claro eso alcance su mirada. Intente encontrar algún alivio

en el hecho de que no tenía la vista fija en mí realmente, sólo en el auto.

Mi auto. Suspiré.

Eche un vistazo a la izquierda y gemí. Dos peatones estaban tiesos en la acera, perdiendo su oportunidad

de cruzar mientras miraban fijamente.

Detrás de ellos, el Señor Marshall estaba embobado a través de la vidriera de su pequeña tienda de recuerdos.

Al menos no tenía la nariz pegada contra el vidrio. Todavía.

La luz se volvió verde y en mi apuro por escapar pisotee sobre el pedal del gas sin pensarlo - la forma normal

en la que hubiera golpeado a mi viejo monovolumen Chevy para que se moviera.

"¡Argh!" grite sofocada mientras buscaba a tientas el freno. Tranquilizándome, simplemente golpe de forma

ligera el pedal. De todas formas el auto se tambaleo hasta detenerse absolutamente.

No aguante mirar alrededor a la reacción. Si había habido alguna duda de quién estaba manejando este auto

antes, se había ido ahora. Con la punta de mi zapato, suavemente presione el pedal del gas hacia bajo un

milímetro y medio, y el auto se movió hacia adelante otra vez.

Conseguí alcanzar mi meta, la gasolinera. Si no hubiera estado funcionando ---No hubiera llegado al pueblo

del todo. Iba sin muchas cosas estos días, como Pop-Tarts (galletitas dulces) y cordones de zapatos. Para

evitar gastar tiempo en público.

Moviéndome como si fuera en una carrera, tuve la ventanilla abierta, la tapa del depósito de gasolina abajo,

la tarjeta escaneada y el inyector en el tanque dentro de segundos. Por supuesto, no había nada que pudiera

hacer para que los números en el marcador aceleraran el paso. Ellos hacían tic-tac perezosamente, casi como

si lo hicieran sólo para enojarme.

No estaba soleado - un típico día lluvioso en Forks, Washington - pero aún sentía como si un foco me

apuntara, atrayendo la atención al delicado anillo en mi mano izquierda. En momentos como este, percibiendo

los ojos en mi espalda, se sentía como si el anillo se estuviera moviendo rítmicamente como un aviso de

neón: Mírame, Mírame.

Era ridículo estar tan acomplejada y sabía eso. Además de mi papá y mamá, ¿realmente importaba lo que

la gente estuviera diciendo sobre mi compromiso?, ¿acerca de mi nuevo auto?, ¿acerca de mi misteriosa

aceptación en el Ivy League Collegue? ¿Acerca de la brillante tarjeta de crédito negra que centelleaba en mi

bolsillo de atrás ahora mismo?

"Sí, a quién le importa lo que piensen" Murmuré respirando bajo.

"Uhm, ¿señorita?" la voz de un hombre llamo.

Me di vuelta, y entonces desee no haberlo hecho.

Dos hombres estaban parados al lado de un lujoso todo terreno con flamantes kayaks atados en la parte

superior. Ninguno de ellos estaba mirándome, ambos miraban el auto.

Personalmente, no lo entendía. Apenas estaba orgullosa de poder distinguir los símbolos de Toyota, Ford

y Chevy. Este auto era negro brillante, elegante, y bonito, pero seguía siendo sólo un auto para mí.

"Lamento molestarla, pero ¿podría decirme qué tipo de auto esta manejando?" preguntó el alto.

"Uhm, un Mercedes, ¿si?"

"Sí," dijo el hombre cortésmente mientras su amigo de más baja estatura entorno sus ojos a mi respuesta.

"Lo sé. Pero me estaba preguntando... ¿esta manejando un Mercedes Guardian?" el hombre dijo el nombre

con reverencia. Tuve la sensación de que este tipo se llevaría bien con Edward, mi... mi prometido (no había

realmente vuelta que darle a esa verdad con la boda sólo a unos días) "Se supone que no están disponibles

en Europa todavía" el hombre continúo "y mucho menos aquí."

Mientras sus ojos examinaban los contornos de mi auto -no se veía muy diferente de otros Mercedes para

mi, pero ¿qué sabia yo? - Contemplaba brevemente mis problemas con palabras como prometido, boda, esposo,

etc.

Tan solo no podía ponerlas juntas en mi cabeza.

Por una parte, había sido criada para que se me pusieran los pelos de punta al simple pensamiento de

esponjosos vestidos blancos y ramilletes. Pero más que eso, tan sólo no podía conciliar un formal, respetable,

aburrido concepto como esposo con mi concepto de Edward. Era como moldear a un arcángel como un

contador público. No podía visualizarlo en ningún rol banal.

Como siempre, tan pronto comencé a pensar en Edward fui atrapada por un excitante revuelo de fantasías.

El extraño tuvo

...

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