Museo de la cocina mexicana.

“Museo de la gastronomía mexicana”

La cocina mexicana está considerada como una de las tres más importantes del mundo, tanto por su variedad de sabores y colores, como por su valor nutricional. Es por esto que visitamos el museo, para conocer la evolución que ha tenido la comida mexicana a lo largo de los años y tal vez el futuro a la que esta se dirige.

Nos remitimos a la época prehispánica, Las culturas indígenas del México antiguo desarrollaron un vasto conocimiento basado en la observación de los ciclos biológicos de su entorno y la posible vinculación entre algunos de ellos y ciertos fenómenos cósmicos que buscaron interpretar. La lucha por la supervivencia, a lo largo del tiempo, les permitió optimizar los recursos vegetales, animales y minerales que la naturaleza ponía a su disposición en cada región de asentamiento. En épocas prehistóricas su dieta estuvo basada exclusivamente en productos de la caza, pesca y recolección de plantas y frutos apropiados. En algún momento, fechado estimativamente por los arqueólogos en unos cuatro o cinco mil años antes de nuestra era, comenzó la domesticación del maíz, a partir de su ancestro silvestre el “teocinte” cuyo fruto era minúsculo. Desde estas lejanas épocas comienzan a aparecer en Mesoamérica instrumentos de piedra apropiados para la molienda de semillas. En México el desarrollo de la agricultura no produjo, como en otras zonas del mundo, una reducción en la salud nutricional de su población por mayor dependencia de una fuente alimenticia preponderante. Tal vez porque se mantuvo allí la costumbre de utilizar una gran variedad de aprovisionamientos alternativos, como animales de caza, peces y otros productos acuáticos, frutos y vegetales silvestres, flores, raíces, gusanos e incluso insectos.

Cuando los españoles llegaron a México consumieron los platillos propios del lugar, con el tiempo trajeron sus cultivos, recetas, utensilios y propias técnicas de preparación. Los platillos españoles sufrieron modificaciones gracias a los frutos de la tierra y de las aguas indígenas. Este fenómeno dio como resultado nuevos platillos y una dieta producto del mestizaje.

Las modificaciones no solo representaron un cambio en los ingredientes sino también en la forma de preparación, el fuego dejo de estar en suelo, se construyeron fogones elevados con varias hornillas lo cual  permitió que se dosificara la cantidad de calor. Además se sumaron todos los utensilios hechos de metal, a los ya utilizados por los indígenas.

Con la llegada del siglo XX, entro la modernidad a la cocina mexicana, el gas, la electricidad, el petróleo y el agua corriente, fueron los pilares que dieron agilidad y versatilidad a los platillos que preparaban las amas de casa, que en un lapso de tiempo muy corto batían, cocían, molían, y preparaban platillos más atractivos, y que decir del uso de la estufa de gas, del refrigerador o bien, de la olla de presión.

Una contribución de gran importancia vino con el auge de la industria alimenticia, la producción de alimentos procesados y enlatados al vacío, los cuales permitieron que se pudiera saborear ciertos alimentos propios de una temporada como las frutas, en cualquier época del año. Además de los jugos, el puré de tomare y el consomé de pollo en polvo, los cuales ya estaban listos para incorporarse a los platillos como para ser servidos en la mesa.

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