Poder de un cambio de paradigma
Enviado por 91424562 • 7 de Octubre de 2013 • 2.581 Palabras (11 Páginas) • 329 Visitas
El poder de un cambio de paradigma
El poder de un cambio de paradigma
Los paradigmas son esquemas comunes de acción que los seres humanos adoptan como parte determinante de su comportamiento diario.
Se pueden definir como punto de vista que se forman a partir de la percepción que una persona tiene de su entorno y de la influencia que ejerce el punto de vista de los demás. La percepción es la forma en que la mente organiza la información que llega del mundo exterior donde la experiencia de la persona de alguna forma condiciona la valoración de su entorno.
La palabra paradigma proviene del griego. Fue originalmente un término científico, y en teoría, percepción, supuesto o marco de referencia. En el sentido más general, es el modo en que “vemos” el mundo, no en los términos de nuestro sentido de vista, sino como percepción, comprensión, interpretación.
Un modo simple de pensar los paradigmas, que se adecua a nuestros fines, consiste en considerarlos mapas. Todos sabemos que “el mapa no es el territorio”. Un mapa es simplemente una explicación de ciertos aspectos de un territorio. Un paradigma es exactamente eso. Es una teoría, una explicación o un modelo de alguna otra cosa.
Cuando por fin se logra romper un paradigma, una persona puede llevarse una gran sorpresa. Cuanto más apegada esté una persona a su percepción inicial, más poderosa será la experiencia. Es como si en nuestro interior de pronto se encen¬diera una luz que atendemos como referencia.
La expresión cambio de paradigma fue introducida por Thomas Kuhn en un libro muy influyente, una piedra angular, titulado La estructura de las revoluciones científicas. Kuhn demuestra que casi todos los descubrimientos significativos en el campo del esfuerzo científico aparecen primero como rupturas con la tradición, con los viejos modos de pensar, con los antiguos paradigmas.
A continuación algunos ejemplos encontrados en el libro ¨ Los siete hábitos de la gente altamente efectiva ¨ de Stephen R Covey.
Un punto de vista se forma a partir de la percepción que una persona tiene de su entorno y de la influencia que ejerce el punto de vista de los demás. La percepción es la forma en que la mente organiza la información que llega del mundo exterior donde la experiencia de la persona de alguna forma condiciona la percepción de su entorno generándole paradigmas. La palabra paradigma proviene del griego. Fue originalmente un término científico, y en teoría, percepción, supuesto o marco de referencia. En el sentido más general, es el modo en que “vemos” el mundo, no en los términos de nuestro sentido de vista, sino como percepción, comprensión, interpretación.
Un modo simple de pensar los paradigmas, que se adecua a nuestros fines, consiste en considerarlos mapas. Todos sabemos que “el mapa no es el territorio”. Un mapa es simplemente una explicación de ciertos aspectos de un territorio. Un paradigma es exactamente eso. Es una teoría, una explicación o un modelo de alguna otra cosa.
Cuando por fin se logra romper un paradigma, una persona puede llevarse una gran sorpresa. Cuanto más apegada esté una persona a su percepción inicial, más poderosa será la experiencia. Es como si en nuestro interior de pronto se encen¬diera una Luz.
La expresión cambio de paradigma fue introducida por Thomas Kuhn en un libro muy influyente, una piedra angular, titulado La estructura de las revoluciones científicas. Kuhn demuestra que casi todos los descubrimientos significativos en el campo del esfuerzo cientifico aparecen primero como rupturas con la tradición, con los viejos modos de pensar, con los antiguos paradigmas.
A continuaciòn algunos ejemplos encontrados en el libro ¨Los siete hábitos de la gente altamente efectiva¨ de Stephen R Covey.
Para Tolomeo, el gran astrónomo egipcio, la Tierra era el centro del universo. Pero Copérnico creó un cambio de para¬digma, suscitando muchas resistencias y persecuciones al situar al Sol en el centro. Súbitamente, todo fue objeto de una interpre¬tación distinta.
El modelo newtoniano de la física es un paradigma de movi¬mientos regulares y todavía constituye la base de la ingeniería moderna. Pero es parcial, incompleto. El mundo científico moderno se vio revolucionado por el paradigma einsteiniano, el paradigma de la relatividad, cuyo valor predictivo y explicativo es mucho mayor.
Hasta que se elaboró la teoría de los gérmenes, un alto por¬centaje de mujeres y niños morían durante el parto, y nadie entendía por qué. En las escaramuzas de la guerra, eran más los hombres que morían de pequeñas heridas y de enfermedades que de traumas importantes sufridos en el frente. Pero en cuanto se desarrolló la teoría de los gérmenes, un paradigma totalmente nuevo, un modo mejor y perfeccionado de comprender lo que sucedía, hizo posible un perfeccionamiento médico extraordina¬rio, significativo.
Los Estados Unidos de hoy en día son el fruto de un cambio de paradigma. El concepto tradicional del gobierno había sido durante siglos el de la monarquía, el del derecho divino de los reyes. Entonces se desarrolló un nuevo paradigma: el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo. Nació una democracia constitucional, capaz de liberar en gran medida la energía y el ingenio humanos, que originó un nivel de vida, de libertad, de influencia y esperanza inigualado en la historia del mundo.
No todos los cambios de paradigma siguen una dirección positiva. Como ya hemos señalado, el paso de la ética del carác¬ter a la ética de la personalidad nos ha alejado de las raíces mismas que nutren el verdadero éxito y la verdadera felicidad.
Pero ya sea que el cambio de paradigma nos empuje en direc¬ciones positivas o negativas, o que se produzca de modo instan¬táneo o gradual, determina que pasemos de una manera de ver el mundo a otra. Ese cambio genera poderosas transformaciones. Nuestros paradigmas, correctos o incorrectos, son las fuentes de nuestras actitudes y conductas, y en última instancia de nues¬tras relaciones con los demás.
¨ Recuerdo un "minicambio" de paradigma que experimenté un domingo por la mañana en el metro de Nueva York. La gente estaba tranquilamente sentada, leyendo el periódico, perdida en sus pensamientos o descansando con los ojos cerrados. La escena era tranquila y pacífica.
Entonces, de pronto, entraron en el vagón un hombre y sus hijos. Los niños eran tan alborotadores e ingobernables que de inmediato se modificó todo el clima.
El hombre se sentó junto a mí y cerró
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