REFLEXION CUARTA PALABRA
Enviado por • 17 de Septiembre de 2014 • 813 Palabras (4 Páginas) • 2.370 Visitas
CUARTA PALABRA
DIOS MIO DIOS MIO PORQUE MA HAS ABANDONADO?
Esta es la más misteriosa de las siete palabras.
¿No es Jesús mismo Dios?, ¿no dijo El, mi padre y yo una cosa somos, el que me ha visto a mí ha visto al padre?, ¿cómo puede expresarse en tales términos si es Dios bendito por todos los siglos?
Aquel que no tuvo por usurpación ser igual a Dios, se anonado (se humillo) a sí mismo, se despojó de su poder divino, y vino a ser siervo, el que era señor de todo. Sus milagros los realizaba orando a Dios como nosotros. Obro como Dios. El cristo hombre por la íntima comunión que vivió siempre con el padre celestial, dijo. “Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo” No lo que yo quiero, si no lo que quieres tú. “la voluntad de mi padre hago siempre” cuando sus discípulos dormían el oraba, consultaba con el padre y se henchía de poder, pero este privilegio no era posible en la cruz, cargando con nuestros pecados. Aquel que siendo de condición divina, no retuvo ávidamente ser igual a Dios, si no que se despojó de sí mismo, tomando condición de esclavo, haciéndose semejante a los hombres y apareciendo en su porte como hombre. Y SE HUMILLO A SI MISMO, OBEDECIENDO HASTA LA MUERTE Y MUERTE DE CRUZ.
DIOS MIO DIOS MIO, porque me has abandonado?, es el grito más desgarrador, que Jesús pronuncia desde la cruz, no es que se sienta abandonado por su padre, todo lo contrario, su padre está a su lado, pero Jesús como ser humano, experimenta el dolor y la angustia normal del género humano, siente la inmensa soledad al verse abandonado, por todos sus discípulos y amigos, tiene un momento de sentimientos de soledad, pero más que sentirse abandonado, por el padre Dios, se siente abandonado por todos nosotros, que lo rechazamos siempre. Jesús, clama al padre, experimenta el abandono de todo y de todos, como humano, tiene derecho y hace propio el mismo. ¿Cuantas veces nos sentimos abandonados? También hoy podemos escuchar el clamor de dolor que surge desde la humanidad, el grito de dolor de quienes lanzan a los cielos la pregunta de angustia sobre su situación, sobre su suerte, desde el fondo de su miseria, desde la impotencia de la enfermedad, desde el desierto de su abandono. Muchas veces escuchamos gritos estremecedores, no dirigidos a Dios, sino a la desgracia de una suerte que no comprendemos, ni aceptamos, tantos se lamentan en la cruz de la existencia, y no buscamos el rostro de cristo nuestro señor, o parecen escuchar el silencio de un Dios que no parece responder. Si así como humano, Dios compartió todo con nosotros, y como Dios, nos legó lo más grande de su amor, y se entregó a la muerte por nosotros, pero así como experimento el dolor y la angustia, junto a la muerte, así nos enseñó a nosotros a experimentar la muerte, pero en las manos de Dios. Jesús aunque murió, no se quedó en la tumba, nunca estuvo abandonado por su padre
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