Resumen Durkheim ¿Por qué y para qué la historia y la Historia de la Educación?

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¿Por qué y para qué la historia y la Historia de la Educación?

Utilidad de la historia como “herramienta de interpretación de la realidad”.

Tanto la educación como la historia cumplieron históricamente la función de legitimación del orden existente, ambas han recorrido un largo camino no exento de conflictos y contradicciones. La historia ha superado el relato cronológico de los hechos y su presunta “neutra objetividad”, para dar paso a una historia más globalizante, en la cual se articulen en forma compleja los procesos sociales que hacen a la constitución del sujeto histórico.

Una historia del relato cronológico de los hechos y una historia más globalizante. A la primera historia se le adjudica una supuesta neutralidad objetiva destinando a la otra opción la relación con la constitución del sujeto histórico. Entender a la historia no sólo como historia-ciencia historia-conocimiento, sino como orientadora de la práctica social.

Historia e Historia de la Educación

Conocimiento científico y estructura de pensamiento que oriente la práctica y direccione proyectos, son dos ejes en los que se ubica el estudio de la Historia, y de la Historia de la Educación en particular.

Interpretar a la historia como necesaria para la formación de sujetos históricos nos exige concebir a los hombres como sujetos sociales en su historicidad. El sujeto social es cognoscible a través del “conjunto de relaciones sociales” que conforman su “pequeño mundo” y que lo unen a otros espacios que son constitutivos a su ser social como lo son la familia, la comunidad, el partido, el trabajo, etc. Se concibe a un sujeto como “concreto” no por tratarse de un “individuo”, sino por el carácter histórico y específico de aquellas relaciones.

La historia es hecha por el hombre, y la educación es una práctica social compleja, proponemos comprender la historia como resultado de las luchas contradictorias, definida por la naturaleza de las relaciones que establecen los hombres que participan del proceso productivo.

Una de las características de nuestra cultura política en el último cuarto de siglo ha sido el olvido de la historia, de la historia universal, de la que formamos parte a través de nuestra historia nacional.

Podría decirse que este saber no tiene por qué se patrimonio del ciudadano común, que se trata de conocimiento atinentes a quienes se ocupan de la enseñanza. Pero, también desde aquí se vaciaron o quitaron estos contenidos de la formación de los docentes.

Habría que preguntarse si es casual que los contenidos históricos se encuentren tan descalificados, reducidos a la memorización de datos y en el peor de los casos ausentes. Se reitera la queja por no haber estudiado Historia Argentina, menos aún Historia Antigua, o por haberla estudiado en forma inconexa y memorística, y lo que es más hace aún el es rechazo al estudio de esta sin poder visualizar su importancia no sólo para la formación docente sino como estructura de pensamiento, en cuanto construye desde el pasado los sentidos del presente.

Para que esto sea posible, se debe revalorizar la función de la memoria histórica, a través de un “redescubrimiento meticuloso de las luchas y memoria bruta de los enfrentamientos”. Sin duda los acontecimientos históricos ocurrieron de una manera, nos llega de ello una interpretación, una elaboración hecha por un historiador. Éste a su vez, es un sujeto permeado por su presente y portador de ideología.

La historia permite comprender el movimiento general a través del cual los diferentes sectores sociales realizan la continuidad histórica; los complejos procesos a través de los cuales los hombres se apropian de los productos de la naturaleza y de la distribución social de esos productos, las relaciones sociales que se generan entre los hombres en dichos procesos y las justificaciones intelectuales o míticas que dan de esas relaciones los grupos hegemónicos.

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