Sociología De La Organización Y Sociología En El Trabajo
jrodea16 de Octubre de 2011
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UNIDAD V. LA SOCIOLOGÍA DE LA ORGANIZACIÒN EN EL CONTEXTO DE LA TEORIA DELA ORGANIZACIÓN.
1. Introducción. Las organizaciones como problema sociológico.
La sociología es un enfoque analítico, comprensivo y crítico de esta sociedad, determinada por la existencia de las organizaciones empresariales. Con la historia se puede entender el sentido que tienen las teorías actuales sobre la organización del trabajo, a ver la importancia que pueda tener para la empresa la aportación de la Sociología y las demás Ciencias Sociales.
La existencia de las organizaciones es uno de los elementos característicos de las sociedades más modernas. La complejidad de la vida social y la dificultad de los objetivos sociales propuestos, hace que el individuo tenga que asociarse con sus semejantes para intentar conseguirlos. No es fácil entender la vida ordinaria sin hacer continuas referencias a las organizaciones, que actúan como extensiones del hombre para lograr unas metas determinadas y difíciles de alcanzar. Su estudio ha sido una parte significativa del esfuerzo de las ciencias sociales para racionalizar la convivencia durante la última centuria y es previsible que vaya adquiriendo cada día más importancia. La fábrica, la empresa y la organización son las sucesivas formas habituales de organizar el trabajo desde el inicio de la industrialización hasta nuestros días. Y cada vez somos más conscientes de la importancia que tienen en nuestra vida las organizaciones.
La expansión de las organizaciones
La expansión de las organizaciones es, sin duda, una de las características de la sociedad contemporánea. La expansión es tanto de ámbito de actuación, pues pasan de una ubicación local a otra nacional y, finalmente, internacional; como de forma, pues inicialmente respondieron al esquema familiar, posteriormente se centraron en el establecimiento de fábricas y, posteriormente, alcanzan la forma de organizaciones multidimensionales. En efecto, la industrialización significó de una forma muy clara la aparición de la fábrica como forma generalizada de producción, con el emblema de la chimenea –nueva forma estética de la primera industrialización-, que significó el uso centralizado de los recursos energéticos y la apropiación de los medios de producción.
La organización fabril acompaña, entonces, a la nueva fase de producción para el mercado y a la aparición de un mercado de trabajo. La generalización y ampliación de la fábrica da lugar a la empresa, que se convierte en el concepto característico de la segunda industrialización, con un sistema de roles claramente definidos –directivos, técnicos, mandos intermedios, empleados y obreros .
La generalización posterior de la empresa como institución social hace que tengamos que hablar en el presente de organizaciones económicas, en la medida en que, cada vez más, muchos de los servicios o soluciones que se dan a las personas y a toda la sociedad proceden de organizaciones e instituciones que han asimilado el modelo empresarial. La necesidad de organizaciones en la nueva sociedad surge de la creciente complejidad de sus problemas. Las demandas continuas, urgentes y generalizadas de abundantes bienes y servicios de una población en crecimiento no se pueden satisfacer a través de soluciones meramente individuales. El consumo de masas crecientemente sofisticado exige, a su vez, formas de producción de masa con su correspondiente sofisticación. Los individuos considerados de forma aislada van perdiendo importancia a la hora de conseguir satisfacer incluso las propias demandas personales más elementales. Tienen que ser, cada vez más, grupos organizados de personas los que respondan a las peticiones, para asegurar la eficacia y la permanencia de la oferta, crecientemente estandarizada. La complejidad de las demandas exige armonizar rutinas productivas, financieras, comerciales, de transporte, de utilización de recursos humanos, etc., que no se pueden improvisar. De forma que existen paquetes de soluciones más o menos flexibles que son producto de este constructo social que es cada organización: acumulación de hábitos, expectativas recíprocas y conocimientos teóricos más o menos armonizados en una cultura de la organización. Un proceso productivo moderno exige también la conexión de diferentes organizaciones en una red relativamente estable y armónica. Este intercambio en la red es fundamentalmente de información. Lo esencial en cualquiera de las grandes empresas multinacionales que conocemos y lo que probablemente le aporta una ventaja competitiva sustancial es la complejidad y capilaridad de su red interna y de sus relaciones con otras organizaciones y personas.
La visión más sencilla de una organización, podría reducirse a un conjunto de redes de comunicación; especialmente densas e interconectadas. De la misma manera que al volar en un avión a gran altura, se tiene una nueva visión de la realidad en la que adquieren especial significado las líneas de transporte –carreteras, autopistas o caminos rurales- y una población o ciudad se distingue por una mayor densidad de caminos, el estudio sociológico de las organizaciones permite observar su estructura como una red de comunicaciones especialmente espesa.
La organización como objeto de estudio
La madurez de la industrializa¬ción coincidió con la aparición de diferentes esquemas teórico interpretati¬vos del mundo del trabajo, que forman lo que han venido a llamarse las teorías de la organización laboral o teorías de la organización en el trabajo. Todas ellas parece adecuado clasificarlas, siguiendo un criterio tanto histórico como de la concepción subyacente que ofrecen acerca del ser humano, en grandes grupos o escuelas: las teorías clásicas, las teorías de las relaciones humanas, las teorías sistémicas y las teorías institucionales. Su repaso nos permitirá ver la tendencia convergente en que se mueven, lo que nos será de gran utilidad para situarnos en los actuales esquemas de valoración de la perspectiva innovadora acerca de las organizaciones como redes de comunicación e intercambio social.
Las organizaciones son grupos o asociaciones de personas relacionadas con las funciones básicas de la sociedad (comunicación, fijación de fines, producción y reparto de bienes y servicios, etc.). Aunque pueden alcanzar un gran tamaño las hay también de muy pocos miembros. Los fines propuestos en las organizaciones están determinados con relativa precisión: así definen el tipo de relación posible en su interior, aunque no se excluyen secundariamente –pero no por ello menos relevantes- otras formas de interacción social. Esto significa también la primacía conceptual de los objetivos racionalmente propuestos y socialmente aceptados, de la planificación –sobre todo en cuanto a jerarquía y división de funciones- y de la formalización, sobre la espontaneidad. Igualmente, los miembros actúan cumpliendo roles diseñados –al menos seminalmente- por los que han fundado o dirigen la organización, y desarrollados en la vida en común de los distintos actores, con unos canales inicialmente determinados de comunicación para enviar y obtener información. Son estas características señaladas las que hacen a las organizaciones un tipo de grupo muy diferente de los grupos primarios (pequeños y con relaciones básicamente afectivas y totalizadoras), las asociaciones voluntarias o grupos secundarios (centradas más en la participación como proceso que como instrumento para alcanzar resultados) o también de la masa (con unos canales de comunicación unidireccionales, externos y poco formalizados) .
Una organización típica es la empresa, en la que los objetivos planteados por las personas integradas integradas en ella son fundamentalmente económicos. Su génesis y desarrollo, unidos a los del capitalismo (Weber, 1923), dan origen a una institución distintiva y expansiva de la modernidad, hasta el punto de que muchas otras instituciones adquieren formas empresariales. Pero lo más interesante es tener presente el múltiple sentido social que ha desarrollado, pues permite sin engaño referirnos a ella como una organización compleja, emblemática de las sociedades actuales. Al acercarnos a su estudio, nos encontramos con la existencia de una organización formal –orientada racionalmente a fines específicos-, a la que se superpone una organización informal –en la que priman lazos espontáneos de naturaleza afectiva. Ambas dimensiones coexisten en una estructura en la que se intentan satis¬facer necesidades individuales y, además, en la que no puede dejarse de tener en cuenta el influjo del sistema estratifica¬dor de la sociedad. Todo ello es la empresa y lo mismo se puede decir, en cierto sentido, de todas las organizaciones. Se ha señalado con frecuencia que, aunque las cosas que suceden en las diversas organizaciones son muy distintas entre sí, no es casualidad el que se haya acuñado un término común –organización- para todas sus variantes. En todos los casos se dan unas características que definen la realidad común, que hace que comparezcan una serie de problemas de funcionamiento, de relaciones entre los miembros, etc., que son similares en todos los casos. Se pueden presentar de formas diversas pero esencialmente responden a los mismos fenómenos.
En cualquier caso, la existencia de organizaciones es una de las características distintivas de la sociedad contemporánea, en la que su papel es facilitar la consecución de fines que superan las posibilidades individuales. Aparecen como actores en la vida social, con sus propios derechos y obligaciones, lo que nos lleva a hablar fundadamente de personas corporati¬vas y personas jurídicas. En este sentido –parafraseando a McLuhan en su referencia
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