TODO POR UN HUEVO

TODO POR UN HUEVO

tenía 9 años y por juego, todos los días sancochaba un huevo y le daba al maestro pollero llamado Alejandro y éste lo llevaba como fiambre. Él tenía por costumbre salir del trabajo a las 11pm y a paso extremadamente ligero transitaba por toda la Av. Vallejo hasta la Av. España donde tomaba el colectivo para ir al distrito La Esperanza. Entonces una de esas noches él se me adelanto y no llevó el huevo sancochado y yo por capricho y sin escuchar a mi madre cogí el huevo y corrí a darselo, sin embargo él había avanzado demasiado, lo pude divisar por el cine Sagitario, lo alcamcé y le dí el huevo.

_Mamita que haces acá, anda a tu casa_me dijo sorprendido

_Tome, y otra vez no se vaya sin su huevo sancochado. Le sonreí y me despedí de Don Alejo.

Ya satisfecha, regresé a paso lento, alegre, feliz sin darme cuenta que un drogadicto se había percatado de mi presencia y me esperaba para hacerme daño. Cogió mi mano y me jaló...

_suéltemeee...¡auxilio!, ¡ayudenme!

_¡cállate csm! *%&" que tengo un cuchillo

Los taxistas que transitaban por esa zona veían los forcejeos, y a pesar de ello ninguno se detenía a defenderme...ninguno

Nunca deje de luchar, sin embargo hubo un momento en que me resigné a perder porque pensé que no tenía escapatoria. De tantos intentos fallidos por defenderme acerté en uno, logré patear al drogadicto justamente en su parte débil (testículos) que le hizo arrodillarse del dolor. Ni corta ni perezosa corrí desesperádamente al restaurante, nunca en mi vida había corrido tanto como esa vez, ni en una competencia de atletismo, llegué cansada y sudorosa, pero no por haber corrido, sino por el pánico que había experimentado. Reflexione y di gracias a Dios, porque sentí que él me ayudó al dar esa patada certera.

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