Trabajo Intelectual - Inteligencia Emocional
Enviado por SweetSeason • 15 de Junio de 2017 • Ensayo • 1.254 Palabras (6 Páginas) • 212 Visitas
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Universidad Autónoma de Entre Ríos Facultad de Ciencias de la Gestión
Licenciatura en Comercio Internacional APELLIDO y nombre: IBARRA, Naiara. Año: 1º año. Asignatura: Trabajo Intelectual. Docente: FELQUER, María Rosa. Trabajo Práctico Nº: 1 Fecha de pre-entrega: 31/05/17 (corregido). Fecha de entrega final: 07/05/17 |
Realmente inteligente
Como es sabido, el ser humano puede adquirir distintos tipos de conocimientos a lo largo de toda la vida, tales como:
- Intuitivo: es aquel que se utiliza en la cotidianeidad con el fin de acceder al mundo mediante los sentidos, emociones y reacciones.
- Religioso: es aquel mediante el cual se desarrolla la fe en algo, es decir, creer en algo que no se puede percibir por ningún sentido.
- Empírico: es aquel mediante el cual se adquieren conocimientos de acuerdo a las experiencias que sean vividas, según la forma en que la realidad sea percibida, dejando de lado el abstractismo.
- Conocimiento científico: es aquel que se adquiere mediante la observación y seguimiento riguroso de un fenómeno, llegando a una hipótesis.
En éste último es en el cual se centrará el siguiente texto, para tratar el tema del trabajo intelectual en el ámbito escolar, más precisamente en la universidad, es decir, en la transmisión y construcción de esos conocimientos científicos.
La universidad es un ámbito educativo que esta destinado a formar expertos en distintas áreas, expertos que sepan quitar las dudas de aquellas personas que desconozcan sobre temas relacionados al área en la que se especializa éste, expertos que sepan solucionar problemas, expertos que tengan respuestas a cualquier pregunta. Sin embargo, la educación sistemática que se brinda en las facultades ¿realmente forma a expertos capaces de lidiar con las adversidades que se le presenten luego de finalizar la carrera? ¿O en realidad es una educación asistemática disfrazada de sistemática? en la cual el enseñar de los profesores no garantiza el aprender de los alumnos.
Edgar Morin [1] sostiene en su libro Los siete saberes necesarios para la educación del futuro (1999) que la comprensión de los conocimientos adquiridos es la base para la perpetuidad de los mismos, es decir, que es necesario el acto de estudiar se realice con la finalidad de que los saberes que allí aprenden no sirvan solamente para aprobar un examen sino que sean utilizable a lo largo de toda la vida. Otra cosa muy importante y que cabe destacar de este libro es que el autor resalta la importancia del desarrollo de la inteligencia emocional, de la moral, lo afectivo y lo intelectual para poder detectar y resolver errores propios del conocimiento, para plantear y resolver problemas. Pero esto ¿se enseña en la universidad? ¿Se enseña cómo lidiar con los problemas propios de la profesión, o se adquiere en otro ámbito?
A lo largo de toda la historia educativa se ha dicho que el más inteligente es aquel que saca notas más altas, aquel que posee el mejor promedio, sin embargo ¿por qué aquellas personas que alcanzan un mejor desarrollo de inteligencia emocional son consideradas más inteligentes en el ámbito laboral? Uno de los factores que pueden incidir en la respuesta a esta pregunta es que, debido a que a lo largo de toda la etapa de las escuelas primarias, secundarias y universidades ha existido una metodología de enseñanza en la cual se considera que el docente posee los saberes absolutos que deben depositar en las mentes vacías de los alumnos, sin ningún tipo de cuestionamiento por parte de estos últimos, y donde si existían fallas a la hora de aprender era por culpa de los propios estudiantes y no debido a posibles fallas en la enseñanza por parte de los docentes. Esta situación hizo a que aquellos alumnos que poseían un coeficiente intelectual [2] más elevado no tuvieran la necesidad de lidiar con contratiempos, ni con frustraciones. Sin embargo, aquellos cuyo rendimiento académico era considerado más bajo se vieron limitados muchas veces por ser considerados torpes o incapaces de realizar alguna tarea, por lo que aprendieron a sobrellevar esos problemas, y no solamente en lo académico sino que también en la vida diaria. Esto les permitió desarrollar autocontrol, entusiasmo, empatía, perseverancia y capacidad para motivarse a uno mismo, es decir, desarrollaron inteligencia emocional tal como la define Daniel Goleman [3] en su libro Inteligencia Emocional (1995).
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