Un ninja en la corte!
Enviado por zaqwsxcde • 26 de Noviembre de 2013 • Tesis • 1.743 Palabras (7 Páginas) • 324 Visitas
¡Un ninja en la corte!
Desde tiempos milenarios había sido estricta tradición en la familia Wu Lo-Kuaz que todos sus miembros, sin excepción alguna se convirtieran en Ninjas; por lo que desde la tatara tatara recontra tatara abuelita Wu Lo-Kuaz hasta el último tatara archirecontra tatara tatara etétera nieto Wu Lo-Kuaz eran los más hábiles, expertos, distinguidos, capaces, ágiles, arteros y respetados Ninjas de todo el mundo.
Grandes emperadores, reyes, y gobernantes de muchos países en diferentes épocas habían recurrido a la astucia y fortaleza de la familia Wu Lo-Kuaz para resolver conflictos, atrapar malandrines, y, en muchos casos, impartir justicia.
Sin embargo al pequeño Haro Wu Lo-Kuaz no le entusiasmaba mucho la idea de ser un Ninja; si bien tenía el talento y la habilidad para ser uno de los mejores, a Haro Wu Lo-Kuaz le molestaba que toda situación era resuelta con las secretas combinaciones de golpes de garra de dragón furioso o la refinada técnica de tigre asustadizo mezclada con una que otra patada de conejo rebuscón; por ejemplo, si alguien no quería comer sus vegetales llegaba a toda prisa la tatara tatara abuelita enfundada en su traje negro con todo y sable en el cinturón y a base de la técnica del panda frenético le obligaba a terminarse el brócoli, las zanahorias, guisantes o lo que fuera, y lo mismo sucedía si por error a Haro se le olvidaba tallarse detrás de las orejas o recoger su recámara … no importaba la situación, que esto y que el otro ¡zas! Todos los días parecían ser sacados de las mejores y más increíbles películas de Ninjas. Incluso los vecinos estaban atemorizados, porque si hacían algo que molestara a la familia Lo-Kuaz de inmediato dejaban mostrar su perfeccionada técnica de gritos de mono aullador rockero, con los cuales aturdían y enmudecían a toda la calle.
Fué entonces que el pequeño Haro Wu Lo-Kuaz pensó que no quería ser un Ninja y que había mejores formas de resolver los problemas; así que desde ése momento Haro decidió que quería convertirse en abogado y luchar por la justicia y defender a los inocentes de una forma mucho más civilizada.
Sin embargo, Haro sabía que sus parientes no estarían de acuerdo con que abandonara la larga tradición familiar; así que pensando y repensando el asunto, se le ocurrió que su querida familia no tenía por qué enterarse de sus planes, después de todo, un verdadero Ninja sabe guardar mejor que nadie cualquier tipo de secreto, y, si quería tener éxito en su misión debía aplicar todos los conocimientos que tenía.
Así que llegado el momento en que nuestro amigo debía entrar a la escuela de leyes… ¡nadie se enteró! Sus largos años de entrenamiento habían rendido fruto y era tanto o más sigiloso que la sombra de un mimo, sus rápidos movimientos para esquivar el vigilante ojo de su tatara tatara abuelita casi eran súpersónicos, y, enfundado en su ajustado traje negro podía trepar por las paredes mejor que cualquier gato de azotea.
Así fue pasando el tiempo y nadie, absolutamente nadie sabía su enorme secreto, pues toda la familia suponía que pasaba largas horas entrenando, ya que sus técnicas mejoraban notablemente día con día; hecho que era de esperarse ¡porque escapar de la tatara tatara abuelita no era cosa fácil! Luego de mucho tiempo y dedicación Haro Wu Lo-kuaz porfín estaba a punto de graduarse ¡y con los máximos honores! En la facultad era muy reconocido por los maestros; motivo por el cual fue recomendado para trabajar en la corte. Como podrán imaginar, Haro estaba que no cabía en sí de gusto… sólo que hubiera querido poder compartir su alegría con toda su familia…
La mañana en que Haro iba a tener su primer caso salió muy temprano, algo nervioso pero muy contento, vistiendo un elegante traje a rayas y corbata, un distinguido sombrero y su brillante portafolio metálico con cerradura de combinación. Al llegar al inmenso edificio de fachada gótica y enormes salones que hacían eco, el corazón de Haro comenzó a latir cada vez más rápido, y cuando finalmente sonó la campanilla del elevador nuestro amigo encontró una gran oficina en cuya moderna puerta de cristal se podía leer “Licenciado Haro Wu Lo-kuaz, abogado defensor”. Nuestro muchacho comenzaba a creer que todo era un sueño y que en cualquier segundo despertaría, pero fué en ése preciso momento que la dulce y melodiosa voz de su jefa, la señorita Shin-Shin Jua-netes lo sacó de su asombro entregándole el archivo de su primer caso.
De inmediato Haro puso manos a la obra y comenzó a leer el expediente que decía así: “caso número cinco millones trescientos setenta y siete mil quinientos doce, el estado contra Nana Wu Lo-Kuaz T´a senil”.
Cuando Haro leyó aquel nombre no pudo menos que quedarse helado, petrificado, aterrado, inmovilizado, esponjado y con los pelos de punta, pues resulta que Nana Wu Lo-Kuaz T´a senil ¡era nada más y nada menos que su tatara tatara abuelita!
- ¡por el sable de mi abuela!-gritó el muchacho asustando a la señorita Shin-Shin Jua-netes-
- ¿Pero qué te sucede chico?
- ¿D… d… de… de qué se le acusa a la señora?
- Hmmm-decía la señorita mientras recogía
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