Desarrollo Cognitivo
Enviado por remolacha • 3 de Mayo de 2015 • 7.684 Palabras (31 Páginas) • 365 Visitas
El desarrollo cognitivo
Sylvia Farnham-Diggory (2004) comienza su libro Dificultades en el aprendizaje con la siguiente cita de Lewis Carroll, autor de Alicia en el país de las maravillas:
"Devanar y retorcer, y las diferentes ramas de la aritmética: ambición, distracción, afeamiento y escarnio. Misterios antiguos y modernos, con oceanografía. Vocalizando, estirando y desvaneciendo en espirales. Alegría y llanto" (Lewis, 1865, citado por Farnham-Diggory, 2004, p. 12)
Con esas metáforas poéticas tomadas del libro de Carroll que implican el deseo de saber, los obstáculos que presenta ese deseo y el inmenso, desconocido, perturbador y oceánico universo que se abre frente a los ojos de la pequeña Alicia, Farnham-Diggory intenta describir el misterioso mundo de quienes tienen dificultades en su desarrollo cognitivo y padecen de alguna discapacidad intelectual para adquirir conocimientos. La noción de discapacidad intelectual se refiere:
"a la condición de vida de una persona que obstaculiza su funcionamiento intelectual, sensorial y motriz, afectando su desarrollo psicomotor, cognoscitivo, de lenguaje y socioafectivo. Estas limitaciones se manifiestan en dificultades para aprender, adquirir conocimientos y lograr su dominio y representación; por ejemplo: la adquisición de la lectura y la escritura, la noción de número, los conceptos de espacio y tiempo, las operaciones de sumar, restar, multiplicar y dividir" (Valdespino Echauri, 2011, p. 16).
De hecho, no por casualidad, algunas traducciones recientes del libro de Lewis Carroll prefieren utilizar en el párrafo mencionado en lugar de “oceanografía”, el término “mareografía”. ¿Una palabra sin sentido? Por el contrario: aunque no exista en algunos diccionarios (como el de la Real Academia), ese vocablo indica claramente el momento en que la pequeña Alicia se marea ante la multicomplejidad de lo que podría aprenderse en la profundidad, en ese océano a veces indescifrable que es el saber humano. Tal vez sea la suya la más perfecta metáfora de las dificultades que entraña el aprendizaje en cualquiera de sus formas. Más adelante, en su libro, Farnham-Diggory, a partir de esa “reflexión” poética, comienza a transitar el camino de las definiciones académicas. Por ello, escribe:
“El campo corrientemente denominado 'dificultades del aprendizaje', incluye nociones de daño cerebral, hiperactividad, formas leves de retraso, ajuste socioemocional, dificultades de lenguaje, sutiles formas de sordera, problemas perceptivos, torpeza motora y, sobre todo, dificultades en la lectura: casi el campo completo de la educación especial. Como puede imaginarse, esto ha producido un cierto número de problemas. No hay un modo sencillo y simple de clasificar todos los fenómenos de la educación especial y, por tanto, tampoco existe un procedimiento único de ordenar por categorías las dificultades del aprendizaje" (Farnham-Diggory, 2004, pp. 15-16).
Con el correr de los años las dificultades en el aprendizaje y las discapacidades consecuentes que origina esa problemática fueron abordadas desde distintos puntos de vista arribándose a la conclusión de que los niños que tienen perturbación en uno o más de los procesos psicológicos básicos implicados en el desarrollo cognitivo suelen manifestar una aptitud imperfecta para escuchar, pensar, dibujar, hablar, leer, percibir, escribir, pronunciar o llevar a cabo cálculos matemáticos.
"Estas perturbaciones incluyen manifestaciones tales como deficiencias perceptivas, lesión cerebral, disfunciones mínimas cerebrales, dislexia y afasia evolutiva. Esta última expresión no incluye a los niños que tienen problemas de aprendizaje que son, principalmente, el resultado de deficiencias visuales, auditivas, motoras o retraso mental, perturbaciones emotivas, o desventajas ambientales, culturales o económicas" (Farnham-Diggory, 2004, pp. 17-18).
Como puede observarse, existe un factor determinante de cualquier tipo de aprendizaje: el desarrollo evolutivo y, principalmente, el desarrollo cognitivo del niño en sus diferentes etapas de crecimiento.
¿A qué llamamos desarrollo cognitivo? A la capacidad de pensar y conocer, que está asociada en el niño a la posibilidad de construir representaciones internas que ocupen el lugar de las cosas. El pensamiento opera con esas representaciones, a las que el niño puede manipular y transformar y a las que puede vincular –entre sí o con objetos reales y de manera total o parcial– de manera de hacerlas depositarias de afectos y portadoras de sentido.
Como bien se señala: “sería preciso dedicar suficiente atención a la necesidad de no suponer al niño dotado de la misma psicología que el adulto” (Jung, 1993, p. 51). El niño humano nace orgánicamente inmaduro y eso significa que durante sus primeros años deberá recorrer un camino que incluye tanto la maduración biológica de su cuerpo –y de su mente– como la puesta a punto de sus recursos perceptivos y motrices, la interpretación de sus sensaciones y la introducción en la esfera específicamente humana: la de la cultura y la sociedad.
Es Piaget (1981) quien principalmente se ocupa de los procesos evolutivos del pensamiento infantil, es decir del desarrollo cognitivo, tal como ocurre a partir del nacimiento. Pese a que no nos explayaremos aquí minuciosamente sobre los detalles de esas primeras etapas del desarrollo del pensamiento infantil, será necesario hacer referencia a ciertos conceptos básicos e introducir ciertas consideraciones generales que nos permitan echar un breve vistazo a algunos aspectos insoslayables que sirvan de fundamento para la mejor comprensión de los procesos cognitivos en marcha que permiten definir las condiciones evolutivas en las que el niño se desenvuelve en un período durante buena parte del cual se encuentra en el sistema educativo.
Piaget (1997) parte de la observación general de que el niño sin dificultades ni atraso en su funcionamiento cognitivo comprende el mundo cada vez mejor a medida que va creciendo –de una manera más inteligente: más adecuada para alcanzar sus objetivos–; constata que su capacidad para entender el orden moral, para resolver problemas y enfrentar situaciones aumenta con el paso del tiempo, y que las cuestiones que en cierto momento le resultaban insolubles le son cada día más fáciles y accesibles. Es decir: comprueba que la inteligencia se desarrolla a medida que madura, e intenta entonces inferir –reconocer y describir– los distintos pasos que va recorriendo hasta entrar en completa posesión de sus recursos cognoscitivos.
Formado como biólogo, Jean Piaget parte de la concepción epistemológica según la cual “no se conoce a un objeto más que actuando sobre él y transformándolo” (Piaget, 1970,
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