El Trabajo Social En La Docencia
jorgelinaines7913 de Noviembre de 2013
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El trabajo social en la docencia
Suele confundirse educación con instrucción o escolarización. Las necesidades sociales demandan ofertas educativas amplias no sólo en lo que se refiere a las capacidades tradicionales que se entrenan desde el sistema formativo sino, también, en terrenos como la salud, la igualdad de género, la sexualidad, la cooperación, la tolerancia ante la diferencia, la convivencia, la resolución pacífica de conflictos, la creatividad, las relaciones paterno-filiales, el consumo responsable, la educación medioambiental o el ocio y tiempo libre.
Desde esa perspectiva amplia, se entiende el TS como conocimiento y acción útil que facilita dinámicas de expansión de posibilidades, de capacitación de los recursos humanos, de democratización del conocimiento y de conformación de estructuras sociales más avanzadas y libres.
En lo que se refiere a los centros educativos, el TS tiene un papel importante en la intervención preventiva y asistencial en temas como el absentismo y el fracaso educativo, la integración de inmigrantes y colectivos desfavorecidos, la detección de malos tratos y abusos sexuales, la mejora del clima de convivencia, la atención ante el fenómeno de la violencia o la estimulación de la mejora pedagógica o la participación de todos en la buena marcha de los procesos.
Tres tipos de educación: formal, no formal e informal
a) Por un lado nos encontramos con la educación formal o reglada, caracterizada por su legitimación y estructuración (con dotaciones, además, de personal especializado y recursos económicos y materiales de distinto tipo) y por estar programada y articulada formalmente. Consta de enseñanza primaria, secundaria, bachillerato, formación profesional y estudios universitarios.
b) La educación no formal cubre “toda actividad educativa organizada, sistemática, impartida fuera del marco del sistema formal, para suministrar determinados tipos de aprendizaje a subgrupos concretos de población, tanto adultos como niños” Entra dentro de este tipo de
educación, la oferta complementaria integrada por la formación ocupacional para desempleados (distinta de la profesional, que es reglada), las escuelas de padres, la formación para la igualdad de género o contra la violencia doméstica, la educación para la salud proporcionada por el sistema sanitario y otros agentes, los cursos de idiomas en academias, talleres terapéuticos para parejas, cursos de conducción de vehículos y una gama infinita de acciones formativas.
c) La educación informal hace referencia al “proceso a lo largo de toda la vida por el que cada persona adquiere y acumula conocimientos, habilidades, actitudes y criterios a través de las experiencias cotidianas y de su relación con el medio”. Merced a este aprendizaje informal y muchas veces espontáneo, las personas adquieren conocimientos en aspectos tales como el uso del lenguaje (la denominada lengua materna), el comportamiento social, las relaciones de pareja, la crianza de los hijos, el manejo de herramientas o instrumentos tecnológicos, la realización de tareas domésticas como cocinar o el cuidado de su salud.
Así pues, una persona puede aprender a través de tres tipos de educación.
Muchos de los contenidos (como por ejemplo, el lenguaje, las habilidades sociales o el uso del ordenador) se pueden adquirir paralelamente en la escuela, en cursos organizados por entidades como un ayuntamiento, una asociación de vecinos o una academia o, sobre todo, de forma espontánea, intuitiva e informal.
¿Se necesitan trabajadores o trabajadoras sociales en el sistema educativo?
Los trabajadores sociales forman parte ya del sistema educativo formal, por ejemplo, integrando los denominados Equipos de Orientación sicopedagógica (EOEPS) de los centros y zonas de actuación. Aunque se necesitarían muchos más profesionales de esta disciplina en los colegios e institutos y también en las universidades -porque los problemas de absentismo, fracaso escolar, integración de inmigrantes, violencia escolar, machismo, obesidad, anorexia, embarazos no deseados, drogodependencias…- tienen causas y consecuencias sociales y la escuela
no es un actor neutro, nuestra presencia se acepta y demanda cada vez más.
Los trabajadores sociales, también, participan activamente en la educación no formal. Promueven y organizan actividades formativas para desempleados, personas con discapacidad, drogodependientes, mujeres víctimas de violencia doméstica o inmigrantes, entre otros sectores. Posiblemente, éste sea el ámbito donde ahora se están demandando y dedicando más trabajadores sociales de la educación.
También en la educación informal tienen su papel los trabajadores sociales cuando operan o actúan en los contextos institucionales, ecológicos y en los sistemas sociales donde vive y aprende la gente. Cuando un trabajador social o una trabajadora social está ayudando a una familia a vivir mejor, genera un cambio, por ejemplo, en el sistema educador de ese grupo humano, lo que repercute en qué valores, comportamientos o pensamientos aprenden y cómo aprenden los hijos de esos padres.
¿Tienen funciones educativas los trabajadores o trabajadoras sociales?
El término Educar proviene del latín educare<ducere = guiar. Significa
“perfeccionar las facultades físicas, intelectuales y morales de una persona”. Es, además, “dirigir, encaminar o desarrollar o perfeccionar las facultades intelectuales y morales del niño o del joven por medio de preceptos, ejercicios, ejemplos, etc.”. También se entiende por educar
“perfeccionar o afinar los sentidos y enseñar lo buenos usos de urbanidad y cortesía” (DRAE). Educere significa “hacer salir” mientras que educare hace referencia a “criar”, “alimentar” o “producir”.
La palabra Educación proviene del latín educatio, -onis. “Acción y efecto de educar”. El concepto de educación como perfeccionamiento y como acción organizada hacia unos fines en la que se ejerce una influencia intencional sobre los humanos que pretende ayudarles a realizar unas metas individuales y sociales.”
Es importante tener en cuenta que “la educación tiene dos fines: por un lado, formar la inteligencia; por el otro, preparar al ciudadano". El ideal
educativo es el de la formación completa, que permite el desarrollo de todos los potenciales del ser humano. "El sueño de Platón y de otros humanistas es la formación integral de las personas, es la creación del homos universalis, capacitado por igual para desarrollar trabajos intelectuales y trabajos manuales."
Si bien es aceptada la presencia y participación del trabajador o trabajadora social en los ámbitos citados, normalmente se entiende que su misión es la de la acción indirecta, merced a la cual su encargo consiste en dinamizar, promover, remover obstáculos o articular ciertos procesos que tienen que ver con lo educativo. Sin embargo, no se asume claramente que estos profesionales realicen funciones educativas o intervención directa. ¿Tal vez motivado por nosotros mismos?
En el ámbito de la educación formal, el trabajador o trabajadora social realiza o puede llevar a cabo, naturalmente, tareas educativas. Es un adulto de referencia, que transmite determinados conocimientos, habilidades y actitudes pro-sociales y lo puede hacer dentro de la oferta formativa complementaria (operando sobre contenidos transversales como la salud, la igualdad de género, la tolerancia, la no violencia…) o utilizando procedimientos conversacionales, informales, en el contacto diario con los escolares y otros miembros de la comunidad educativa. Ejerce, además, una función de modelado y es responsable, con otros profesionales de los centros, de la calidad de la convivencia o la preparación de padres, entre otros aspectos. Participa, también, como educador o docente, en el ámbito universitario formando a las nuevas promociones de titulados en Trabajo Social -y esperamos, en un futuro no muy lejano, de otros profesionales sociales- o entrenando desde los campos de prácticas a los alumnos de esta carrera.
En la educación no formal, cada vez más trabajadores sociales actúan diseñando e impartiendo cursos de habilidades sociales y cognitivas, de técnicas de resolución de problemas, de escuelas de padres, de comunicación o de técnicas de búsqueda de empleo…por citar sólo algunos ejemplos de una lista infinita.
Los trabajadores sociales realizan, además, una importante función educativa o educadora en el campo de la educación informal, ya que son muchos los que, en algún momento de su quehacer, mediante la palabra, el acompañamiento, la demostración o el ejemplo ayudan a otras personas a aprender conocimientos, habilidades y actitudes esenciales
para mejorar sus relaciones de pareja, saber separarse de forma no traumática, defender sus derechos como consumidores, o saber decir no a las drogas y ser capaces de vencer la presión del grupo de iguales o de los medios de comunicación. Continuamente se relacionan con niños, jóvenes, adultos, responsables políticos, periodistas, empresarios…Esas interacciones e influencias se traducen en aprendizajes en los propios profesionales y en las personas con los que se relacionan éstos. No obstante, aunque nos sorprenda, a algunos les cuesta admitir que tenemos un papel educativo. A veces se minusvalora, por ejemplo, el papel educador que puede tener una conversación con un chico en la calle o en el patio de un instituto. El trabajador social que está realizando esa complicada tarea aproxima servicios a los contextos vitales, donde la gente está. Si fuéramos capaces de reconocer su trabajo nos daríamos cuenta de que está
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