Eucaristia Quinceañera
Enviado por joharo • 25 de Marzo de 2015 • 787 Palabras (4 Páginas) • 373 Visitas
EUCARÍSTICA
QUINCEAÑERAS 2015
MONICIÓN DE ENTRADA
La Iglesia te da la bienvenida y se junta con tus padres y amigos para celebrar contigo tus quince años. Esta celebración debe ser una acción de gracias por haber recibido la vida, así como una aceptación de los deberes que la vida lleva consigo, cuando la vives según el amor y los mandamientos de Dios.
Vivir quiere decir crecer, y crecer quiere decir madurar. Una persona madura es la que es capaz de tomar decisiones, hacer compromisos y ser fiel a ellos, aunque llegue a ser difícil cumplirlos. En este espíritu de fe, entonces, vamos a ponernos en la presencia de Dios, para reflexionar en la necesidad que tenemos de la misericordia divina y pedir perdón a Dios por nuestros pecados.
Primera Lectura (Ecl. 11,7-9 y 12, 1-2)
Dulce es la luz y bueno para los ojos ver el sol. Si uno vive muchos años, que se alegren en todos ellos, y ten en cuenta que los días de tinieblas serán muchos, todo el porvenir es vanidad.
Alégrate, mozo, en tu juventud. Ten buen humor en tu juventud. Vete donde te lleve tu corazón y a gusto de tus ojos; pero a sabiendas de que por todo te juzgará el Señor.
Acuérdate del Señor en tu juventud, mientras no vengan los días malos y se echan encima los años. Palabra del Señor.
Salmo Responsorial
R/ Dios no te faltará
Alzo mis ojos a los montes: ¿De dónde vendrá mi auxilio?
MI auxilio viene del Señor, que hizo el cielo y la tierra.
R/ Dios no te faltará
No permitirá que tu pie tropiece,
¡No duerme tu guardián!
No duerme, ni reposa, el guardián de Israel.
Dios es tu guardián, es tu sombra,
Él está a tu derecha.
R/ Dios no te faltará
De día el sol no te hará daño,
Ni la luna de noche.
Te cuida Dios de todo mal, Él guarda tu alma;
Yahvé guarda las entradas y salidas, desde ahora y por siempre.
R/ Dios no te faltará
Lectura del Evangelio según san Mateo (Mt. 25,1-13)
El Reino de los Cielos es semejante a diez vírgenes, que, con su lámpara en mano, salieron al encuentro del novio. Cinco eran necias y cinco eran prudentes.
Las necias, en efecto, al tomar sus lámparas, no se proveyeron de aceite; las prudentes en cambio llevaron aceite. Como el novio se retardó, se adormilaron y se durmieron. Pero a media noche se oyó un grito: “¡Ya llegó el novio salgan a recibirlo!”. Entonces todas aquellas vírgenes se levantaron y arreglaron sus lámparas. Y las necias dijeron a las prudentes: “Danos de su aceite, que nuestras lámparas se apagan”. Pero las prudentes replicaron: “¡No! No sea que no alcance para nosotras y para ustedes, es mejor que vallan donde los vendedores
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