Formación De La Afectividad
Enviado por Diistal • 26 de Noviembre de 2014 • 4.442 Palabras (18 Páginas) • 332 Visitas
INTRODUCCIÓN:
Si la inteligencia no constituye una facultad separada del resto de facultades del hombre, lo mismo puede afirmarse y con mayor énfasis, de la afectividad. No existe algo que puede llamarse afectividad sino comportamientos afectivos frente a los estímulos. Consiste en una tonalidad o en una conmoción global, básicamente de agrado o desagrado, que acompaña a nuestras reacciones frente a los estímulos del medio. La expresión “que acompaña” no debe entenderse como algo agregado sino como algo inherente a la reacción misma. A veces la afectividad es algo secundario pero con frecuencia es el factor determinante del tipo y de la calidad de la reacción. Cuando estudiamos un tema científico nuestra afectividad nos va señalando el agrado o desagrado que nos produce el tema. Pero cuando nos enamoramos o cuando reaccionamos ante un insulto, nuestra afectividad ocupa la casi totalidad de la reacción.
1. IMPORTANCIA DE LA AFECTIVIDAD:
La importancia de la afectividad dentro de la totalidad de la personalidad radica:
1º) En que un elevado porcentaje de nuestras acciones no es el resultado de razonamientos sino de estados afectivos.
2º) En que algunas de las decisiones más importantes: profesión, matrimonio, están fuertemente condicionadas por nuestra afectividad.
Ante la importancia de la afectividad en la vida del hombre, cabe preguntarse: ¿Qué es más importante, la inteligencia o la afectividad? Esta pregunta plantea un falso problema. Ambas son funciones de un todo unitario y estructurado y nunca actúan por separado, de donde se sigue que existe una interdependencia funcional. La incidencia de la afectividad en el conocimiento tiene un aspecto negativo cuando dificulta la objetividad de aquellos juicios en los que ésta debe predominar plenamente, como puede ser el caso de la investigación científica. Pero también puede señalarse la incidencia positiva que puede tener la afectividad en el conocimiento en cuanto que intensifica el interés por ciertos temas e incluso llega a anticiparse al conocimiento. Esta última ha sido defendida con argumentos de peso por Max Scheler en su obra “Amor y conocimiento”.
Pero las conductas en que predomina la afectividad están, a su vez, condicionadas por la actividad intelectual y por los conocimientos, lo que se ve con claridad en al análisis de las actitudes, de los ideales y de las valoraciones.
Todo esto confirma la unidad esencial de la vida psíquica y la no existencia de “facultades” con entidad propia.
Parece que la afectividad funciona en los planos centrales y más profundos del organismo vivo: allí donde lo psíquico se refunde con lo orgánico; allí donde brotan las energías que son utilizadas para satisfacer las necesidades.
Situada en lo más profundo del ser, la afectividad se constituye en el verdadero motor del comportamiento, en cuanto origina la mayoría de las conductas y condiciona todas las demás. Las ideas, por ejemplo, solo se convierten en “ideas fuerza”cuando son energetizadas por la afectividad.
2.LA FORMACION DE LA AFECTIVIDAD:
Admitida la importancia de la afectividad en la vida humana, resulta evidente que la educación de la misma tiene que ser un aspecto fundamental de toda formación humana que merezca denominarse humanista.
2.1. Dificultades que plantea la educación de la afectividad:
Comparada con la formación intelectual la formación afectiva presenta dificultades especificas.
Lo primero que hay que destacar es que la educación afectiva, por su propia naturaleza, no puede ser sistematizada en el mismo grado que la formación intelectual. Una de las causas consiste en que no conocemos bien cómo funciona la vida afectiva. Los estados afectivos actúan en lo más profundo de nuestro ser, allí donde lo psicológico se confunde con lo biológico. La afectividad hunde sus raíces en el inconsciente, esa zona un tanto misteriosa donde nacen las motivaciones decisivas del comportamiento.
Además de la relación con el inconsciente existen otros aspectos de la vida afectiva que resultan complejos. Mencionaremos algunos que tienen interés en relación con la educación.
Uno de ellos es el fenómeno de la identificación afectiva. Se da cuando una persona está unida a otra afectivamente de tal modo que hace suyos los estados afectivos de esta. Todo lo que proviene de tal persona es aceptado sin reparos y lo hacemos propio, lo incorporamos a nuestro propio comportamiento. Por la identificación afectiva los hijos pequeños asimilan pautas de conductas provenientes de los padres; los amigos intercambian valoraciones y los alumnos adoptan muchos comportamientos de los maestros.
Otro aspecto es el llamado “efecto espejo”: las personas reaccionan de acuerdo con las expectativas que tenemos de su comportamiento.
Un tercer caso es el denominada efecto serendip, por el cual una persona obtiene de otra exactamente el resultado opuesto al que pretendía. Por ejemplo una madre que no sabe motivar adecuadamente cuanto más orden exige a sus hijos consigue que sean cada vez mas desordenados.
Las breves consideraciones anteriores son suficientes para justificar la afirmación anterior de que la formación afectiva es aún más difícil y compleja que la formación intelectual y explica, al menos parcialmente, por que ocupa un lugar secundario en la educación formal.
Pero el problema de la educación afectiva no se origina únicamente por factores intrínsecos a ella misma. Existen, además, algunas circunstancias en la sociedad contemporánea que contribuyen a hacer mucho más difícil la educación de la afectividad.
Mencionaremos en primer lugar el hecho indiscutible de la prioridad asignada en la educación formal, en todos los niveles, a la educación científica y tecnológica. En la moderna sociedad de consumo el objetivo que predomina es el de capacitar a las personas para desempeñar con eficacia una actividad que les permita conseguir los recursos para asegurarse los bienes y servicios que consideran indispensables para el bienestar personal. No obstante, cuando se exagera esa prioridad se provoca un desequilibrio que lleva a sacrificar las personas a las cosas, de donde, a la larga, el bienestar resulta ilusorio.
_Por otra parte nuestra época resulta difícil para la normal evolución de la afectividad por las enormes tensiones a que estamos unidos todos los sujetos por el hecho de vivir en una época crucial, que se encuentra a caballo entre dos eras de la Humanidad. Los desajustes existentes a nivel social, político, económico y cultural y sus incidencias
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