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GESTIONAR NUESTRO PATRIMONIO


Enviado por   •  29 de Junio de 2019  •  Informe  •  6.478 Palabras (26 Páginas)  •  150 Visitas

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Todo en la vida tiene un coste, el balance y el estado de de cash-flow o movimiento de caja son el fundamento de todas las operaciones empresariales y si renunciamos a su cálculo renunciamos al porvenir económico.

La empresa/persona que conserva su dinero mantiene abierta todas sus opciones, tiene a su alcance poder invertirlo, prestarlo a cambio de unos intereses o ahorrarlo.

Si estamos dotados de una buena autoestima no solemos ser avariciosos ni codiciosos ni tampoco exageradamente humildes.

La definición más general de un objetivo es un estado de cosas al que se tiende mediante una acción. Si no somos capaces de descubrir el estado de las cosas que deseamos alcanzar nos faltaría motivación para actuar.

Sin unos objetivos no hay progreso ni desarrollo; el éxito es el fruto de la acción y tiene que ser visible.

Debemos descomponer los grandes objetivos en una serie de metas parciales.

Todo objetivo ha de ser especifico y cuanto mejor se logre imaginarlo más fácil resultara alcanzarlo.

Los objetivos hay que plantearlos positivamente y tiene que estar expresados como proposiciones afirmativas.

Para seguir el camino del éxito y poderlo controlar no hay que depender de otras personas.

Si los objetivos son muy complejos y su realización depende de muchas incógnitas debemos subdividir el objetivo final en varias fases parciales. La riqueza no proviene de las rentas sino de la administración.

Los objetivos deben ser:

1- Específicos, en sentido concreto, claros y definidos con precisión.

2- Terminantes, en sentido definitivo, en relación con el tiempo concedido para realizarlo.

3- Realista, exigente pero ajustado a las condiciones objetivas.

4- Evaluable, es decir, que se puedan medir y verificar a través de criterios de éxito cualitativos y cuantitativos.

5- Llevadero, en el sentido de formularlos positivamente, deseable y motivador.

6- Alcanzable.

El excedente para invertir solo se puede realizar de tres maneras: reduciendo gastos, aumentando los ingresos o ambas cosas a la vez. Se establece como norma que el ahorro debe superar al menos un 10% de la renta mensual disponible.

Los costes fijos son aquellos que caen todos los meses (alquiler, luz, agua…), aquellos sobre los que tenemos influencia directa.

El ahorro comunica la sensación de independencia financiera. Para poder comprar algo que cuesta un euro es necesario haber guardado antes casi dos euros; hay que pensar la cantidad de horas que hay que trabajar para cubrir ese gasto. Utilizar nuestra capacidad de endeudamiento es una decisión de buena administración patrimonial.

Al elaborar u n plan de amortización los créditos comerciales debemos convertirlos en bancarios bajo condiciones normales de préstamo al consumidor y procurando negociar los tipos de interés más reducidos que existan en el mercado.

Los objetivos deben asentarse sobre fundamentos estables; el dinero es como una planta y su crecimiento puede fomentarse o retardarse. La depreciación del dinero (la inflación) se puede considerar como un factor climático al igual que la vida de la inversión (el tiempo que permanece inmovilizado el dinero) y su rentabilidad.

La inflación significa que para todo hay que gastar más dinero cuando este cada vez vale menos. Si no se tiene en cuenta el efecto inflacionario en el momento de tomar decisiones de inversión las previsiones se quedarán cortas y a largo plazo nuestro dinero desaparece.

Así si por ejemplo nos preguntamos cuál será el poder adquisitivo de 500.000.- euros dentro de 35 años, suponiendo que la inflación anual es del 2%, nuestro dinero quedará reducido a menos de 250.000.- euros.

Si depositamos en un banco 5000.- euros que nos reporta un interés, p.e., del 2,5%, pero la inflación promedia anual a largo plazo es del 3%: el 1º año nos abonaran 125.- euros, pero la merma del poder adquisitivo habrá sido de 150.- euros, por tanto tendremos nada más que 4.975.- euros.

Además los intereses a nuestro favor devengan impuestos, y si suponemos que el gravamen sea del 30% o lo que es lo mismo, 37,5.- euros, solo nos quedarían 4.935,5.- euros.

La pérdida neta solo en el primer año es de 62,5.- euros y en quince años ascendería a casi 950.- euros pese a los intereses percibidos. En definitiva, hemos perdido casi la quinta parte e lo ahorrado.

Cuando se establece un plan financiero hay que considerar una cifra media de inflación. Para compensar la depreciación del dinero la rentabilidad de la inversión tiene que ser como mínimo igual al índice de inflación prevista; a esto se denomina tipo de interés crítico.

En el ejemplo anterior, para compensar la pérdida sufrida es preciso obtener una rentabilidad que aportase exactamente 62,5.- euros, que son los que nos faltaría bajo el supuesto de un tipo de interés del 2,5%; el diferencial es de 1,25% 62,5.-euros son equivalentes al 1,25% de 5000,. Euros.

Por tanto, el tipo de interés critico que deben ofrecernos no es del 2,5% sino del 3,75%; si la inversión alcanza una rentabilidad del 3,75% habremos conservado el valor de nuestros ahorros.

El tipo de interés también es un factor que determina la velocidad en que se incrementa nuestro dinero; a mayor diferencia entre este y el tipo de interés critico (tasa de inflación) mayor será el beneficio obtenido.

La unidad de medida, el índice de crecimiento del dinero, es la rentabilidad, expresada en tantos por ciento y referida al periodo anual. El dinero debe producirnos un interés superior a la tasa mínima o critica para que obtengamos un beneficio real, después de impuestos, y por tanto para que nuestro patrimonio se vea aumentado.

Cuanto más alto sea el rédito menor será la cuota mensual de ahorro que se debe aportar.

La plusvalía o performance representa siempre una cifra más alta que el dividendo, ya que este viene referido a un valor histórico que toma como base, por ejemplo, el precio de emisión de una acción o de una participación.

La plusvalía a diferencia del dividendo incluye el efecto del interés compuesto; a mayor duración de la inversión más favorable es esta fórmula y su efectos de desplegara tanto más cuanto más pronto se empiece a ahorrar.

Si ingresamos, p.e., 50 .- euros al mes desde nuestra fecha de nacimiento hasta que cumplamos 20 años, a partir de este punto el propio ahorro sigue ahorrando a razón de 100.- euros mes y si a los 65 años decidimos retirar los ahorros :

Al 6% resultan 600.000.- euros. Al 8% resultan 1.603.000.- euros.

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