Historia Social General
Enviado por sacuto • 27 de Marzo de 2020 • Resumen • 5.436 Palabras (22 Páginas) • 181 Visitas
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HISTORIA SOCIAL GENERAL
Prof. Gastón María Emilia
Alumna Martínez Ortíz María De Los Ángeles Altagracia
1er año PAV
TEXTO 1 CANNALE. A. Las vueltas con la Revolución Industrial: avatares recientes de un viejo concepto.
¿Cuáles serían las distintas interpretaciones sobre la revolución industrial que desarrolla el autor y en que época del siglo XX se desarrolla?
La revolución industrial ha sido, y continúa siendo, objeto de un considerable debate historiográfico. No fueron los economistas británicos inmersos en ella quienes captaron antes su trascendencia, sino los observadores continentales. Es en el continente, y entre autores franceses, donde primero se emplea la expresión revolución industrial. Fue sobre todo tras la Segunda Guerra Mundial cuando la interpretación de la revolución industrial en términos de ruptura se hizo dominante, al coincidir economistas e historiadores, desde diversas perspectivas en la idea de la profundidad de los cambios producidos en algún momento a partir de la segunda mitad del siglo XVIII.
-Deane y Cole al analizar los indicadores macroeconómicos (cifras que indican la evolución de la economía en una zona o país concreto)
-Rostow al identificar el despegue hacia el crecimiento autosostenido en el aumento de las inversiones a partir de 1780.
-Landes al estudiar los avances de la tecnología, tenían en común el poner de relieve la existencia de una discontinuidad fundamental.
- Ashton en su clásica síntesis sobre la Revolución Industrial, había aceptado pese a sus cautelas.
La visión del proceso industrializador británico en términos esencialmente rupturistas pasó a formar parte de los manuales y obras de síntesis sobre el período hasta el punto de ser calificado, en uno de ellos, como "la transformación más fundamental experimentada por la vida humana en la historia del mundo.
Es a partir de 1980 cuando esta interpretación clásica de la revolución industrial sufre una revisión importante a cargo, principal pero no exclusivamente, de historiadores de la economía, quienes tendieron a desdramatizar la inmediatez y la profundidad de las transformaciones económicas representadas por la revolución industrial, hasta el punto de negar, en algunos casos, la pertinencia del término, inapropiado para reflejar un fenómeno caracterizado por su gradualidad. Las bases para este replanteamiento ya se habían puesto unos años antes, con aportaciones que minaban, respectivamente, el carácter drástico del cambio al establecer una etapa intermedia -la protoindustrialización- y sus resultados excepcionales, apenas mejores a largo plazo que los conseguidos por la economía francesa. Lo que se ponía también en cuestión era la existencia de un patrón industrializador, el británico, con el que los demás países habían de compararse. Pero las contribuciones que, de forma explícita, se propusieron construir la nueva visión de la revolución industrial aparecieron en la década de 1980, a cargo de Harley y Crafts. Los trabajos de ambos constituían sendas aportaciones de la Nueva Historia Económica al tema del crecimiento económico durante la revolución industrial, más circunscrito el de Harley y más ambicioso y desarrollado el de Crafts, que ya había iniciado la revisión de las tradicionales estimaciones sobre el crecimiento algunos años atrás, aunque en ambos estaba clara la afirmación de unos ritmos diferentes de la economía británica. Esta revisión de la industrialización británica desde una perspectiva macroeconómica coincidió en el tiempo con planteamientos en los que se insistía en la persistencia de la industria doméstica y los talleres artesanales hasta bien entrado el siglo XIX. La nueva visión de la revolución industrial fue ganando terreno a lo largo de la década de 1980. Coincidía con los planteamientos de un historiador del prestigio de Wrigley, para quien el crecimiento anterior a mediados del siglo XIX se había producido dentro de los límites de una economía basada esencialmente en el uso de recursos orgánicos, mientras que el desplazamiento de la población del campo las ciudades no había aumentado de forma significativa la proporción de población empleada en la industria fabril durante la primera mitad del siglo. En pocos años, surgieron explicaciones que negaban carácter de corte profundo a la revolución de 1688, al afirmar la vigencia del Antiguo Régimen hasta al menos el primer tercio del siglo XIX; consideraban que Inglaterra era en tiempos de la revolución francesa una sociedad estable y cohesionada, en la que el jacobinismo no constituyó una amenaza seria; subrayaban la continuidad del Cartismo con el radicalismo reformista del siglo XVIII, en razón del carácter interclasista que revelaba el análisis de su lenguaje político; y defendían la pervivencia del predominio económico de la aristocracia, la asunción de sus valores por la burguesía y la caracterización de acuerdo con ellos de la política imperial todavía al término de la época victoriana. En realidad, lo que más separa a unos y otros no son las divergencias sobre cuánto y cuándo creció la economía británica, sino diferencias más profundas sobre la posibilidad de medición del crecimiento económico y sobre la validez del mismo como criterio fundamental del cambio histórico. Porque, para la mayoría de los críticos, la baja calidad de los materiales estadísticos disponibles para elaborar los complejos datos generales sobre producción y productividad no garantizan la validez de unos resultados difícilmente compatibles con la profundidad de las transformaciones apreciadas por los contemporáneos. Y porque, más importante aún, estos críticos tienden a rechazar una visión reduccionista de los acontecimientos, una visión que restringe los cambios múltiples que se producen durante la revolución industrial a una cuestión de porcentajes de crecimiento, cuando muchas de estas transformaciones no tuvieron una traducción inmediata en términos de aumentos de la producción o mejoras de la productividad y otras trascendieron los límites del impacto económico.
TEXTO 2 GUILIANI. A. Capitalismo y Revolución Industrial en Gran Bretaña (1789-1850) en Historia Económica Mundial General Contemporánea. Ed. Dialektik. 2012 pág. 43 a 60.
-Enumere y explique los factores internos y externos que dieron lugar al desarrollo industrial en la Inglaterra del siglo XVIII (propiedad privada, formas de trabajo, mercado interno, mercado externo).
La Revolución Industrial británica fue el primer proceso de industrialización de una sociedad que, a través de él, consolidaba relaciones capitalistas y las imponía en otras latitudes con mercancías e inversiones, con la difusión de las ideas liberales y el aparato militar imperial. Ese despegue fabril de Inglaterra de fines del siglo XVIII constituyó un momento clave en la formación de la sociedad capitalista. Durante las décadas de la revolución industria muchísimas personas debieron dejar de procurarse el sustento como lo hacían tradicionalmente y emplearse como trabajadores asalariados. Muchos de ellos habían sido expulsados de las tierras y privados del uso de los recursos naturales; sus formas de vida se transformaron: debieron comenzar a vender su trabajo, recibir a cambio dinero para intentar obtener lo necesario para vivir, tal como se ven obligados a hacerlo los trabajadores de hoy en día. La implicó una clara ruptura con el pasado. Pero a la vez fue una etapa (1780-1850) del largo proceso de industrialización iniciado siglos antes y que continúa hasta hoy. También constituyó un momento muy peculiar en el desarrollo de las relaciones capitalistas ya existentes. El capitalismo, basado en la propiedad privada de los medios de producción, en el trabajo asalariado, en la mercantilización extendida de productos y servicios, y en la acumulación y concentración de capital, se desarrolló y comenzó a consolidarse con el despegue de la industrialización británica, a fines del siglo XVIII. Sin embargo, su origen es anterior, no como orden dominante de las relaciones socio económicas, sino en el sentido de existencia de relaciones de subordinación de productores a capitalistas.
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