La Desmunicipalización De La Educación Chilena.
Enviado por breakdaniels • 11 de Agosto de 2014 • 1.630 Palabras (7 Páginas) • 230 Visitas
La desmunicipalización de la educación chilena.
En la actualidad al tratar el tema de la educación en nuestro país lo hacemos peyorativamente como el problema de la educación. Es así como iniciamos una interminable batalla entre los actores sociales del sistema educativo que ha generado en el último tiempo masivas marchas ciudadanas; lo que ha permitido escuchar la voz de aquel actor que por largo tiempo estuvo pasivamente participando y que hoy demanda educación pública, gratuita y de calidad. .
Ahora bien ¿Qué tipo de cambio?, algunos plantean radicalmente una reforma estructural a éste sistema corrompido por el lucro, otros solo plantean mejoras aludiendo que no se ha hecho todo mal y que sólo es una crisis. Sin embargo las estadísticas y la historia nos dan cuenta de que se ha invertido en infraestructura, se ha aumentado la cobertura educacional, se ha extendido la jornada educativa, se han creado y replanteado proyectos de intervención personalizada en el aula etc, pero quién asegura que dichos cambios lleguen efectivamente a la comunidad y en especial a aquella más carente de recursos económicos, y más aún se puede pretender esto en una realidad donde 34 estudiantes comparten un aula.
Nos adscribimos a la corriente teórica que comprende al sistema educativo como expresión coherente de las distintas formaciones económicosociales que se han desarrollado a lo largo de la historia. En tal sentido, el actual sistema educativo mundial, y el chileno en particular, en términos generales es expresión de las necesidades que la actual fase del sistema capitalista requiere para su funcionamiento.
Lo propio del modelo neoliberal imperialista, a diferencia de otras fases del capitalismo, consiste, como ha señalado Francois Houtart, en que ha llevado la lógica privatizadora, competitiva y mercantilista a esferas que antes no habían sido tocadas, puesto que en ellas había una fuerte regulación estatal. De ahí la privatización de la salud y la educación, entro otros aspectos.
Nuestro país, inserto en la lógica de acumulación mundial, no ha estado ajeno a este proceso. En efecto, ha jugado un rol fundamental toda vez que ha sido el primer país del mundo en donde la privatización y la mercantilización de los derechos sociales han adquirido una profundidad y amplitud ni siquiera vista en los países centro del capitalismo. Esto explica, en parte, que muchas de las recetas neoliberales chilenas sean tomadas como un modelo a exportar.
De otra parte, es importante mantener presente la observación de Atilio Borón, quien ha sostenido que el imperialismo actual va más allá de los elementos puramente económicos, políticos y militares. En efecto, uno de los rasgos del imperialismo contemporáneo es la enorme proliferación de los mecanismos de dominación cultural e ideológica, pro y reproductores de un sentido común dotado de una lógica del mundo que cierra con un ‘bloque de cemento’ todo intento de ‘soñar y pensar’ un mundo distinto, al tiempo que crea un consenso en torno al actual funcionamiento de la sociedad.
Como es sabido, la dominación ideológica se reproduce a través de diversos mecanismos entre los cuales, por excelencia, están los medios de comunicación de masas, pero también encontramos la escuela.
La contrarrevolución del 11 de septiembre de 1973, generó cambios estructurales en el país. En el plano educativo, a nuestro juicio, la contrarrevolución verifica dos etapas. La primera se sitúa desde los años 80’ hasta fines de los 90’, mientras que la segunda discurre desde fines de los 90’ hasta la actualidad: la coyuntura actual es el apogeo de etapa.
La primera etapa se caracteriza por el desmantelamiento de la educación pública y la ampliación de los circuitos de acumulación del capital al mundo educativo a través de la privatización sistémica de la educación. Todo, por cierto, recubierto de un marco legal.
En efecto, a partir de los años 80’ la educación chilena sufrió una reforma privatizadora en virtud de la cual el Estado pasó a tener un papel subsidiario, mientras que, por otro lado, el mercado se configuró como la instancia reguladora de las actividades en el ámbito escolar.
La concreción de la reforma se dio en dos ámbitos diferenciados pero complementarios: a) se cambió la modalidad de financiamiento de la educación y, b) se descentralizó su administración. El discurso que buscaba legitimar estos cambios planteaba que el Estado era excesivamente burocrático y, por ende, había que trasladar muchas de sus funciones (entre ellas la educativa) al sector privado, que sería más eficiente.
El objetivo de tal reforma era, y es, entregar los procesos de regulación de la educación a los mecanismos del mercado, igual que se hiciera con otros servicios públicos como la energía, la telefonía, salud, pensiones., etc. De tal modo, el propósito de la equidad educacional sería solucionado en el mercado, dependiendo de quienes por sus posibilidades económicas pudiesen comprar servicios educativos; y el propósito de la calidad educativa, como en toda empresa capitalista, queda en manos de quienes muestran una mayor eficiencia administrativa, atraen una mayor cantidad de recursos de parte de los padres, y a la competencia entre centros educativos.
En relación al primer ámbito de la reforma, es decir, el financiamiento, ésta pasó a regularse por la Ley
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