La Profesion Docente

La agenda pendiente y los retos emergentes.

Durante los años 90, la mayoría de los países latinoamericanos impulsaron cambios que llevaron a un escenario educativo mucho muy favorable que el de las décadas anteriores

Lo primero que cabe concluir en América Latina desde el punto de vista institucional, es que hoy existe mayor descentralización administrativa, que han surgido nuevos pactos por la educación. En el plano estrictamente pedagógico se han puesto en marcha importantes reformas curriculares, hay programas para mejorar la calidad y equidad de la enseñanza a nivel básico y medio, se experimenta con ampliaciones de jornada y se cree más adecuando focalizar los programas hacia los grupos vulnerables a efectos de lograr objetivos de equidad.

Los esfuerzos realizados no han servido para garantizar un desarrollo educativo sostenido para los países de la región. Persisten las desigualdades respecto a la distribución de oportunidades educativas y el rendimiento sigue siendo bajo.

A nivel institucional existen obstáculos políticos que impiden avanzar hacia formas modernas y eficientes de gestión administrativa y nuevas formas de financiamiento de la educación.

Una temática que importa aquí y allá.

La revisión de la literatura a nivel internacional muestra que las nuevas expectativas y los desafíos a los que se enfrentan las sociedades y economías sitúan a la educación en el centro del debate y a los docentes como actores clase. En este escenario, los responsables educativos enfrentan el reto constante de disponer de un número suficiente de maestros que sean competentes, que permanezcan motivados y que tengan condiciones laborales adecuadas durante su carrera profesional.

Las dos caras de una misma moneda.

Los docentes han tenido resultados relativos a pesar de que se le reconoce un papel clave en las reformas educativas y ellos por razones que aparentemente son contradictorias y que se resume en una frase “La formación docente tiene el honor de ser, simultáneamente, el peor problema y la mejor solución en educación.”

Un buen maestro puede hacer la diferencia en que exista la buena educación y mala educación.

Nuevas demandas y nuevos conocimientos.

Es un hecho que las escuelas actuales no están adaptándose lo suficiente rápido como para enfrentarse a los cambios que la sociedad viene demandando. La escuela sigue siendo tradicionalista y ofrece un plan muy monótono que suele ser aburrido.

Un docente necesita por lo menos cuatro cualidades: capacidad de construirse un punto de vista personal; predisposición para la búsqueda e innovación; dominio de conocimientos y competencias y espíritu de colaboración.

Es por eso que si se quiere llegar a ser un buen maestro se deben seguir estos pasos e innovar las aulas hacer las clases de una manera menos rutinaria e innovadoras.

La formación debería de promover en los docentes una identidad propia como personas capaces de aprender, de ser responsables y emprender.

Un entorno laboral que mucho explica.

El cuerpo docente es mayoritariamente femenino lo que contrarresta claramente con la distribución de género en otras profesiones no docentes, en las que suele predominar el sexo masculino o en las que la distribución tiende a ser más equitativa.

A demás, esta población mayoritariamente femenina tiende a ser más joven que sus pares de países desarrollados, donde la tendencia parece ser hacia el envejecimiento progresivo. Por otro lado, la preparación y los años de educación de los docentes es más débil que la de sus pares en países desarrollados e incluso que en otros países en desarrollo. El promedio de educación de los maestros y profesores latinoamericanos es de 12 años y sigue siendo significativamente menor al que registra en el grupo conformado por Estados Unidos, Japón y los países de la OCDE y otros países en desarrollo.

La evidencia reciente también sugiere que los docentes provienen de sectores y familias con menos capital cultural y económico en términos relativos y que en estos hogares la incidencia de la vulnerabilidad económica

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