La educación en el futuro

El informe nos presenta las diferentes pautas de cómo es la educación del 2030 la más anhelada, "escuela del futuro", las clases magistrales desaparecieron a favor de un docente  que ya no ejerce sólo como transmisor de conocimientos, sino que es más bien una guía para el alumno en su propio proceso de aprendizaje.

Internet es el principal nido de información, por encima de la propia escuela y el mandarín se afianza como principal lengua de aprendizaje, el cual es mucho más personalizado. Las escuelas se convirtieron en redes donde los estudiantes interactuarán entre ellos y con el docente de forma que se produce un aprendizaje colaborativo. Las aulas se convirtieron en espacios transparentes, las sillas y las mesas se pueden mover de forma que el alumno pueda ir de un grupo de trabajo a otro si así lo desea o necesita.

Internet y los grandes centros de información, los llamados Big Data se convirtieron en los principales puntos de acceso a la información por parte de los estudiantes.

El profesor es un moderador, hace años el profesor tenía el monopolio del conocimiento. El profesor es un moderador, un guía que orienta los diferentes contenidos que los mismos estudiantes han encontrado. La enseñanza es cada vez más individualizada. Se divisa que se mantiene el modelo escuela, profesor, clase, alumno, pero con otras actividades. Antes te preparaban para convertirte en alguien que haría un trabajo toda la vida. En la actualidad, los estudiantes salen preparados para elegir lo que quieren ser y para ser muchas cosas a la vez. El entorno escolar cambio profundamente con la aportación de las nuevas tecnologías. Las aulas son tecnológicas. Los libros son digitales. Pero ya no es el mismo libro para todos, sino que los profesores ofrecen a los estudiantes un grupo de fuentes con las que informarse. La escuela se convirtió en un ámbito de formación y aprendizaje:

El colegio tiene competidores: la familia, los amigos, pero también la web y las redes sociales. En cuanto a los problemas de autoridad, el presente  es optimista. La verdad existen más problemas de disciplina. Si la enseñanza está centrada cada vez más en el individuo, todas las personas se sienten más motivadas. Por eso el profesor tiene más libertad y la posibilidad de aplicar pedagogías distintas. De esta forma es capaz de sacar lo mejor de sus estudiantes. Hay más inmigrantes, a las grandes ciudades, pero esto no supone problemas si la enseñanza es capaz de adaptarse a las exigencias de cada persona.

Antes la escuela era el único lugar donde encontrar un libro. Ahora un libro solo no basta, los chicos son del siglo XXI, pero los profesores son del XX y las escuelas, del XIX. El sistema está obligado a cambiar.

El papel de los profesores es más relevante. Tiene que mostrar a los estudiantes que hay que ser críticos con la información, que no todo lo que encuentran en internet es correcto, que deben seleccionar y acudir a las fuentes más fiables, dice el encargado de la educación en el presente gobierno.

Pérez cree que se consolidaron las metodologías como la clase invertida, que consiste en que los estudiantes preparan por su cuenta las clases y hacen una exposición en el aula, mientras el profesor realiza una labor de acompañamiento.

Este sistema permitirá que una parte del trabajo se haga en casa y que cada alumno siga su ritmo.

La clase magistral es ya obsoleta. No tiene sentido contar un problema  a 250 estudiantes que no pueden intervenir si se les puede dar algo grabado. Pero, por otro lado, mucho de esto se podía hacer ya y no ha pasado.

El perfil del estudiante cambio en la última década. Son esdudiantes con muchas más posibilidades de acceso a fuentes de conocimiento, con una mentalidad más universal y menos localista, protagonista indiscutible de su aprendizaje, un ciudadano global que busca a través del aprendizaje un modo de responder a alguna necesidad del entorno. El currículo tiene más contenidos personalizados a la medida de cada alumno. Esto tiene consecuencias en la relación jerárquica con el profesor. Se desdibuja claramente la línea que separa quiénes son los que enseñan y quiénes son los que aprenden.

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