Los discursos de occidente como forma de construcción de imaginarios urbanos
Daniel Fernando Cantor BaezEnsayo29 de Agosto de 2018
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Los discursos de occidente como forma de construcción de imaginarios urbanos
En este ensayo, se revisarán las diversas posturas que giraron en torno al proceso de interpretación de imaginarios dentro de la ciudad. Antes de empezar con el enfoque primario de este ensayo, que se establecerá como una tesis basada en un análisis discursivo en torno al concepto de ciudadanía y los conceptos de ciudad, es importante definir a grandes rasgos qué se estudió en el trabajo de campo, y qué imaginarios se pudieron derrumbar, tanto a nivel personal, como a nivel grupal. Es importante reconocer que el recorrido por lugares como el Parque Nacional, las diversas parroquias, La Candelaria, entre otros, hizo que varios estudiantes encontraran varios aspectos de contraste con respecto a sus imaginarios y la realidad. Entre otros efectos, se logró la asimilación de la importancia cultural en los espacios citadinos, al igual que el derrumbe de mitos relacionados al aspecto, la seguridad y el ambiente del sector. Es relevante generar aquellos espacios de reflexión en torno a múltiples ítems que circundan en nuestro ambiente citadino, y que muchas veces es tergiversado por discursos políticos, sociales, y diversos imaginarios establecidos, inclusive, en la literatura.
En principio, es importante determinar una pregunta desde la cual partir, para poder analizar las distintas posturas desde un marco determinado, y así poder enfocar la discusión llevada a cabo dentro de este ensayo de forma oportuna. Es importante tener en cuenta que la postura desde la cual se llevará a cabo este interrogante será inclinada levemente hacia la socialdemocracia, con un tinte crítico hacia el sistema neoliberal y sus doctrinas subsecuentes, tales como el desarrollismo de Truman en los años 60, la planeación urbanística contemporánea, influenciada en cierta medida por el efecto del desarrollo tecnológico y la idea de las “ciudades inteligentes”, consistente en la utópica idea de automatizar y tecnificar cada uno de los aspectos de la urbe, en pro del desarrollo, y en concordancia con el discurso que este implica. Al final, todas estas teorías finalizan en el sujeto, configurado como un ciudadano, si en el contexto urbano se le ubica.
Así, es posible plantear el siguiente interrogante: ¿Cómo las diferentes concepciones de ciudadanía (en cuanto al papel del ciudadano), en concordancia con las distintas percepciones de la ciudad (a nivel social, político, económico y geográfico, dentro de una tesis con tendencias occidentales), contribuyen a la difusión de un discurso neoliberal, en detrimento de posiciones ideológicas y epistémicas alternativas?
Las distintas concepciones de ciudadanía, muchas veces dependientes de factores económicos, políticos, y geográficos, ligados a un contexto histórico ubicado en la posteridad de la caída de los Estados de Bienestar, contribuyen a difundir un concepto de ciudad pensado en torno a las necesidades del neoliberalismo, el desarrollismo, y las doctrinas de planeación urbanística occidentales, llegando a desplazar fuentes de conocimiento alternativas, en torno a cómo se conoce la ciudad en otras culturas y posiciones ideológicas.
En primer lugar, es altamente relevante aseverar que el concepto de ciudad está altamente influenciado por varios aspectos. Entre aquellos aspectos, se encuentran las doctrinas socioeconómicas, políticas y geográficas, que determinan la ciudad desde sus respectivas perspectivas, y, sobre todo, los imaginarios establecidos desde el sujeto, para lograr establecer definiciones, tanto de ciudad, como de ciudadanía, en torno a las urbes. Silva (2001) habla de un aspecto fundamental en este propósito:
“Una ciudad entonces, desde el punto de vista de la construcción imaginaria de su imagen, debe responder, al menos, por unas condiciones físicas naturales y físicas construidas; por unos usos sociales; unas modalidades de expresión; por un tipo especial de ciudadanos en relación con la de otros contextos, nacionales, continentales o internacionales.”
Así, Silva ratifica el aspecto fundamental bajo el cual se basan los imaginarios, especialmente aquellos establecidos por sujetos sociales, es aquel establecido no solo en condiciones del entorno, en condiciones sociales (en este contexto, social hace acepción a una categoría que envuelve todo lo relacionado a las sociedades per sé), sino también, en cuanto a las relaciones que existen entre sujetos, entre factores naturales y éstos, y entre contextos.
Efectivamente, en la salida se logró comprobar en varios compañeros el impacto y la realidad de los imaginarios y conocimientos previos (y muchas veces prejuiciosos) de la ciudad. Muchos imaginaban que el centro de Bogotá era muy peligroso, antiguo y sucio. Sin embargo, al conocer la realidad, es distinto. Pero el hecho de que estos imaginarios de ciudad estén en las mentes de los estudiantes, no es para nada gratuito. Según Silva (2001), existe el ‘punto de vista ciudadano’. Este está condicionado a dos factores: al hecho de que hay publicidad específica para cada tipo de sujeto, y que esta moldea su punto de vista; y al hecho de que existe un patrimonio cultural, que “siempre actuará como especial sugerencia identificadora en esta relación dialógica de participación ciudadana.”. En ese orden de ideas, es posible establecer un aspecto fundamental en torno al interrogante planteado al principio del texto: las formas de difusión discursiva de los diversos planteamientos en torno al concepto de ciudad, se establecen tanto en la publicidad (que es, entre todo, uno de los principales exponentes del capitalismo), como en la cultura implícita inculcada desde los contextos, hacia el sujeto.
Es importante reconocer que uno de los aspectos que más ha contribuido a construir una conceptualización altamente multidisciplinaria de la ciudad, lógicamente orientada en una escuela occidental. Alicia Lindón (2007) habla de los ‘estudios urbanos’ como formas de interpretación de la ciudad. Se configura así el “estudio de los sólidos” y la antropología como maneras de revisar lo que se plantea como ciudad. El estudio de los sólidos contribuye a la esencia material de lo que representa la ciudad, y muchas veces, en torno a estudios planteados en doctrinas ligadas al desarrollismo, como la Planificación. La antropología, entraría allí cuando se habla de no reducir la ciudad a lo material. Al hablar de discursos, como la planeación, este aspecto meramente físico de la urbe se desarma y pasa a establecerse una correlación de lo material con los imaginarios. Autores como Arturo Escobar reconocen la importancia de estas doctrinas para el discurso neoliberal. Y ahora, extrapolándolo al concepto de ciudad, se establece una relación clara: la planeación no solo se establece como una estrategia para lograr organizar con antelación sociedades, sino también espacios donde las sociedades habitan. Y esta doctrina, lógicamente obedece a lo que el desarrollo plantea, en línea con el neoliberalismo y sus aspectos relacionados.
Es fundamental comprender el aspecto antropológico de las sociedades, no sólo como un aspecto netamente compuesto de derechos humanos, e influenciado por la implementación y caída de los Estados de Bienestar de posguerra, sino como también una forma de construir un concepto de ciudadanía. Este, en muchas ocasiones, termina siendo determinante para poder construir una identidad urbana clara, y así, poder armar una concepción de ciudad, altamente dada por los pilares del neoliberalismo y las doctrinas posteriores a la caída del Estado de Bienestar, y ahora, entrando a una esfera política. Por esto, Kymlicka y Norman (2002), explican lo siguiente:
“Cuando se hablaba de la idea de ciudadanía, se la veía como derivada de las nociones de democracia y justicia; un ciudadano es alguien que tiene derechos democráticos y exigencias de justicia. Pero hoy toma fuerza a lo largo de todo el espectro político la idea de que el concepto de ciudadanía debe jugar un rol normativo independiente en toda teoría política plausible, y que la promoción de la ciudadanía responsable es un objetivo de primera magnitud para las políticas públicas.”
Así, la ciudadanía no solamente se limita a un aspecto social, sino que también se transfiere al ámbito político. En este contexto, lo político se entiende no sólo como la forma de organización de la polis, sino que adicionalmente comprende el ámbito jurídico y normativo. Es claro que para la mayoría de Estados Nacionales, especialmente aquellos ligados a la Organización de las Naciones Unidas, al Banco Mundial, y a los diversos Bancos de Desarrollo regionales, los preceptos del desarrollo, en sus diversos ámbitos, terminan siendo prioritarios en sus agendas de gobierno y en sus políticas públicas. Así, la normatividad y el direccionamiento de las acciones llevadas a cabo por los Estados tienden a comprender de manera fuerte lo que se busca satisfacer en medio del sistema neoliberal, es decir, llenar las expectativas, no sólo del mercado, sino también, cumplir las metas descritas por los Objetivos del Milenio. Entonces, en el momento de transferir aquello de lo que se hablaba únicamente a nivel nacional, a la esfera local, es decir, a la urbe como tal, se plantean modelos urbanos, no sólo a nivel físico, sino también a escala cultural y social, establecidos en estos fundamentos.
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