Mañana O Pasado Capitulo 3

Darwin Aarón Escalante Santillán Grupo 301

Capitulo 3

VICTIMAS Y ENEMIGOS DEL CONFLICTO Y DE LA COMPETENCIA

El victimismo, el derrotismo, la resignación, son otros rasgos del carácter mexicano que desembocan en el rechazo de los conflictos. Las raíces del victimismo también pueden encontrarse en los años de la conquista. Los españoles llegaron sin mujeres y, como por ser hidalgos no podían trabajar en el campo, requirieron de mujeres locales para satisfacer sus necesidades masculinas y de hombres locales para resolver sus necesidades económicas. Los mexicanos, aun antes de serlo, se han sentido víctimas de los españoles, los criollos, los texanos y estadounidenses, los franceses. Lo cierto es que el mexicano asumió características (reales o tenidas por tales) de los indígenas; se ve a sí mismo más como el indígena víctima que como el español conquistador.

El corolario del sentimiento de víctima es la huída ante la confrontación, la evitación a toda costa del conflicto. Otras razones explican también ese rasgo del carácter mexicano. Una sería la necesidad de que la violencia que se considera asociada a los mexicanos no se desborde. Otra es la idea de que los conflictos no tienen vuelta atrás.

Una tercera, que los conflictos resultan inútiles, sobre todo cuando se es la parte más débil. Y finalmente, la aversión de los mexicanos a elegir entre dos opciones; los mexicanos aborrecen elegir (que equivale a renunciar), prefieren estar en la procesión y repicando. Cantinflas es el ejemplo más claro del mexicano que evade las confrontaciones a través de un lenguaje que oscurece más que aclara.

“Nos gusta vernos como víctimas y también amamos a las víctimas”, escribe Jorge Castañeda. Es la inclinación al sufrimiento, al mártir. Su identidad es una mezcla cultural impuesta (por Cortés y sus seguidores). Fruto de un dominio autoritario, elitista y pro estadounidense son los 35 años de Porfiriato y las siete décadas del PRI. “A los mexicanos les gusta envolver hasta sus actos más insignificantes en un halo de misterio” (Alexander von Humboldt). Y evitan los conflictos a toda costa, por temor a, frágil” (Emilio Uranga). Por eso hay una expresión nacional: “se fue como las la violencia (desde la “Conquista” y su leyenda negra) y por no querer competir (en las encuestas de valores, el 84% prefiere cooperar y solo el 16% competir). “El mexicano se siente, por dentro chachas”.

La transformación de una población mayormente indígena en una sociedad mestiza comienza a consumarse con la Revolución. En términos intelectuales dicha transformación se asocia con Andrés Molina Enríquez y su “mestizofilia” con Vasconcelos y su “raza cósmica”- tan notable por su optimismo y orgullo y tan absurda a la vez – en su construcción de lo mestizo.

En el primer censo nacional general levantado

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