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Filosofia


Enviado por   •  21 de Marzo de 2015  •  3.080 Palabras (13 Páginas)  •  155 Visitas

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En un texto que escribí ya hace unos cuantos años, decía que adolescer es el verbo de las transiciones. Situaba allí que adolecer sin s, quiere decir caer enfermo, padecer una dolencia habitual, también suele usarse para decir que alguien adolece de un vicio, afecto o pasión. En cambio, adolescer con s, expresa crecer. Podríamos decir que padecer y crecer consuenan igual, sin embargo la s marca la diferencia, especialmente si ubicamos en esa, la S del sujeto.

S del sujeto atravesado por la barra de la castración, que da cuenta del sujeto divido. Nuestro interés desde el psicoanálisis se centra en los avatares del sujeto y su deseo.

La adolescencia es el tiempo de la vida en el que se produce el segundo despertar sexual. Situamos al primero en la infancia. Según como se haya anudado la estructura en la infancia, el despertar adolescente será tiempo de bonanzas o de tempestades.

Si la estructura está en orden, el segundo despertar sexual estará sostenido y anidará en los sueños del sujeto. Los sueños morada del deseo, vía regia de acceso al inconsciente.

Tiempo de adolescencia, es tiempo en que la angustia se presentifica, el dolor de existir toma a veces la escena cotidianamente y lo que debería ser la comedia de la vida se transforma en la tragedia anunciada.

La adolescencia es una de las grandes encrucijadas de la vida. Si definimos a la encrucijada como ese punto de entrecruzamiento de varios caminos, podemos entender porque para algunos adolescentes, se transforma en el punto propicio de despegue, en cambio para otros es un callejón sin salida, una verdadera pesadilla.

Me refiero a aquellos jóvenes que van de tropiezo en tropiezo, que no tienen mas chance que decir del drama que los habita, con una acción violenta que pone a veces en riesgo su vida.

Una amplia gama de problemáticas clínicas dicen actualmente del malestar: anorexia, bulimia, drogadicción, inhibiciones estudiantiles, presentaciones psicosomáticas, actuaciones violentas.

Situaciones clínicas que muchas veces cuestionan el deseo de vivir, en los intentos de suicidio. Hay quienes minimizan estas circunstancias interpretando un supuesto intento de llamar la atención.

Pensemos que se trata de un profundo conflicto que traba al sujeto en ese delicado borde del desborde, en el que se invoca la posibilidad de la muerte.

¿Qué piden? ¿Qué reclaman?, ¿qué demandan en ese grito que podemos intuir en la profundidad del " mal.. estar"? .

Buscan la mirada y la escucha de los padres. Hacerse oír, hacerse ver. Claro, que se trata de un decir difícil de entender porque en realidad apuntan en el desacuerdo y en la oposición a lo que separa. Está en juego el desprendimiento, más que el entendimiento con ellos.

Del lado de los padres la adolescencia de los hijos, los confronta en espejo con los conflictos no resueltos con sus propios padres, con lo rechazado de la propia sexualidad, con las asignaturas pendientes. Como respuesta, a veces, se cierra la escucha a la problemática que se presentifica en el planteo de los hijos.

Escuchamos muchas veces que retorna en los analizantes adolescentes, el dolor frente a la indiferencia de los padres.

La indiferencia, como el amor y el odio, es una de las pasiones humanas que más estragos produce. La indiferencia se juega en el "todo vale" de la falta de límites, en el dejar pasar, en el "no me di cuenta de lo que estaba sucediendo".

En mi planteo no se trata de adjudicar culpas, sino de poner el acento en la responsabilidad que se juega, cuando se asume la autoridad que implica hacerse cargo de la paternidad.

La responsabilidad, pone en juego también asumir las propias carencias frente a los enigmáticos planteos de los hijos. Momentos de interrogantes en los que la escucha del analista permitirá situar lo que allí se atraviesa.

Buscar ayuda, no es signo de debilidad ni de locura. Es uno de los modos de trasmitir en acto del lado de los padres que el padecimiento de los hijos les importa, los atraviesa y también les duele.

Duele el desprendimiento porque deja al descubierto lo que falta, la castración del Otro, lo que los hijos como velos recubren.

Es la ley de la vida, lo importante es como decía el poeta, " aprender a volar". Ese vuelo que se produce porque hay raíces de donde partir, y que se ejecuta con las alas que el deseo crea.

LA DIRECCION DE LA CURA

El despertar adolescente, no se produce sin el despertar los de sueños.

La trama del sueño da soporte, a ese real de la sexualidad que invade, que rompe la pantalla, y que produce una profunda conmoción imaginaria.

No hay iniciación, no hay recursos en nuestra cultura que desde lo simbólico sancionen que se es hombre o mujer, sino que el sujeto es atravesado por la experiencia, que sin duda depende de cómo haya transitado el primer tiempo de la sexualidad. El significante no puede cubrir todo lo real.

La posibilidad de que el despertar adolescente no sea una verdadera catástrofe para el devenir subjetivo no es sin la inscripción que la operatoria de la función paterna produce en relación al Otro primordial.

Es decir, que la madre está prohibida y el sujeto ha caído del lugar de falo para el Otro, gracias a la mediación de la metáfora paterna. El padre ha operado, privando a la madre del cuerpo de su hijo. Esta a su vez ha producido la mostración de su falta, ha puesto en juego su castración frente al hijo, como relevo de que está habitada por un deseo más allá de él.

Que el niño haya podido formularse la pregunta por el deseo de la madre, es condición para que pueda preguntarse por su propio deseo.

La resolución del complejo de Edipo, a través del complejo de castración deja al sujeto identificado a las insignias de su sexo, que deberán ponerse en juego en la escena con el otro sexo.

Sin embargo podríamos preguntarnos, basta con que los títulos , con que las insignas simbólicas estén en orden para que se despliegue un proceso adolescente "normal".

De que manera juega lo real del encuentro con el Otro sexo, me refiero al impacto del enigma femenino, desplegado a través de las preguntas: ¿qué quiere una mujer ¿qué sabe una mujer sobre su goce? Qué es ser una mujer?

Podemos decir que no hay relación sexual, no hay relación de igualdad de un sexo con el otro, hay desencuentro.

Tanto el hombre como la mujer deberán pagar el precio de la castración, para poder acceder

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