Juan Ramon Molina

Le llamaban EL PRÍNCIPE DE LA POESÍA LATINOAMERICANA y hasta el propio Rubén Darío reconoció los méritos y la calidad de este poeta de quien se sabe nació un 17 de abril de 1875, y se cree que fue en Comayagüela, aunque el propio Juan Ramón Molina deja dudas al respecto en su poema AUTOBIOGRAFÍA.

“Nací en el fondo de las montañas

hondureñas. Detesto las ciudades

y más me gusta un grupo de cabañas

perdido en las remotas soledades”.

Hay quienes sostienen que Molina nació en Aguanqueterique, La Paz; o en Amapala, Valle. A pesar de los argumentos de unos y otros bandos, todavía no hay pruebas fehacientes del lugar exacto en el que vino al mundo el hijo de don Federico y doña Juana.

A corta edad, y por su carácter indómito, fue internado en la Escuela Primaria de un maestro de origen estadounidense (míster White), y que él, Molina, recordaría en su relato “Míster Black”.

En 1889, a la edad de 14 años, es enviado por sus padres a Quezaltenango, Guatemala, ciudad considera como la Atenas de Centroamérica, y donde se gradúa de Bachiller en Ciencias y Letras en el Instituto de Occidente.

Es en Guatemala donde escribe EL ÁGUILA, uno de sus poemas más hermosos y que lo convierte en uno de los grandes nombres en el continente. A los 21 también le da vida a LA CALAVERA DEL LOCO.

Enemigo del Romanticismo y estandarte del Modernismo, regresa a su país a finales de 1897 y funda El Cronista en 1898, diario en el que publica EL ÁGUILA, causando una conmoción entre sus compatriotas, quienes, hasta ese momento, ignoraban la existencia de este genial poeta. Abandonó sus estudios de Derechos para dedicarse por completo a escribir y trabajar. Bajo su pluma se abrió una nueva en el periodismo hondureño.

A PICAR PIEDRA

En 1899 asume la dirección del Diario de Honduras, desde donde apoya la candidatura de Terencio Sierra, el Tamagás de Coray. Sin embargo, Sierra, en su primer banquete oficial, horas después de asumir el gobierno, expulsa a Molina de la recepción porque este le sugirió algunas medidas a tomar a favor del pueblo.

Un año más tarde, el 14 de abril de 1900, Molina reprodujo en el Diario de Honduras, El hacha de afilar de Benjamin Franklin, provocando el enojo de Sierra, quien sospechó que el poeta lo había publicado para atacarlo indirectamente. El presidente ordenaría el arresto de Molina. En cautiverio fue sometido a crueles castigos a latigazos y posteriormente fue obligado a trabajar encadenado en la carretera al sur.

Fue Subsecretario del ministerio de Fomento y Obras Públicas en el gobierno de Policarpo Bonilla y sub director de la Academia Militar, con el rango de coronel, en la administración de Manuel Bonilla.

Junto a Froylán Turcios (el otro gran poeta hondureño) y Fausto R. Dávila, viajó en 1906 a Río de Janeiro, donde se realiza la Tercera Conferencia Internacional Americana, y en la que brillaría al declamar el poema UNA MUERTA, hecho en homenaje a su difunta esposa Dolores Hinestroza, fallecida en 1905.

AMOR POR HONDURAS

De ese viaje nacería uno de sus poemas más hermosos: SALUTACIÓN A LOS POETA BRASILEROS.

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