Literatura
Enviado por • 17 de Marzo de 2014 • 1.842 Palabras (8 Páginas) • 157 Visitas
LITERATURA DEL BARROCO
La Literatura española del Barroco es un periodo de creación literaria que abarca aproximadamente desde las obras iniciales de Góngora y Lope de Vega, en la década de 1580, hasta bien entrado el siglo XVIII. El siglo más característico del barroco literario español es el XVII, en el que alcanzan su cénit prosistas como Baltasar Gracián y Francisco de Quevedo, dramaturgos como Lope de Vega, Tirso de Molina, Calderón de la Barca y Juan Ruiz de Alarcón o la producción poética de los citados Quevedo, Lope de Vega y Góngora.
Las características fundamentales de la literatura barroca española son la progresiva complejidad en los recursos formales y una temática centrada en la preocupación por el paso del tiempo y la pérdida de confianza en los ideales neoplatónicos del Renacimiento. Asimismo, es de destacar una variedad y diversidad en los asuntos tratados, la atención al detalle y el afán de atraer a un público amplio, de lo que es ejemplo el auge de la comedia nueva lopesca. De la preocupación sensual dominante en el siglo XVI se pasa a un énfasis en los valores morales y lo didáctico, donde confluyen dos corrientes: el neoestoicismo y el neoepicureísmo. El Criticón de Gracián supone un punto de llegada en la reflexión barroca sobre el hombre y el mundo, la conciencia del desengaño, un pesimismo vital (pero no exento de esperanza) y una crisis de valores general.
El descubrimiento de america despalza el polo económico hacia el atlántico, cuyas rutas son dominadas por españoles, portugueses e ingleses. Esto provoca que las republicas italianas se reagrupen bajo un podes mas fuerte y las que no caen bajo control extranjero (España y francia) se someten a la influencia mayoritaria de roma, mas concretamente de los estados Vaticanos, al mas puro estilo de una teocracia. Para ejercer legítimamente este gobierno, las altas esferas eclesiásticas dominantes en Roma han de depurar su corrupta cúpula gubernativa. Voces de descontecto ya había desde hacia cincuenta años, y la iglesia católica se vio escindida por la reforma luterana, cuyos teólogos, Calvino, zuinglio y otros la acusaron de nepotismo y simonía, La necesidad de reformar las estructuras del mundo católico es lo que conduce al concilio de trento y a la mal llamada Contrarreforma, en realidad, una Reforma católica, que no va contra algo sino en busca de una adaptación a los nuevos tiempos. La traducción de este estado de cosas sobre el arte trae importantes consecuencias desde el primer momento. Los teólogos reunidos en concilio, mayoritariamente españoles, proclaman ciertos dogmas que han de ser representados dignamente por los artistas al servicio de la iglesia: la virginidad de Maria, el misterio de la Trinidad, etc. Pasan a protagonizar los lienzos.
Se exige a todos los artistas que se alejen de las elaboraciones sofisticadas y de los misterios teologicos, para llevar a cabo un arte sencillo, directo, fácil de leer, que cualquier fiel que se aproxime a una iglesia pueda comprender de inmediato. Los personajes han de ser cercanos al pueblo: los santos dejan de vestir como cortesanos para aparecer casi como pordioseros, a gran tamaño, con rostros vulgares. El énfasis de la acción ha de colocarse sobre el dramatismo: ganar al fiel atraves de la emoción fue la consigna. Las escenas se vuelven dinámicas, lejos del hieratismo intemporal de los estilos anteriores. Las composiciones se complican para ofrecer variedad y colorido. Las luces, los colores, las sombras se multiplican y ofrecen una imagen vistosa y atrayente de la religión y sus protagonistas. Fuera del patrocinio y la iglesia, los mecenas privados a menos: el afán de coleccionismo incita a los pintores a llevar acabo una producción de pequeño o mediano formato para aumentar los gabinetes de curiosidades de ricos comerciantes y alta nobleza. En la época de los filósofos Bacon y Descartes, el arte se colecciona como los objetos científicos o los exóticos bienes importados de las Indias y America. La secularización de esta época propicio que se revalorizaran generos profanos, como el bodegón o el paisaje, que empieza a cobrar una autonomía en inusitada. Las complejas composiciones del barroco, la diversidad de focos de luz, la abundancia de elementos, puede aplicarse perfectamente a un paisaje.
Literatura Barroca
El ideal artístico del Barroco
Frente al clasicismo renacentista, el Barroco valoró la libertad absoluta para crear y distorsionar las formas, la condensación conceptual y la complejidad en la expresión. Todo ello tenía como finalidad asombrar o maravillar al lector.
Dos corrientes estilísticas ejemplifican estos caracteres: el conceptismo y el culteranismo. Ambas son, en realidad, dos facetas de estilo barroco que comparten un mismo propósito: crear complicación y artificio.
El conceptismo
El conceptismo incide, sobre todo, en el plano del pensamiento. Su teórico y difinidor fue Gracián, quien en Agudeza y arte de ingenio definió el concepto como "aquel acto del entendimiento, que exprime las correspondencias que se hallan entre los objetos". Para conseguir este fin, los autores conceptistas se valieron de recursos retóricos, tales como la paradoja, la paronomasia o la elipsis. También emplearon con frecuencia la dilogía, recurso que consiste en emplear un significante con dos posibles significados.
El culteranismo
El culteranismo, representado por Góngora, se preocupa, sobre todo, por la expresión. Sus caracteres más sobresalientes son la latinización del lenguaje y el empleo intensivo de metáforas e imágenes.
La latinización del lenguaje se logra fundamentalmente mediante el uso intensivo del hipérbaton y el gusto por incluir cultismos y neologismos, como, por ejemplo, fulgor, candor, armonía, palestra.
La metáfora es la base de la poesía culterana. El encadenamiento de metáforas o series de imágenes tiene el objetivo de huir de la realidad
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