CONSTRUCTIVISMO SOCUAL
coodontologos15 de Mayo de 2015
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Constructivismo social
Los modelos de coevolución, de Leroi-Gourhan (1985), plantean que la importancia de la sociedad
no solo radica en favorecer la experimentación (determinismo), en modelar y elegir en conjunto
técnicas en función de sus consecuencias (codeterminación) sino en intervenir en la génesis de las
mismas.
Marc Maurice (1986) afirma que existe una variabilidad social de la innovación de un país a otro.
Desde su perspectiva, las innovaciones son construcciones sociales que no se han podido abstraer de
los contextos en los cuales ellas han sido concebidas, por ende las categorías de actores y las
formas de división constituyen espacios de trabajo y de cualificación que son más o menos
favorables. Estos escenarios son estructurados por redes de relaciones, de cooperación y de
intercambio que incluso podían llegar hasta la creación y organización de un espacio industrial.
En Alemania, la institución del aprendizaje en y por la empresa ocupa un lugar preponderante
mientras la diferenciación jerárquica es un aspecto a fortalecer. Por el contrario, en Francia existe
una jerarquía de los saberes más marcada mientras en Japón, el sistema de aprendizaje en y por la
empresa se ha centrado en una movilidad interna de proximidad. Estos ejemplos son funcionales
para evidenciar como las estrategias y la dinámica de innovación de las empresas son el reflejo de
sus procesos sociales. En Francia, esta mecánica es más aleatoria que en Japón, a razón de la fuerte
diferencia entre las lógicas de acción profesionales (entre comerciantes, investigadores, ingenieros
de producción fundamentalmente).
Para conseguir cooperaciones innovadoras, los industriales deben invertir en formas de organización
costosas, como la estructuración por proyectos (reuniendo directamente profesionales de diferentes
áreas o que realicen distintas funciones). En Japón, la cooperación entre responsables jerárquicos
basta porque la organización garantiza su efectividad, gracias a la homogeneidad de cuadros ligados
a su circulación interna, un pasaje fácil entre la investigación y la industrialización. Estos análisis en
lo que concierne a las dinámicas de innovación y constitución social de sus actores, no dan cuenta
todas las veces de las formas particulares tomadas por las innovaciones.
Otros autores ven, de manera más detallada, como las tecnologías construidas por y en pro de la
sociedad contribuyen a mejorar las técnicas, que no son más que coagulación social o
materializada. Así, los especialistas de la producción, que escrutan lógicas de GPAO (Gestión de la
producción asistida por computador), ven esto como un agenciamiento de diversos modelos que
reflejan la cultura, e incluso la ideología, del medio de los ingenieros en producción de una época
dada. De la misma forma, los metalúrgicos examinan una copa de perfil dentro de una soldadura y
encuentran estilos o maneras de hacer propias de una escuela de soldadura, de una empresa o
aprendidas de un individuo.
Si se pregunta porque las técnicas ejercen efectos sobre la sociedad, la respuesta deviene
simplemente de que estas son las relaciones sociales inscritas por algunos dentro de la técnica que
ellos imponen a los otros. La técnica no es entonces nada en ella misma, no es más que un
intermediario, una correa de transmisión de la voluntad, de las representaciones y de los intereses
de algunos en relación a otros. Ella transmite las relaciones sociales, fundamentalmente en
relaciones de fuerza. Esto que se impone a los utilizadores es simplemente esto que ha sido puesto
dentro de la técnica.
Para Langdon Winner (1977), si algunos procedimientos son totalitarios, esto viene de lo que se ha
puesto en ellos. Pero, una vez puestas en uso, estas técnicas "naturalmente políticas", como la
nuclear, ordenan los sistemas sociales y políticos. David Noble (1997) muestra a propósito de las
máquinas-útiles que la opción técnica entre orden numérico y analógico, resulta de los intereses y
las relaciones de los grupos sociales. Al analizar algunos comportamientos al respecto se identificó
que el concepto de técnica y la dimensión de su aplicación puede varias dependiendo de los oficios
o profesiones: de una parte, los militares exigen ante todo actuaciones técnicas y se inquietan poco
por los costos; por la otra parte, los ingenieros de las grandes empresas, que trabajan para el ejército
en el desarrollo de máquinas, ven en el comando numérico un medio para desposeer a los obreros
conductores de máquinas útiles. De esta forma, se constata una vez más que es la conjunción de
estos grupos y sus intereses lo que conduce al desarrollo de la opción técnica menos interesante
sobre el plan económico: las máquinas útiles en orden numérica (MOCN). Tiempo después, las
órdenes militares reforzaron aún más esta posición a tal punto que los MOCN se han impuesto a las
empresas.
Desde entonces la sociedad se inscribió en la materia de las técnicas, los sociólogos se han
interesado en las lógicas sociales en la obra, la innovación y la concepción de las técnicas. Ellos
han analizado los procedimientos y los mecanismos de decisión, formales o informales, explícitos o
implícitos, intencionales o no. De un lado los actores desarrollan las estrategias que se traducen en la
concepción de los objetos, mientras que por la otra los ingenieros se orientan por valores, intereses
y modos de razonamiento, dados según su formación, su trayectoria profesional, sus
representaciones de la técnica y de sus consecuencias. Cabe mencionar que las organizaciones
profesionales de tecnólogos también tienen un fuerte impacto en la puesta en forma de los objetos.
Victor Scardigli (2001), por ejemplo, analiza los presupuestos y las lógicas en el trabajo del nivel de
las oficinas de estudio y concepción de los aviones (Airbus 320). Los ingenieros implicados en estos
proyectos de innovación en primer lugar están encantados por un sueño de perfección que
constantemente los hace retirar las fronteras de lo imposible y tener la última palabra sobre la
naturaleza. Ellos están enseguida obnubilados por un imperativo de seguridad absoluta que los
conduce a automatizar el pilotaje, a regresar al avión inteligente y a velar por la ergonomía del
puesto de pilotaje a fin de limitar las intervenciones y las posibilidades de errores humanos pero
también todo estilo personal de pilotaje. Un tercer imperativo, el rigor en todo y ante todo, se
observa en la manía de descomponer las operaciones y reconstruirlas para dominar perfectamente el
trayecto e ir desarrollando alternativas.
En esta lógica, los ingenieros no imaginan dar lugar al imprevisto, así, en lo posible, ningún margen
de intervención humana. En esto mismo concierne la fiabilidad de los sentidos; la realidad percibida
por la máquina es supuestamente más fiable que aquella perseguida por el ser humano. De este
modo, los ingenieros, conceptuores, desarrollan a menudo representaciones discutibles del humano
y la técnica; otros grupos sociales no tendrían necesariamente las mismas perspectivas. En fin, un
imperativo comercial los incita a prever una libertad de iniciativa al piloto en la medida donde la
seguridad no es puesta en peligro.
Las técnicas son maneras más o menos conscientes para la sociedad, un punto que la sociología del
trabajo no lo había contemplado. Esa ciencia social tomó las técnicas como algo a lo cual era
necesario adaptarse y oponer una construcción social. Recientemente, Michel Freyssenet intentó
adelantar ese corte entre la sociología del trabajo y la sociología de la construcción social de las
técnicas, por lo que analizó la diferencia entre los presupuestos en la obra dentro de la concepción
de las técnicas (de las líneas automatizadas de GPAO) y las condiciones reales de su explotación. Al
igual que Scardigli, nota como los conceptores están animados por la convicción según la cual la
técnica es más fiable que el humano. Asimismo, ellos piensan que "el funcionamiento real debe y
puede corresponder al funcionamiento tal como él ha sido pensado" por los ingenieros. Ahora bien,
este principio es puesto en duda de los que han pasado a la realidad de los talleres. El corte entre los
conceptores y los explotadores es tal que la técnica concluye no atacando jamás las condiciones
reales de explotación los rendimientos supuestos.
El presupuesto según el cual "las actuaciones económicas son tanto más elevadas en tanto que la
reducción de la mano de obra es importante y rápida", marca la diferencia con las condiciones
efectivas de explotación. De hecho, las actuaciones dependen de la capacidad de eliminar las causas
de interrupción, ellas dependen tanto del número de los agentes de conducción y mantenimiento, en
donde la vigilancia y la disponibilidad son esenciales. En fin, la idea de los conceptores, es brindar
"la solución técnica es siempre más eficaz que las innovaciones sociales, organizacionales o
gerenciales
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