El agua en Al-Ándalus
Enviado por Paco Cordero • 7 de Junio de 2016 • Trabajo • 1.343 Palabras (6 Páginas) • 236 Visitas
El agua en Al-Ándalus
Al-Ándalus es la denominación que recibe el territorio ocupado bajo poder musulmán en la Edad Media. Al-Ándalus se formó gracias a una sociedad musulmana integrada en la civilización y en el mundo del Islam clásico. Los 50.000 árabes y más del doble de bereberes que entraron en la Península Ibérica hasta el siglo XI fueron suficientes, desde sus posiciones de dominio, para impulsar un nuevo orden social, cultural y religioso, al que se iban adhiriendo cada vez más conversos, mozárabes o muladíes hispanos en un proceso que culminó en el siglo X.
En estos años de dominio en la Península, se introdujeron y se perfeccionaron innumerables innovaciones, sobre todo técnicas y conocimientos heredados de los romanos y de culturas orientales. Estas innovaciones siempre han estado marcadas por unas rígidas pautas propias de la cultura islámica, en base a la religión.
El agua en el Islam
En el Corán, libro sagrado de la religión islámica, podemos leer y remarcar lo importante que es el agua desde un primer momento, siendo “el sitio desde donde Dios elabora la Creación”, o “de dónde vienen los seres vivos”. Además, el agua goza de un valor presente en el imaginario de los musulmanes, pues forma parte fundamental del Paraíso. “En él circulan ríos de leche, agua, vino y miel, que riegan todo tipo de frutales”. Es tan importante el Paraíso, que éste está presente también en el espacio agrario, tanto dentro como fuera de la madina, Con huertos, jardines, casas de recreo con tierra asociada, o almunias, siendo siempre zonas irrigadas, y dando una imagen continua verde.
Normas hídricas
Las normas que regían la propiedad y los sistemas de gestión del agua se basaban principalmente en dos cosas: la religión y las costumbres locales. Es en los siglos VIII y IX cuando aparece el primer derecho, y en Al-Ándalus se utiliza el sistema maliki para la interpretación. Las pautas más importantes trataban el caudal y el trabajo realizado para la captación del agua. Por ejemplo, los problemas venían con los ríos pequeños, dependiendo siempre si había que hacer obras para poder captar el agua; aunque también existía el aprovechamiento individual y no sólo en poblados. Además, hay que destacar el principio de dar de beber a todos los hombres y animales lo que necesiten, siendo repartida el agua sobrante para agricultores.
Aplicación del agua en el campo
Hay que resaltar dos cosas previas al desarrollo de la aplicación de los sistemas de regadío, la primera es la importancia del agua en la vida urbana y rural andalusí; lo segundo es que en la práctica el sistema sigue el modelo teórico, adaptándose a las costumbres locales y a la religión islámica.
La llegada de los árabes a la península rompió muchos esquemas creados con los romanos, ya que no se limitaron a plantar cultivos ya desarrollados en la península, como la vid, el olivo o algunos cereales, sino que introdujeron plantas tropicales y subtropicales, acostumbradas a crecer en un entorno totalmente distinto al ambiente mediterráneo. Para asegurar una buena adaptación se instauraron los sistemas de regadío, que no sólo ayudaron a crecer a estos nuevos cultivos tropicales y subtropicales, sino que mejoraron también los cultivos mediterráneos previos. Este cambio fue muy notorio, ya que cambió el paisaje que se había establecido.
Para los sistemas de regadío, se siguieron las normas ya establecidos, dando preferencia al asentamiento más antiguo respecto al más nuevo; y en segundo lugar del asentamiento más elevado en el curso del río. Dentro de las sociedades urbanas, cada grupo de vecinos decidía como repartir el agua de una alquería, pudiendo existir cambios cada año dependiendo de las necesidades de cada uno. Los sistemas de irrigación provocaron una mayor eficacia de los particulares y, por lo tanto, un mayor desarrollo de las micro propiedades. Parcelación extrema, propiedad muy fraccionada y policultivo son algunas de las principales características del regadío. Por otro lado, el rey era un gran propietario, tanto rural como urbano. Había adquirido estos bienes a través de la vivificación de tierras muertas y, en ocasiones, enajenaba parte de ellas en beneficio de los agentes estatales como pago a sus servicios.
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