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El contrato moral del profesorado.


Enviado por   •  31 de Enero de 2016  •  Resumen  •  2.268 Palabras (10 Páginas)  •  392 Visitas

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El contrato moral del profesorado

Por: Erika Janet de la Cabada Cervantes

En su libro Miquel Martínez Martín  intenta plantear la profesión docente desde una perspectiva positiva, atractiva en la que recupera que ésta no se aprende con el simple ejercicio del desempeño, sino que es necesario adquirir y desarrollar un conjunto de conocimientos, habilidades y actitudes que no surgen de manera natural en los profesionales de la educación ya que la práctica es la que ayuda a que lleguen a consolidarse.

La escuela tiene como objetivos centrales la formación de los sujetos y la educación de personas capaces de construir sus diferentes identidades personales y colectivas. La escuela debe ser garantía de la reproducción cultural, la construcción de valores, la gestión de la información, la producción de conocimientos y el desarrollo personal.

Martínez Martín plantea que el problema vértice que se plantee la escuela,  recae sobre la actitud del profesorado  para el ejercicio de su función en la sociedad, una sociedad que está cambiando rápidamente. Por ello, la primera responsabilidad de las administraciones educativas consiste en garantizar la protección y aptitudes necesarias para el fomento de aprendizajes y el desarrollo personal del profesorado, las sociedades que no lo comprendan y así tenderán a dificultar el progreso personal de los profesionales de la educación y de los que en éstas instituciones aprenden. Es difícil construir sociedades cultas y aptas para el mundo del trabajo y la creación en todas sus manifestaciones cuando no existen maestros cultos y preparados profesionalmente para ejercer su función.

Las sociedades en constante y acelerado cambio y el desarrollo humano en el dominio de la tecnología y la ciencia, están incidiendo a gran velocidad, una velocidad mayor a la del cambio que se da en los currículos educativos y en las maneras de hacer pedagogía. La influencia en la dinámica escolar hasta ahora ha sido conservadora, lenta y perezosa ante la transformación de una educación basada en el aprendizaje de conocimientos y destrezas valorados socialmente, llevando a dificultar la atención que la escuela debe propiciar para favorecer una formación integral y equilibrada. Esta situación empeora debido a la dinámica social, el desempleo y el desplazamiento de profesionales poco calificados, ya que el sistema educativo no ha sido capaz de abordar el problema con un cambio curricular sólido. Por lo tanto, es necesario abordar el diseño y el desarrollo de planes de acción pedagógico-social que posibiliten una adecuada intervención, que esa intervención sea puntual y específica, con intenciones de animación compensatorias, profilácticas o terapéuticas en el marco social comunicativo. La escuela debe conservarse como espacio de libertad; es decir,  un espacio abierto al medio y a sus cambios, pero un espacio realmente atento a ello con la intención de no desvirtuar su función integral y equilibrada de la persona. Sólo con profesionales formados y cultos se podrá entender que su función no consiste en transmitir todo lo que sabe, sino que su función consiste en fomentar el conocimiento y la construcción de valores en los alumnos.

Los profesores formados y cultos podrán reconocer que su función no se agota en la correcta gestión del conocimiento y el dominio de los contenidos de los diferentes temas transversales, su función implica también la acción tutorial y la atención a las dimensiones afectivas y de los sentimientos como ejes centrales de su función y trabajo. Si bien es cierto también deben ser capaces de conceder importancia a los contenidos que transmiten y enseñan en la medida en que son recursos adecuados para un proceso de autoconstrucción y optimización humana en el que aprende, pero no son suficientes, las relaciones afectivas que los docentes establezcan con sus alumnos permeadas por los sentimientos y emociones de ambos logrará establecer una mejor comunicación en el espacio escolar brindará la posibilidad de una mejor relación tutorial.

Por lo anterior se debe rescatar que un docente debe ser experto en:

  • Los contenidos y recursos necesarios para facilitar y activar aprendizajes.
  • Saber utilizar las tecnologías de la información y comunicación.
  • Identificar los contenidos y recursos necesarios para atender el desarrollo moral de sus alumnos, así como diseñar y conducir programas de educación en valores.
  • Identificar las técnicas y recursos que contrarresten los efectos psicológicos de su actividad profesional.
  • Conocer, prácticas y saber utilizar las técnicas y recursos de entrevista.

En un mundo regido por el conocimiento y los avances tecnológicos se requiere de profesionales de la educación que puedan acceder a estos últimos instrumentos como medios que sean bien aprovechados en las escuelas y en su formación profesional, sin desconocer que existen riesgos al utilizarlos, un ejemplo de ellos es el internet que si bien es cierto  aumenta las posibilidades de leer obras diferentes sin necesidad de acudir a ninguna librería pero claramente rompe la interactividad del estudioso, documentalista o investigador con el libro, donde el lenguaje se empobrece con frases más breves y mensajes más directos, menos adjetivos y palabras más universales.

El desarrollo tecnológico en general contribuye a incrementar la tasa real de analfabetismo funcional, y en el caso derivado de las nuevas tecnologías, este incremento puede ser mayor, puesto que el usuario debe estar familiarizado con unos conocimientos básicos que permitan comprender su funcionamiento para poder utilizarlo. La transformación de la información en conocimiento y de las tecnologías en medios para la optimización de las comunicaciones humanas tanto interindividuales como intergrupales, requiere la intervención del profesor, quien dotará de significación a la información. Pero no por ello debe abandonar las prácticas de investigación bibliográfica, debe ser capaz de poder establecer un equilibro entre las tecnologías de la información y el desarrollo de habilidades para la investigación documental, de lo contrario estará contribuyendo a limitar las capacidades y habilidades de indagación de sus alumnos.

Proyecto educativos, educación en valores y desarrollo moral

El profesorado debe ser consciente y consecuente de que su contrato es moral y no sólo legal, sino existe ese nivel de consciencia será difícil avanzar en los objetivos que obviamente presiden una propuesta curricular en educación moral. Se  sostiene que no es posible un currículum en educación moral sin una clara convicción en aquellos que protagonizan la intencionalidad y la optimización progresiva del currículum, el profesorado, de que su función es ante todo y sobre todo moral y ético.

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