LA ANDRAGOGÍA EN LA EDUCACIÓN SUPERIOR: MÉTODOS, TÉCNICAS Y APLICACIONES PRÁCTICAS
Enviado por FlorMaria • 15 de Noviembre de 2012 • 2.691 Palabras (11 Páginas) • 1.607 Visitas
LA ANDRAGOGÍA EN LA EDUCACIÓN SUPERIOR: MÉTODOS, TÉCNICAS Y APLICACIONES PRÁCTICAS
INTRODUCCIÓN:
La Educación Superior es un sistema educativo orientado a la formación profesional del adulto, que le permite insertarse de manera productiva a la vida social y económica en su entorno. La demanda en este nivel se ha incrementado como respuesta a intereses personales de superación, motivados por factores externos tales como laborales, familiares y profesionales. Debido a que las responsabilidades y obligaciones del adulto son de tiempo completo, éste busca la manera de obtener un aprendizaje eficaz que le brinde la oportunidad de crecer armónicamente con el medio que lo rodea.
El adulto universitario posee características particulares, las que al ser conocidas permiten adecuar la didáctica, en la búsqueda de resultados provechosos. La planificación, desarrollo y evaluación del proceso de aprendizaje han de realizarse considerando los intereses y características de la población a la cual va dirigida; en este caso es necesaria la aplicación de la Andragogía; que capacita al docente en el conocimiento y aplicación del enfoque andragógico.
Esta ciencia se fundamenta en principios relacionados en cómo aprenden los adultos, cuáles son sus motivaciones, cómo se relacionan con otros y cuáles son las condiciones para alcanzar sus objetivos particulares en una situación de aprendizaje.
DESARROLLO:
La Andragogía se puede definir como la ciencia que se ocupa de la educación y el aprendizaje del adulto. Concibe al participante como el centro del proceso de aprendizaje, porque de acuerdo a sus necesidades, intereses y experiencias determina qué aprende, cómo aprende y cuánto aprende, lo que conlleva al desarrollo y adquisición de conocimientos, habilidades y actitudes que contribuyen en el logro de los aprendizajes que necesite; convirtiéndose de esta manera en el responsable de su proceso de aprendizaje.
Los procesos andragógicos estimulan el razonamiento, promueven la discusión constructiva de las ideas que favorecen el diálogo; originando puntos de vista e innovaciones y al mismo tiempo conducen a replantear propuestas que han sido resultado de la confrontación de saberes individuales, que se proyectan en las conclusiones grupales; además brindan al adulto que decide aprender la posibilidad de participar de manera activa en el proceso de aprendizaje, en igualdad de condiciones con sus compañeros y con el facilitador.
Dentro de la Andragogía, el rol del docente es el de facilitador, no representa una figura impositiva, ni el único que dirige el proceso educativo; su labor consiste en diseñar un conjunto de actividades previas con la finalidad de proporcionar posteriormente en la práctica docente los recursos o procedimientos de ayuda al participante para que asimile nuevos conocimientos durante su proceso educativo.
El facilitador debe tener en cuenta que el adulto que aprende necesita “aprender a desaprender” por lo que es necesario ayudarle a establecer nuevas estrategias de aprendizaje, dotándole al participante de aquellas habilidades y técnicas de estudio que le permitirán a organizar y construir un aprendizaje eficaz.
Al hacer referencia a la práctica educativa del adulto, se debe reconocer que se trata de un proceso de orientación-aprendizaje, en el que los participantes interactúan en relación con aquello que se intenta aprender; tanto facilitadores como participantes requieren poseer características comunes como autocrítica, empatía, interacción, ética y respeto mutuo.
En la Andragogía se toman en consideración algunos componentes que se encuentran en permanente interacción: el participante adulto, el andragogo, el grupo de participantes y el medio ambiente; los mismos que son los principales involucrados dentro del proceso andragógico.
También deben mencionarse dos principios fundamentales que en la práctica andragógica son la horizontalidad y la participación. En ambos principios tienen cabida la autoestima y el autoconcepto del aprendiente adulto. Se destaca la importancia que tiene la situación de aprendizaje y en ella, el participante y el facilitador como los entes necesarios para que esa situación pueda llevarse a efecto.
La horizontalidad puede determinarse como una relación entre iguales, en las que se comparten diversas actividades, responsabilidades y compromisos que están orientados a la consecución de objetivos. Facilitador y participante poseen características cualitativas similares como la adultez y la experiencia; pero la diferencia está en las características cuantitativas como el nivel de desarrollo de la conducta observable. La horizontalidad permite interactúen participantes y facilitador en condición de adultos, aprendiendo recíprocamente y valorando las experiencias que cada uno aporta, en un proceso educativo de permanente enriquecimiento.
La participación como principio de la práctica andragógica encierra ciertas características como actitud crítica, intervención activa, interacción, confrontación de ideas y diálogo; dando lugar a que el adulto disponga de una serie de oportunidades de participación que representan una fuente de productividad y eficiencia tanto para él como para el contexto social en donde se desenvuelve, ayudándole a la vez, en el desarrollo de habilidades y destrezas para autogestionarse un aprendizaje cada vez más independiente y significativo.
Un estudiante adulto aprende más, cuando es valorado y se utiliza ampliamente su experiencia como recurso en su situación de aprendizaje; también es importante que se consideren las diferencias individuales en lo que respecta a niveles de conocimiento y estrategias de aprendizaje, con la finalidad de que cada participante aprenda aprovechando sus fortalezas y potencialidades de manera efectiva.
Para conseguir los objetivos de la praxis andragógica es necesaria la utilización de estrategias metodológicas que todo facilitador debe conocer y manejar; a través del empleo de los medios adecuados para el intercambio de ideas y conocimientos se conseguirán aprendizajes significativos y resultados óptimos en la enseñanza.
Métodos y técnicas, están estrechamente relacionados y son elementos indispensables para la enseñanza. Las técnicas son los medios que se emplean para obtener un aprendizaje eficiente; mientras que los métodos están orientados al ordenamiento de los procesos de aprendizaje para llegar a un fin determinado.
La eficacia de muchos planes formativos reside en la utilización de varios métodos; este enfoque integrador es fundamental si se desea conseguir una propuesta útil. Un método de aprendizaje puede considerarse como un plan estructurado que facilita y orienta el proceso de aprendizaje; no resulta
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