Más allá de la superficie

Más allá de la superficie

Hay una historia detrás de cada persona. Hay una razón por la cual cada uno es como es. Dia a dia, vemos a las mismas personas, en la universidad, el trabajo, en el bus, en la calle, pero muy pocas veces nos detenemos a pensar que hay más allá de la superficie que muestran.

He compartido clases con Michelle desde hace un par de años pero sólo hasta hace un par de meses pude realmente conocerla y conocer su historia. No hace falta entablar una conversación con ella para saber que es una persona genuina que se muestra tal como es, no teme hablar por la reacción de los demás, irradia confianza y seguridad. Un rasgo que caracteriza a Michelle es que le gusta compartir historias de su vida muy peculiares que sacan una sonrisa al que las escucha y asi fue como compartió la historia de su familia conmigo.

Sus lejanos abuelos maternos José y Lorenza, radicaban en la selva de nuestro país, en la ciudad de San Martín, Tarapoto. Lorenza, fue entregada a la edad de 15 años a José Pizango a cambio de unas tierras para la familia de aquella joven. Ella, indudablemente, no estaba enamorada pero aceptó porque es lo que debía hacer una mujer en aquella época para salvaguardar la situación económica de su familia. Sin embargo, tiempo después, logró enamorarse de José y juntos, formaron la típica familia peruana numerosa de tiempos atrás, sus diez hijos eran una bendición de Dios y regalo para su economía. Fueron épocas en las que criar a un niño no suponía gasto alguno, donde comen dos, comen cinco o siete y además la ropa pasaba de un hermano a otro, la formación era corta, a los 11 años ya podían trabajar, colaborando con la economía familiar. Como fue el caso de la madre de Michelle, Marbelita, vino a Lima a la edad de 15 años buscando un futuro mejor para ella y su familia, dejando atrás todo lo que conocía, a su corta edad pudo ganarse la vida lavando, cocinando y limpiando en hogares de familias adineradas.

Asi como su abuela y su madre, Michelle es una persona que en muchas ocasiones sobrepone el bienestar de los demás por encima del de ella, siempre trata de ayudar a las personas y dar lo mejor de si misma asi eso suponga realizar un sacrificio personal.

Tras una taza de café y risas, Michelle continúa con su relato.Tiempo después de que su madre venga a Lima, a través de su tía Cesi, su madre conoce a su futuro esposo y padre de sus 4 hijos, Eliseo, un hombre limeño tradicional de padres andinos que estaba decidido a buscar una mujer con la cual formar una familia y a la edad de 24 años deciden casarse tras enterarse que se encontraban en la dulce espera de una bebé. Asi fue como el 29 de diciembre de 1997 nace Michelle, en la ciudad de Lima con un mix de culturas como lo es la limeña, la selvática y la andina. Desde antes de nacer, ya se sabía que sería una niña intrépida ya que intempestivamente hizo saber su llegada al mundo y asi fue como casi nace en una Pollería tras la rotura de fuente de su madre en aquel local.

Tras el nacimiento de la pequeña Michelle, sus padres se establecieron en el distrito de Zárate en una casa alquilada y cuando su padre se entera que en el distrito de Villa El Salvador podría cumplir su sueño de darle a su familia una casa propia, no dudo en ir y poner su casita de esteras con puertas de calamina en un pequeño terreno. Su padre logró construir una casa, lo que significaba un gran progreso familiar ya que para ese entonces ya había nacido la pequeña Dianet y tiempo después los pequeños Brenda y Lorenzo y él quería darles un techo en el cual vivir, en estos tiempos tener 4 hijos supone una carga económica muy fuerte, ya no eran los mismos tiempos de antes, sin embargo, su padre y su madre habían estado acostumbrados a crecer junto a una familia numerosa ya que su padre tuvo 14 hermanos y su madre 10 y querían tener una familia grande. Mientras construían su casa en Villa el Salvador, Michelle me cuenta que viajaban constantemente a San Martín, Tarapoto, lo que le afectaba bastante porque no se establecían en un solo lugar, venían cada 3 meses a Lima y volvían a la selva y eso la afectaba académicamente. No es hasta tiempo más tarde, cuando ella seguía siendo pequeña, que deciden mudarse definitivamente a Lima y lo que más extrañaba de Tarapoto era la comida y a su abuelo, su mamá se encargaba de preparle siempre comida de su localidad pero se fue acostumbrando a no poder ver a su abuelo y un suceso que la marcó totalmente y supuso una crisis familiar fue la muerte de su abuelo. Él siempre decía lleno de orgullo, “Michelle será la primera Pizango en tener estudios universitarios” y ella se sentía privilegiada de ser la más consentida de “Papá José”. Una tarde, llaman a la madre de Michelle a decirle que su padre estaba en muy malas condiciones de salud y que debía viajar para poder verlo, su madre viajó pero Michelle nunca pudo ver por última vez a su abuelito y aunque ella hubiera dado todo por verlo por última vez, ella siente que fue mejor asi porque en la cultura selvática, una persona debe morir recibiendo latigazos en el suelo que lo vio crecer y su abuelo, moribundo, mientras daba sus últimos respiros fue puesto en el suelo recibiendo látigos y Michelle no hubiera soportado presenciar aquellas escenas tan escalofriantes pero sus tías aún le recriminan que ella no haya podido ir y que no las hubiera apoyado para comprar los pasajes

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