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COMPETENCIA LITERARIA


Enviado por   •  9 de Septiembre de 2011  •  4.841 Palabras (20 Páginas)  •  1.176 Visitas

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Título

La educación poética

Autor/a

Carlos Lomas e Inés Miret (Codirectores de TEXTOS)

Publicación/Institución La poesía en el aula. Revista TEXTOS de Didáctica de Lengua y Literatura número 21,

julio de 1999

Dirección Web

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Un poema -un buen poema- puede ser expresivamente complejo -incluso más de lo

prudente-, pero no puede resultar incomprensible para los servicios de espionaje de la

emoción o de la inteligencia del resto de los humanos, ya que cualquier cosa que merece ser

entendida acaba siendo entendida.

(Felipe Benítez Reyes, 1996, p. 26)

La educación lingüística debe orientarse a favorecer el aprendizaje de las habilidades

expresivas y comprensivas que hacen posible el intercambio comunicativo entre las

personas. Casi nadie niega ya algo tan obvio y de ahí el acuerdo que existe entre

enseñantes, lingüistas y pedagogos sobre los objetivos comunicativos de la enseñanza de la

lengua en la educación primaria y en la educación secundaria. Sin embargo, cuando se habla

o se escribe sobre cómo enseñar literatura en el con- texto de una enseñanza obligatoria y

sobre cómo acercar a los adolescentes y a los jóvenes a la lectura y al disfrute de los textos

literarios, ese acuerdo desaparece y en su lugar aparecen todo tipo de opiniones divergentes

y una diversidad casi infinita de formas de entender (y de hacer) la educación literaria.

Desde el eje diacrónico de la historia canónica de la literatura hasta la organización temática

de los contenidos literarios, desde el comentario lingüístico de fragmentos aislados hasta la

lectura de obras completas, desde el taller de escritura creativa hasta el estudio de los

géneros literarios y el ensayo de las más variopintas estrategias de la animación lectora,

ayer y hoy la educación literaria ha intentado e intenta contribuir a hacer posible esa difícil

comunicación entre los alumnos y los textos literarios. De ahí esa innegable variedad de

métodos pedagógicos, de criterios de selección de los textos y de estrategias didácticas que

reflejan la voluntad del profesorado de acercarse al horizonte de expectativas de unos

adolescentes y de unos jóvenes cada vez menos selectos y cada vez más interesados, en su

calidad de depredadores audiovisuales (Gil Calvo, 1985), en el consumo de otros usos

comunicativos más vulgares (como los televisivos y los publicitarios) y de otras ficciones

(como el cine, el cómic, los juegos de ordenador y las series televisivas).

Pasado y presente de la educación literaria

El actual desacuerdo sobre la educación literaria (y en consecuencia sobre la educación

poética) tiene bastante que ver con el modo en que se han entendido los fines y los

contenidos de la enseñanza de la literatura a lo largo del tiempo. Si analizamos de forma

breve la evolución de la enseñanza literaria desde la Edad Media hasta nuestros días

(Colomer, 1996; Balaguer, 1996; Lomas, 1999, entre otros). distinguiremos esencialmente

cuatro etapas:

1. Desde finales de la Edad Media hasta el siglo XIX, la educación literaria de las minorías

ilustradas se orienta a la adquisición de las habilidades de elocución que les iban a permitir

desenvolverse de una forma correcta, eficaz y apropiada en las actividades comunicativas

habituales de la vida social (el sermón eclesiástico, el discurso político, la escritura de

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notarios, escribientes y clérigos...). La literatura aparece entonces como el modelo canónico

de discurso oral y escrito y su dominio constituirá uno de los modos simbólicos a través de

los cuales se expresará la hegemonía de estos grupos sociales. En este contexto la retó- rica,

en su calidad de arte del discursa, educaba en el uso adecuado del texto mientras la lectura

de los clásicos grecolatinos suministraba los referentes culturales y los modelos expresivos

del buen decir y del buen escribir.

2. El conocimiento de la historia de la literatura nacional ha sido el objetivo prioritario de la

enseñanza de la literatura desde los albores del siglo XIX hasta nuestros días. La

construcción de los estados nacionales exigía el conocimiento del. patrimonio cultural de la

colectividad. El romanticismo y el positivismo contribuyen a esta tarea al concebir la

literatura como un espejo diáfano de la vida cotidiana de los pueblos y de las ideologías

emergentes de las nuevas nacionalidades. En es- te contexto, la función de la literatura en

una enseñanza que comenzaba a ser obligatoria se orienta entonces a la creación de la

conciencia nacional y a la adhesión emotiva de la población escolar a las obras claves de la

literatura de cada país.

Uno de los efectos que conlleva esta manera de entender la enseñanza de la literatura es,

como señala Balaguer (1996: 15):

(...) Una sobrevaloración de la poesía o de las cualidades del texto literaria que se asocian a

la poesía, en parte a causa de la Importancia que le ha dado el romanticismo como

expresión de la comunidad a través del tiempo. Es la relación entre la poesía y el pueblo, y

una cierta representación del poeta como lo voz de la comunidad, lo que ayuda a explicar

esta sobrevaloración, pero también el hecho de que otros géneros, como la novela, pera

también el teatro, se van a Ir construyendo a lo largo del siglo xix en relación con un

fenómeno diferente: las necesidades del mercado.

La influencia de este modo de entender la educación literaria hasta nuestros días es

innegable. Si consultamos cualquier manual de enseñanzas medias de la década pasada (e

incluso algunos libros de texto de la actual educación secundaria obligatoria y del actual

bachillerato) comprobamos cómo la educación literaria se ha concebido, y se sigue

concibiendo aún a menudo, como el estudio académico de los hitos de nuestra historia

literaria y se orienta al aprendizaje de los conceptos y de los hechos literarios más relevantes

desde los orígenes de la literatura castellana hasta hoy, a la lectura de algunos fragmentos

sueltos y de algún texto clásico. y a ejercicios de comentarios de textos un tanto

estereotipados.

3. A partir de la década de los sesenta, y ante el fracaso constatado de una enseñanza de la

literatura orientada a transmitir a unos adolescentes y a unos jóvenes insertos

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