Capitulo I Tlacaelel
Enviado por Radix23 • 29 de Octubre de 2013 • 2.662 Palabras (11 Páginas) • 1.429 Visitas
El emblema sagrado de quetzalcoatl
Tlacaélel recorrió lentamente con la mirada el fascinante espectáculo que se ofrecía ante su vista:
En el amplio patio interior del templo principal de chololan, al pie de la gigantesca y antiquísima pirámide, estaba celebrándose la ceremonia de iniciación de los nuevos sacerdotes de Quetzalcóatl.
La luz de más de un centenar de antorchas, en las que ardían aromáticas esencias, iluminaba el recintocon cambiantes tonalidades. Una doble hilera de sacerdotes, alineados en ambos costados del patio, entonaban con rítmico acento antiguos himnos sagrados. Centeotl, el anciano sumo sacerdote, oficiaba la ceremonia ostentando sobre su pecho" el máximo símbolo de la jerarquía religiosa: el emblema sagrado de Quetzalcóatl. En el centro del patio, dentro de un enorme círculo de pintura blanca, se encontraba el pequeño grupo de jóvenes —entre los cuales estaba el, propio tlacaélel— que recibirían en aquella ocasión el alto honor de entrar a formar parte del denominado sacerdocio blanco, consagrado al culto de Quetzalcóatl.
Para los jóvenes que en medio del complicado ceremonial iban siendo ungidos por el sumo sacerdote, aquel acto constituía la culminación de una meta largamente soñada, y lograda a través de varios años de incesantes esfuerzos.
De entre varios miles de adolescentes que en todas las comunidades náhuatl aspiraban a ser admitidos en el templo de chololan, se escogía cada cinco años a cincuenta y dos candidatos. El criterio selectivo resultaba riguroso en extremo; no sólo era necesario poseer una conducta ejemplar desde la infancia y contar con amplias recomendaciones de los principales sacerdotes de la comunidad donde habitaban, sino que además, debían salir airosos de las difíciles pruebas que los sacerdotes de Quetzalcóatl imponían para valorar la capacidad de los aspirantes.
La extrema dureza de los sistemas de enseñanza utilizados en el templo de chololan, motivaba una considerable deserción a lo largo de los cinco años del noviciado, por lo que rara vez lograban ingresar como nuevos miembros de la hermandad blanca más de media docena de jóvenes.
Una vez investidos con la prestigiada dignidad de sacerdotes de Quetzalcóatl, los así ungidos regresaban a sus lugares de origen, donde muy pronto ocupaban puestos relevantes, ya fuera como jefes militares y dirigentes eclesiásticos, o incluso como reyes de los múltiples y pequeños señoríos en que había quedado fragmentado el mundo náhuatl tras la desaparición, ocurrida varios siglos atrás, del poderoso imperio tolteca.
Diversas circunstancias singularizaban al grupo de novicios que en aquella ocasión estaban siendo ordenados como sacerdotes de Quetzalcóatl. una de ellas era la de que por vez primera figuraban endicho grupo dos jóvenes aztecas: tlacaélel y Moctezuma, hijos de huitzilíhuitl —que fuera segundo rey de los tenochcas— y hermanos de chimalpopoca, quien gobernaba bajo difíciles condiciones al pueblo azteca, pues éste se hallaba sujeto a un vasallaje cada vez más oprobioso por parte del reino de Azcapotzalco. otro de los motivos que singularizaba a la nueva generación de sacerdotes, era el hecho de que formaba parte de ella Nezahualcóyotl, el desdichado príncipe de Texcoco, quien a raíz del asesinato de su padre y de la conquista de su reino por los tecpanecas, se había visto obligado a vivir siempre en constante fuga, acosado en todas partes por asesinos a sueldo, deseosos de cobrar la cuantiosa recompensa ofrecida a cambio de su vida.
La admisión en el templo de chololan, tanto de los jóvenes aztecas como del príncipe Nezahualcóyotl, había producido desde el primer momento un profundo disgusto en maxtla, el despótico rey de Azcapotzalco, sin embargo, el monarca tecpaneca se había cuidado muy bien de no hacer nada que pusiera de manifiesto sus sentimientos. Centeotl, el sumo sacerdote poseedor del emblema sagrado de Quetzalcóatl, era ya un anciano de más de noventa años cuya muerte no podía estar lejana; el sacerdote que le seguía en jerarquía dentro de la hermandad blanca era mazatzin, un tecpaneca incondicional de maxtla. si, como era lo más probable, al percatarse centeotl de que su fin estaba próximo, entregaba a mazatzin el emblema sagrado, maxtla vería aumentar el prestigio de su reino hasta un grado jamás imaginado, lo que le facilitaría enormemente la conquista de nuevos pueblos y territorios. Así pues, a pesar del odio que profesaba a Nezahualcóyotl y de la posibilidad de que el honor de contar con miembros dentro de la hermandad blanca pudiese envanecer a los aztecas y despertar en ellos peligrosos sentimientos de rebeldía, el monarca tecpaneca se guardó muy bien de cometer cualquier acto que pudiese disminuir las probabilidades de que mazatzin se convirtiese en depositario del emblema sagrado.
La ceremonia de admisión de los nuevos sacerdotes había concluido. tras formular las últimas palabras rituales, centeotl se dirigió hacia el enorme incensario que ardía al pie del altar central, en donde figuraba una impresionante representación de Quetzalcóatl en piedra basáltica; todos los concurrentes supusieron que centeotl iba a extinguir las llamas del brasero para dar así por concluida la ceremonia, pero en lugar de ello, al llegar frente al incensario el sacerdote arrojó en él una nueva porción de resinas, produciéndose con esto una fuerte llamarada que iluminó vivamente el recinto. Enmarcado en el resplandor de las llamas, centeotl se dio media vuelta quedando de frente ante todos los participantes, después, con un movimiento repentino y en medio del asombro general, se quitó del cuello la fina cadena de oro de la cual pendía el emblema sagrado de Quetzalcóatl.
El hecho de despojarse en una ceremonia del símbolo de su poder, sólo podía significar una cosa: Centeotl juzgaba llegado el momento de transmitir a un sucesor la pesada responsabilidad de ser el depositario humano de todos los secretos y conocimientos acumulados al través de milenios por la larga serie de civilizaciones que habían existido desde los orígenes de la humanidad.
Una paralizante expectación dominaba a todos los que contemplaban el trascendental suceso y todos se formulaban una misma pregunta: ¿quién sería el nuevo poseedor del máximo símbolo sagrado?
Los orígenes del emblema sagrado de Quetzalcóatl se perdían en el pasado más remoto. Según los informes proporcionados por las antiguas tradiciones, existió mucho tiempo atrás un primer imperio tolteca, cuya capital, la maravillosa e imponente ciudad de tollan, había constituido a lo largo de incontables siglos el máximo centro cultural del género humano. durante todo este período, los gobernantes toltecas habían ostentado sobre su pecho, como símbolo de la legitimidad de su poder, un pequeño caracol
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