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DELIA LERNER

NAVI1995IVAN17 de Junio de 2014

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Ensayo Académico

La enseñanza del español en el nivel básico

En base a la lectura de la autora Delia Lerner (2001)

Capítulo 1. Leer y escribir en la escuela: lo real, lo posible y lo necesario

Capítulo 2: para trasformar la enseñanza de la lectura y la escritura

Materia: prácticas sociales del lenguaje

Profesor (a): Oralia Yáñez Selvera

Alumno: Iván José Ramón Barragán García

Semestre: segundo

Grupo: IIA

Ciclo escolar 2013 – 2014 A 13 de mayo de 2014

Introducción

Este ensayo elaborado envase a la lectura que nos ofrece Delia Lerner es el producto de una investigación en el campo de trabajo, “el aula”, donde hace un dialogo y establece relaciones entre los diferentes textos, artículos, opiniones, estrategias, perspectivas, ideas, programas, y niños. Para desarrollar el tema: Leer y escribir en la escuela, en donde ella y en base en otros autores plasman de manera particular sus observaciones, sobre estos procesos de la desnaturalización de la lectura y la escritura en la escuela.

Además refleja resultados sobre algunas, dificultades y tensiones que operan en la escuela en torno a la lectura y la escritura; nos propone alternativas centradas en los aspectos que es necesario tomar en cuenta para la comprensión y transformación de la práctica docente en alfabetización escritura; explora los problemas curriculares que implica la enseñanza de estas habilidades en los distintos niveles de educación básica.

Como dice la autora Delia Lerner, (2001) “el desafío y reto es que todos los alumnos cumplan los propósitos que se persiguen en la escuela al leer y escribir; que comprendan lo que leen y que lleguen a ser lectores y escritores.”

Leer y escribir son palabras que han marcado y siguen marcando una función esencial de la escolaridad obligatoria.

Kaufmán (2007) p.17, destaca que: “Para enseñar bien, es indispensable tener claro que es lo que vamos a enseñar, es decir, cual es nuestro objeto de enseñanza.”

El desafío que hoy enfrenta la escuela es el de incorporar a todos los alumnos a la cultura de lo escrito, es el lograr que todos sus ex alumnos lleguen a ser miembros plenos de la comunidad de lectores y escritores. “La escuela debe ser el reflejo de la sociedad en la que se vive y debe preparar a los chicos y chicas para moverse cómodamente en esta sociedad plural. (Cassany”, 2000).

Para concretar el propósito de formar a todos los alumnos como practicantes de la cultura escrita, es necesario reconceptualizar el objeto de enseñanza y construirlo tomando como referencia fundamental las prácticas sociales de lectura y escritura.

Lo necesario es, preservar el sentido del objeto de enseñanza para el sujeto del aprendizaje, lo necesario es preservar en la escuela el sentido que la lectura y la escritura tienen como prácticas sociales para lograr que los alumnos se apropien de ellas y puedan incorporarse a la comunidad de lectores y escritores, para que lleguen a ser ciudadanos de la cultura escrita. Según Barón (1997:143)

En psicología, una definición del termino aprendizaje se refiere a cualquier cambio relativamente permanente de nuestra conducta, derivado de la experiencia es decir a partir de nuestras interacciones con el entorno, se puede adquirir por modelado, donde el alumno imita el modelo que observa y/o por exposición (recepción) donde logra un aprendizaje significativo y repetitivo logrando asimilarlo y agregarlo a su estructura cognitiva –conductual con sus conocimientos previos.

Se tiene que aprender sobre aquello que queremos leer o, en su defecto, profundizar los conocimientos previos elementales que podemos tener. Cuanto más aprendamos a leer más desafíos nos impondremos, atrevernos a leer “textos difíciles”. Esto nos lleva a una serie de interrogantes, entre ellas al tema ¿para que se lee?

Leer para informarnos, para conocer, para saber, y leer por leer, leer por placer, leer por gusto. Jorge Larrosa nos dice:

Yo, por mi parte, nunca sabré qué es leer, aunque para saberlo continúe leyendo con un lápiz en la mano y escribiendo sobre una mesa llena de libros. Nunca sabré qué es lo que lo que he escrito, aunque lo haya escrito para saberlo. Y nunca sabré qué es lo que tú vas a leer, aunque te haya inventado para poblar los márgenes de mi escritura y para que, desde allí, me ayudases a escribir. (Larrosa, Jorge, “La experiencia de la lectura. Estudios sobre la literatura y formación" 2003, p.21).

Lo real es que llevar a la práctica lo necesario es una tarea difícil para la escuela. Conocer las dificultades y comprender en qué medida se derivan de necesidades legitimas de la institución escolar constituyen pasos indispensables para construir alternativas que permitan superarlas.

La responsabilidades social asumida por la escuela genera una fuerte necesidad de control: la institución necesita conocer los resultados de su accionar, necesita evaluar lo aprendizajes. Por ser prácticas, la lectura y la escritura presentan rasgos que obstaculizan su escolarización.

Estas prácticas son totalidades indisociables, que ofrecen resistencia tanto al análisis como a la programación secuencial, que aparecen como quehaceres aprendidos por participación en las actividades de otros lectores y escritores. No resulta sencillo determinar con exactitud qué, cómo y cuándo aprenden los sujetos.

En apartados anteriores decíamos que la escuela es agente de normalización lingüístico y que, como tal, tiene responsabilidades referidas a la lengua. Una de estas responsabilidades es la de ofrecer un modelo. Pero ¿qué modelo debe dar la escuela? Reproducimos aquí las palabras de López del Castillo, (1988), p 22:

La escuela debe enseñar la norma estándar general dando preferencia a las formas propias de la región que son utilizadas en este sentido, y haciendo conocer sistemáticamente las demás posibilidades de estas mismas formas en los distintos estándares regionales. La tarea no es excesiva, sobre todo si se enfoca desde el principio. No se trata de que las formas diferenciales sean adaptadas en el habla: será suficiente que los alumnos tengan un conocimiento pasivo, de manera que ello les facilite, al menos, la lectura de cualquier texto escrito.

En la escuela, no resultan “naturales” los propósitos. Están vinculados a los conocimientos que ellos necesitan aprender para utilizarlos en su vida futura, los propósitos comunicativos, escribir para establecer o mantener el contacto con alguien distante, o leer para conocer otro mundo posible y pensar sobre el propio desde una nueva perspectiva

Delia Lerner de alguna manera también tiene la intención de prevenirnos sobre algunos peligros y escribe:

Si la escuela enseña a leer y escribir con el único propósito de que los alumnos aprendan a hacerlo, ellos no aprenderán a leer y escribir para cumplir otras finalidades en la vida social; si la escuela abandona los propósitos didácticos y asume los de la práctica social, estará abandonando al mismo tiempo su función enseñante". (Lerner, 2001, p.29)

Se plantea pues, inadvertidamente, un conflicto de intereses entre la enseñanza y el control: si se pone en primer plano la enseñanza, hay que renunciar a controlarlo todo; si se pone en primer plano el control de los aprendizajes, hay que renunciar a enseñar aspectos esenciales de las prácticas de lectura y escritura.

Los propósitos que se persiguen en la escuela al leer y escribir son diferentes a los que orientan la lectura y la escritura fuera de ella.

Lo posible es hacer el esfuerzo de conciliar las necesidades inherentes a la institución escolar con el propósito educativo de formar lectores y escritores, lo posible es generar condiciones didácticas que permitan poner en escena a pesar de las dificultades y contando con ellas una versión escolar de la lectura y la escritura más próxima a la versión social de estas prácticas, es decir hacer en el aula lo que cotidianamente hace un lector: leer compartir lo leído con otros, escuchar sus puntos de vista, leer noticias, cuentos, curiosidades científicas.

Y formar lectores y escritores de diversos tipos de textos, aunque no sean suficientes solamente estas prácticas.

Para dar respuesta a cómo transformar la enseñanza de la lectura y la escritura necesitamos comprender y analizar lo que Lerner, (2001) destaca:

Un texto evoca otros textos, un título evoca otros títulos. El desafío es formar practicantes de la escritura y ya no sólo sujetos que puedan “descifrar” el sistema de escritura. Formar lectores que sabrán elegir el material escrito adecuado para buscar la solución de problemas que deben enfrentar y no sólo alumnos capaces de oralizar un texto seleccionado por otro.

El desafío es formar personas deseosas de adentrarse en los otros mundos posibles que la literatura nos ofrece, dispuestas e identificarse con lo parecido o solidarizarse con lo diferente y capaces de apreciar la calidad literaria.

Por otra parte, es orientar las acciones hacia la formación de escritores, de personas que sepan comunicarse por escrito con los demás y consigo mismos. También es lograr que los alumnos lleguen a ser productores de lengua escrita conscientes de la pertinencia e importancia de emitir cierto tipo de mensaje en el marco de determinado tipo de situación social.

El desafío es lograr que los niños manejen con eficacia los diferentes escritos que circulan en la sociedad y cuya utilización es necesaria o

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