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Fundamentos socio-institucionales y pedagógicos


Enviado por   •  10 de Noviembre de 2013  •  1.906 Palabras (8 Páginas)  •  282 Visitas

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Fundamentos socio-institucionales y pedagógicos

Para el desarrollo de este punto, se seguirán los planteamientos de Vital y Casado (1998). Según los autores, la acción orientadora que se desenvuelve en las instituciones escolares, dirigida hacia los alumnos, estudiantes, docentes, padres y representantes, personal directivo, y aquel que se desarrolla en las organizaciones productivas o de servicios, distintos a los de la educación formal, tiene implicaciones que la vinculan directamente con la formación, la capacitación, el adiestramiento o el entrenamiento. Por lo tanto, toda acción orientadora supone unos fundamentos pedagógicos que van a condicionar dicha acción. En efecto, la Pedagogía se ocupa de estudiar las condiciones ideales por las cuales deben transcurrir los procesos de formación con el fin de alcanzar las metas previstas.

La Pedagogía aporta a la Orientación dos órdenes de fundamentos que se consideran esenciales:

Primero: los diferentes enfoques pedagógicos ofrecen principios y patrones que guían la acción orientadora entendida como proceso de enseñanza y de aprendizaje para que las personas involucradas en su acción adquieran actitudes, habilidades y estilos de vida que fomenten su desarrollo personal, contribuyendo así al desarrollo social y cultural. En este sentido, el orientador es un Educador, la relación de ayuda puede ser concebida como proceso de enseñanza-aprendizaje, la persona foco de atención puede ser concebida como aprendiz y las metas de la Orientación entendidas como educativas–formativas (ibid).

Segundo: la Pedagogía aporta fundamentos importantes a la Orientación, en la medida en que los orientadores son vistos como asesores y consultores de los docentes. Este rol se concibe como integrado a la práctica educativa en el aula. No hay que olvidar que, actualmente, existe una fuerte tendencia de la práctica orientadora en el contexto educativo en la que se concibe como integrada al currículo escolar, donde el docente cumple, en su actividad cotidiana, el rol de orientador. Esto quiere decir que el docente y el orientador comparten metas y coinciden en los valores referidos al desarrollo integral del hombre (ibid).

De acuerdo con estos autores, los orientadores deben reflexionar sobre ciertas cuestiones antes de iniciar su acción, las cuales deben ser consideradas en función de los posicionamientos filosóficos y teóricos por ellos asumidos al momento de estructurar las bases pedagógicas del plan de intervención. Según los autores, estas cuestiones son las siguientes: a) las finalidades educativas del proceso orientador; b) los objetivos buscados con la intervención; c) los contenidos por seleccionar; d) las estrategias metodológicas; e) las relaciones sociales entre el orientador y los beneficiarios del programa; f) los criterios de evaluación de los aprendizajes derivados de la intervención propuesta.

Estas reflexiones están presentes en algunas de las tendencias pedagógicas contemporáneas. Los autores (basándose en Palacios, 1978), retoman las siguientes: la pedagogía tradicional; la Nueva Escuela; el enfoque pedagógico antiautoritario; y la tendencia pedagógica basada en la mirada socio–política. A continuación se presentarán, brevemente (siguiendo de cerca de estos autores) estas tendencias en sus vinculaciones con la Orientación.

La Orientación vista con el prisma de la pedagogía tradicional, propondría a sus beneficiarios (alumnos) aprendizajes que favorezcan la consolidación de una cultura general homogénea, con los correspondientes valores universales que la acompañan, con el fin de facilitar la adecuada adaptación de la persona al medio ambiente social en el que está inmersa. El orientador asume un rol muy activo y se atribuye (unidireccionalmente) la responsabilidad del proceso del aprendizaje. Se propone dirigir, de forma coherente y organizada, las diferentes etapas de desarrollo evolutivo por las que el sujeto transita y cuya programación parte, exclusivamente, de él mismo. Se vale de la clase magistral, de la transmisión de información, como estrategia metodológica básica, donde el orientado es un receptor (en apariencia pasiva) del proceso orientador. Los objetivos y contenidos (en tanto que homogéneos) deben ser logrados y asimilados por todos los participante, independientemente de sus diferencias individuales, en cuanto a necesidades y características personales. En fin, la evaluación del programa se hace en función del logro de los objetivos previamente establecidos.

La Orientación vista a través del enfoque de la Escuela Nueva debe estructurar sus programas de intervención centrándose en el desarrollo del potencial humano, más que plantearse el corregir las desviaciones, y tomará los diferentes episodios de la vida cotidiana del sujeto como insumo básico de la interacción orientadora. Se piensa que el cambio y el aprendizaje significativo ocurren mediante la actividad creadora y constructiva del que aprende y no de la transmisión de información elegida y seleccionada por el orientador. Por lo tanto, los contenidos y la intervención se centrarán en lo afectivo y partirá de las experiencias de las personas que participan en el proceso y buscará las soluciones y alcance de las metas a través de la acción cooperativa y comprometida de todos. Esto significa darle mayor importancia a la intervención grupal que a la individual. La intención de los programas ha de ser la de contribuir con el desarrollo de las potencialidades naturales del orientado, en un clima de cooperación, aceptación, cordialidad y empatía. Así, la evaluación es de largo alcance, luego de intensos programas de intervención.

La Orientación vista con el prisma de la pedagogía antiautoritaria, estructurará la relación de ayuda alrededor de las necesidades del sujeto, facilitando en todo momento un clima de libertad, donde él pueda compartir sin coacción las cuestiones que considere relevantes y significativas, estimulando siempre la clarificación y toma de sus posiciones, sobre la base de la correspondiente auto-evaluación. El Orientador no es sino un facilitador de aprendizajes y podrá compartir sus vivencias personales en la relación de ayuda. En otras palabras: los objetivos y los contenidos de la intervención son elaborados por los sujetos y el orientador sólo lo estimulará para que

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