La política como vocación

La política como vocación es una plática realizada por Max Weber, quien desde el principio advierte que no tomará postura alguna a pesar de la naturaleza del tema, refiriéndose precisamente a la política como vocación, haciendo alusión por supuesto a quienes están involucrados, es decir a los políticos.

Weber señala que la política hay que entenderla solamente como la dirección o la influencia sobre la trayectoria de una entidad, aplicable en nuestro tiempo al Estado.

En un principio pretende definir al Estado para luego entrar en detalle sobre los personajes que se involucran en la propia política y las características que éstos deben poseer para el ejercicio de la misma. Max Weber toma incluso como definición de Estado, o como punto de partida del mismo, alguna citada por Trotsky: “Todo Estado está fundado en la violencia”. Refiriéndose a que la violencia no es, naturalmente, ni el medio normal, ni el único medio de que el Estado se vale, pero sí es su medio específico. “Hoy la relación del Estado con la violencia es especialmente íntima”, afirma. “Hoy el Estado es aquella comunidad humana que dentro de determinado territorio, reclama para sí el monopolio de la violencia física legítima”. Lo distintivo de nuestro tiempo es que a todas las demás asociaciones e individuos sólo se les concede el derecho a la violencia física en la medida en la que el Estado lo permite, dice Weber. Esto pareciera una obviedad pero sin duda la carga de realidad es sustancial. Pues para imponer el orden estamos de acuerdo que el Estado legitima la violencia sólo si es ejercida por el mismo. Y también es una manera para partir del orden.

Enseguida Weber comienza con el desglose de los actores políticas quienes por supuesto participan en el Estado o lo conforman. Y a este respecto dice: “Quién hace política aspira al poder, al poder como medio para la consecución de otros o al poder por el poder para gozar del sentimiento de prestigio que él confiere”. Partiendo de que el Estado es una dominación de hombres sobre hombres, que se sostiene por medio de la violencia legítima.

Para Weber existen tres tipos de justificación para fundamentar la legitimidad de una dominación, la primera es la tradicional, como la que ejercían los príncipes. En segundo lugar está la de Carisma (cuántos candidatos a la presidencia han ganado gracias a esta característica) que es la de la gracia, ésta la detentaron los profetas. Por último está la autoridad detentada por la legalidad, es como la que ejerce el moderno servidor público.

Siguiendo en su análisis sobre los actores políticos, un punto muy interesante que se trata en esta conferencia impartida por Max Weber, es que hace referencia a los tiempos de Carlos V, que es también la época de Maquiavelo y por influjo sobre todo de los embajadores venecianos, hace mención que la diplomacia fue la primera en convertirse en un arte conscientemente cultivado. Sus adeptos en su mayoría humanistas se trataban entre sí como profesionales iniciados. Esto mismo sucedía con los estadistas chinos. Es decir verdaderos profesionales de la política que eran vitalicios, es decir siempre estaban trabajando en los asuntos políticos. Incluso hace una crítica a los gobiernos norteamericanos por no tener ese modelo hasta ya muy tarde. Critica el modelo norteamericano por falta de especialistas en ciertas materias que conferían a la política. Cómo criticaría Weber si se le pidiera su opinión sobre los políticos mexicanos que en cada sexenio se cambian y dentro del mismo de manera constante y permanente. Un día un Secretario es del Trabajo y al otro se encuentra atendiendo la Secretaría de Educación Pública o el Instituto Federal Electoral.

Estos profesionales de la política dice Weber eran quienes verdaderamente dirigían los intereses de la nación y protegían de alguna manera al Príncipe o gobernante que estaba ahí por tradición.

La necesidad de confiar la dirección unificada de toda la política, dice Weber, incluida la interna, a un solo estadista dirigente, solo apareció de manera definitiva con la evolución constitucional. Hasta entonces, afirma, solo habían existido personalidades aisladas que actuaban como consejeros, de hecho como guía de los príncipes. Digamos que estos personajes fueron los primeros políticos. En los Estados más adelantados habían surgido autoridades administrativas supremas de tipo colegiado. Como en el Parlamento Inglés. Este sistema inglés de los ministerios parlamentarios fue así trasladado al continente Americano. En el caso americano se constituyó uno en el cual, el jefe de partido victorioso elegido mediante voto popular directo, a la cabeza de un grupo de funcionarios elegidos por el mismo, queda desligado de la aprobación parlamentaria salvo por lo que le toca al presupuesto y la legislación. Sistema que por supuesto conocemos actualmente y el cual todavía se encuentra vigente. Entiéndase el Presidente de la nación.

Max Weber dice que la transformación política en una empresa, hizo necesaria una preparación metódica de los individuos para la lucha por el poder y

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