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Literatura


Enviado por   •  7 de Marzo de 2014  •  2.563 Palabras (11 Páginas)  •  207 Visitas

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LITERATURA CONTEMPORÁNEA

La literatura contemporánea engloba la producción literaria “occidental” (producida en Europa y América) durante la Edad Contemporánea, es decir, a partir de la época de las revoluciones (tanto la Americana como la Francesa). Es un concepto difícil de aplicar a la literatura dado la intrínseca imbricación de la mayoría de las obras con sus antecesoras históricas, pero en este caso es un concepto definido más por valores de originalidad y ruptura estética que por cuestiones puramente cronológicas. Al igual que el arte moderno, la literatura contemporánea -también llamada moderna- se conoce así no únicamente por haber sido escrita sobre todo a partir del siglo XIX, sino por romper drásticamente con lo anterior.

Esta literatura contemporánea ha vivido varios movimientos o estilos literarios bien definidos:

El primero fue el romanticismo, un movimiento no sólo literario sino también cultural y político. El rechazo de la razón, la libertad como causa suprema, y el sentimiento por encima de todo crearon obras basadas en el predominio del “yo”, la evasión y la libertad formal. Goethe, Walter Scott, Lord Byron, José Zorilla, Espronceda o Mary Shelley son algunos de los autores más representativos de esta escuela.

Tan representativa fue la anterior que la siguiente etapa del movimiento literario se conoció como postromanticismo, aunque básicamente es un concepto artificial que designa al parnasianismo, el simbolismo y el decadentismo, tres “evoluciones” diferentes del anterior tronco romántico.

El siguiente movimiento unificado llegó a mediados del siglo XIX y se conoce comorealismo o naturalismo. Fue a su modo una reacción a los excesos románticos; conservó el costumbrismo anterior pero se libró del sentimentalismo, la fantasía y la anarquía formal. Nació con él la novela social, reflejo literario de la nueva sociedad de clases, y la novela psicológica, preocupada de los temperamentos y las motivaciones. Dickens, Pérez Galdós, Dostoievski, Émile Zola y Flaubert son algunos de los autores más representativos del movimiento.

Tras ellos llega la experimentación propia del Modernismo, que aunque en España se ciñe a una serie de autores concretos internacionalmente se conoce como el inicio de las vanguardias. El elitismo frente a la cultura de masas, la de construcción y la experimentación encontraron en Hemingway, Proust, Joyce, o Virginia Woolf algunos de sus mejores exponentes.

Tras la Primera Guerra Mundial la literatura entró de lleno en las vanguardias. Primero con el futurismo, el dadaísmo y el surrealismo, luego con una serie casi incontable de estilos personales y pura experimentación literaria. Jorge Guillén, Salinas, García Lorca, Luís Cernuda o Dámaso Alonso en España; Neruda, Huidobro y Mistral en Latinoamérica, Beaovir o Camus en la escena internacional son algunos de los más claros exponentes de este estilo.

Realismo 1850-1891

La literatura realista se define particularmente como la ficción producida en Europa y en Estados Unidos desde 1840 hasta la década de 1890, cuando el realismo fue desbancado por el naturalismo. El realismo literario comenzó en Francia con las novelas de Gustave Flaubert (Madame Bovary, 1857); con los relatos cortos de Guy de Maupassant, en los que reaccionan contra el lirismo y la idealización románticas; con Honoré de Balzac y su amplia visión social en sus novelas de La comedia humana.

La represión política de los ímpetus revolucionarios del Romanticismo hacia el 1850 lleva al desarrollo de una clase burguesa más amiga de las realidades prácticas que de ideales románticos.

De la mano del Partido Moderado, a partir de 1844 y durante 10 años (periodo conocido como Década Moderada), se consolidó un liberalismo muy restrictivo (sólo una minoría de ciudadanos tenía derechos políticos). La práctica del caciquismo, en buena medida, empezó a tejer sus redes a partir de 1844. El nuevo sistema se plasmó en la ciertamente conservadora Constitución de 1845.

El general Ramón María Narváez, un militar autoritario, llamado por sus detractores 'el Espadón de Loja', fue la principal figura del Partido Moderado, la formación que dominó la escena política española durante casi todos los años transcurridos del reinado de Isabel II (1833-1868). Narváez consiguió evitar la oleada revolucionaria extendida por gran parte de Europa (las denominadas revoluciones de 1848), más por la falta de una estructura social afín que por las medidas de dureza adoptadas. Esta fase se cerró con el ‘tecnócrata’ Juan Bravo Murillo, quien llevó a cabo, en 1851 y 1852, una amplia labor administrativa y hacendística.

Tras la primera guerra carlista (1833-1840), la política va tomando un carácter conservador. Es una reacción contra el Romanticismo; ahora priva una concepción realista de la vida. Sin embargo, perdura la influencia romántica. Son los años del auge de la ciencia positivista experimental: descripción exacta y rigurosa de la vida humana.

En general, el trabajo de estos escritores ilustra la esencia del realismo, según la cual los autores no deben seleccionar hechos de acuerdo con unas ideas estéticas o éticas preconcebidas, sino que sus ideas deben estar basadas en observaciones imparciales y objetivas. Preocupados por la representación real de la vida, sin ocuparse por la forma, los realistas intentaron restar importancia a la argumentación en favor de la representación de los caracteres referidos a la clase media y a sus preocupaciones y asuntos más palpitantes.

En España, el realismo se perfila con el costumbrismo romántico, cuyo origen suele remitirse a la novela picaresca y a su fragmentación en cuadros de costumbres a lo largo del siglo XVII.

En general, la segunda mitad del siglo XIX se caracteriza por la pérdida progresiva del idealismo romántico y una orientación hacia una concepción práctica de las cosas, así como por el predominio del espíritu burgués, a pesar de la agitada lucha ideológica de las últimas décadas de la centuria. La segunda mitad del siglo XIX presente multitud de tendencias, a veces contradictorias, pero en la novela priva el realismo.

El “yo” ya no desempeña el papel central como en el romanticismo. El subjetivismo se va a apagando y dejando paso a un deseo de mayor objetividad: la realidad externa descrita de modo impersonal: el narrador omnisciente, que domina y que sabe el desenlace de la historia, utiliza la tercera persona del singular. El escritor realista ya no concibe el arte como expresión libre de una inspiración personal. La obra artística dejará de ser intérprete de las “pasiones vagas e indefinidas” de los románticos, sino que buscará la objetividad absoluta.

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