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Maestra, no quiero aprender la "P"


Enviado por   •  21 de Mayo de 2014  •  Informe  •  956 Palabras (4 Páginas)  •  251 Visitas

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Maestra, no quiero aprender la "P"

No puedo quedarme dormido, doy vueltas en la cama, miro el techo, le cuento los agujeros, por donde se mete la luna y el agua cuando llueve. Me volteo y me asomo para ver los zapatos nuevos y el uniforme colgado en el clavito. Esta noche es lenta como la noche que se llevaron a Pedro, mi hermano, tengo un susto en la barriga y tengo miedo de aprender la ¨P¨.

Cuando llegamos esta tarde, mi mamá entró rápido para la cocina, montó la perolita del café con un poquito que había quedado de la mañana, se lo tomó, se puso las manos en la cabeza, se apoyó en la pared y rompió a llorar; siempre llora después de tomar café. Entró la señora Blanca.

¿María cómo dejaste a Pedro?

Bien, dentro de lo posible-, le contestó mi mamá, secándose la cara con el trapito de agarrar las ollas. Buscó en el cuarto el pantalón, la camisa del uniforme y la plancha, mientras la señora Blanca le hablaba.

¿Y eso, por fin le pudiste comprar el uniforme?

Sí, por fin le pude comprar el uniforme, mañana le toca ir para la escuela, vamos a ver si la maestra lo aguanta-, le respondió mi mamá.

Seguramente, cuando mi mamá me fue a inscribir, se lo dijo a la maestra, que yo era insoportable, que todo el día me la pasaba en la calle jugando pelota, porque ella siempre me dice que me gusta lo malo, que salimos igual a mi papá.

-¡Vamos a ver si a este le gusta estudiar!.., y no se escapa de la escuela para ir a matar pájaros, como hacía Pedro.

La señora Blanca me puso las manos en la cabeza, me sacudió los cabellos y comentó en voz baja:

- ¡ Estos muchachos sí que echan vaina!-, y se fue.

Mientras mi mamá planchaba yo recordaba lo que mi hermano me había dicho en la mañana: Chamo, mañana vas pa` la escuela, ¡qué arrecho! Se puso como triste, se calló un ratico y después me contó:

- “A mí me gustaba la escuela; siempre que pasaba por allí me quedaba viendo a los muchachos jugando en la cancha. La noche antes de ir a la escuela estaba contento, mi mamá me había planchado el uniforme y tenía zapatos nuevos, me tocó la maestra LUISA ¡ Maestra p`arrecha!

¡Mira tú, métete la camisa por dentro, amárrate las trenzas y ponte en la fila!

¿Yo?

¡Sí, tú!

Todos los días, antes de entrar al salón, se paraba como un soldado... bueno, después de hablar y reírse con los otros maestros, se ponía seria y comenzaba a dar gritos.

-¡ Pedro cállate, haz la fila! ¡Métete la camisa por dentro, amárrate las trenzas! ¡ Mira mijito deja de hablar! ¡ No van a entrar hasta que no se callen y formen como es debido!

Después, en el salón, llenaba la pizarra de letras y decía:

-¡Saquen el cuaderno, el lápiz, y copien!

Al salir, se paraba en la puerta y nos decía:

- ¡A ver si mañana hacen algo, hoy se portaron malísimo! ¡ Tú, Pedro, eres un desastre, a ver

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