Maturana
Enviado por anaiviv95 • 28 de Mayo de 2013 • Informe • 574 Palabras (3 Páginas) • 253 Visitas
¿Qué es la cosa pública? Aquello que está allí y es accesible a cualquier ciudadano, para mirarlo, para condenarlo, para reflexionar sobre él y para actuar.
En algún momento en el Ágora de las Ciudades-Estados griegas los ciudadanos configuraron la cosa pública.
Cuando aparece la cosa pública los temas de la comunidad aparecen como temas accesibles a la conversación, a la mirada, al escrutinio, a la opinión, a la acción de todo ciudadano.
Los monarcas se hacen suplerfuos, sus atribuciones son negadas, se vuelven una decoración. Acabada la monarquía e instaurado lo público se vive la democracia, surge como un espacio de conversaciones, decisiones y acciones sobre los negocios de todos los ciudadanos. De modo que lo que constituyó a la democracia, de hecho, fue el espacio público, fue la cosa pública, accesible a todos los ciudadanos para mirar, reflexionar, opinar y para actuar.
Nosotros hemos confundido la democracia con la elección de presidentes, parlamentarios y administradores, muchos de los cuales apenas tienen un respaldo mayoritario porcentual.
También confundimos las posibilidades reales que tiene quien es elegido presidente, ya que no es al poder a lo que tiene acceso sino a una responsabilidad presidencial.
Nosotros en tanto pertenecemos a una cultura patriarcal no nos damos cuenta que el poder es por concesión, nadie detenta el poder sino es endosado por otros. El poder surge en la obediencia del otro. Si yo digo algo y ustedes hacen lo que digo me conceden poder.
En la relación materno infantil aprendimos a respetar, aprendimos a colaborar, aprendimos a participar, aprendimos a conversar, a no resolver nuestras discrepancias en la mutua negación y aprendimos algo muy importante:
Aprendimos el emocionar que hace posible la democracia, el emocionar que es propio de la democracia. Aprendimos a disfrutar y a imaginar como posible y legitimo un vivir en el mutuo respeto.
Si no existe la emoción no existe la acción. Es la emoción la que hace grato todo quehacer. No es lo que uno hace lo que produce emoción, sino la emoción con la cual se hace. En es- te sentido, reafirmo que la convivencia democrática es posible solamente si uno aprende el emocionar que hace posible la convivencia democrática, el emocionar que hace posible la convivencia democrática se desencadena desde la infancia, se aprende en la infancia.
El decurso que la humanidad siga es el que tracen los niños, por que son los niños y el vivir que ellos tengan lo que pervivirá cuando sean adultos, y estos adultos de hoy seremos los artífices de la atmósfera en la cual se van a levantar los niños, que conservarán generación tras generación el gusto o desdén por la convivencia.
Yo sostengo una cosa más –y con esto creo que el curso de la historia es el curso de las emociones. En particular el curso de los deseos. No
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