Narrativa De Una Clase De Preescolar
Enviado por gavitapascual • 30 de Noviembre de 2013 • 2.905 Palabras (12 Páginas) • 630 Visitas
Al comienzo de la clase hice un breve saludo, preguntando como se sentían en ese momento, a lo que los niños me comentaron que felices y solo una pequeñita comentó que sentía nerviosismo, todos se dieron cuenta de que la clase iba a ser especial, pues notaron ciertos elementos que no ven de manera cotidiana en el salón de clase, por lo que asumí que era lógico el nerviosismo en la pequeña Regina, que fue quien lo dijo. Mi primera debilidad fue no decir nada en ese momento sobre su sentir posiblemente porque yo me encontraba en la misma situación y no se me ocurrió más que continuar con la clase.
Realicé una introducción del tema en referencia a la competencia que íbamos a ver y el propósito de la clase. Expliqué a los niños el proceso y los pasos a seguir de manera sencilla, con la agenda de actividades; cuyas imágenes representaban algunos elementos y materiales con los que trabajaríamos. Primero realicé preguntas sobre la experimentación y las suposiciones que debíamos realizar para después comprobarlas y contrastarlas. Sentí un poco de nerviosismo, ya que había mucho que hacer y poco tiempo para desarrollarlo. Les pedí que recordaran las reglas de la clase y ellos respondieron de manera asertiva la importancia del respeto de los turnos al hablar, el cuidado en el manejo de los materiales, el seguimiento de instrucciones y el trabajo colaborativo. Debido a que trabajaríamos con tres experimentos, cuyos elementos eran de fácil manipulación, consideré que los equipos debían ser integrados en binas, de este modo, su participación sería mayor en cada actividad y se obtendrían mejores resultados en los aprendizajes esperados.
El proceso de la situación didáctica expuesto fue sistémico, es decir que el proceso de cada experimento se realizó de la misma forma y a modo de feedback o retroalimentación comprobada. Los niños están acostumbrados a trabajar siguiendo instrucciones y mantienen hábitos y rutinas que hacen que el proceso didáctico resulte organizado y bien planeado, considero que esa es una fortaleza que hace que la práctica educativa sea exitosa y que los niños tengan aprendizajes significativos. Al comienzo del primer experimento, las suposiciones que se formularon fueron pausadas, pues los pequeños no tenían la menor idea de lo que iba a suceder y les inquietaba formular suposiciones que no fueran del todo ciertas. A medida que se desarrollaron las actividades de experimentación surgieron más hipótesis y hubo mayor seguridad y participación, aun corriendo el riesgo de que la formulación de dichas hipótesis no fueran del todo ciertas.
Al realizar el primer experimento, los niños realizaron suposiciones de lo que creían iba a suceder, mezclando el vinagre y el bicarbonato. Al darle la palabra a Mauro, noté que se sentía mal, pues mencionó que le dolía el estómago, continué con la actividad por algunos momentos más, pensando que posiblemente fuera el nervio del momento, sin embargo el niño no mostró síntomas de mejoría a lo que le sugerí que saliera del salón y continué con la clase. Después de que Mauro saliera del salón, procuré que la situación didáctica siguiera su curso e incorporé a Emilio con el equipo uno, de modo que no trabajara solo.
En el primer experimento los niños debían mezclar el vinagre con el bicarbonato, siguiendo instrucciones, hubo mucha emoción y uno que otro grito por el inesperado evento, entendieron que al hacer la mezcla de los dos elementos surgió algo; la efervescencia, las burbujas y la espuma que se desbordaba del recipiente. Interactué con ellos y en ese momento Mauro regresó a la clase, por lo que lo incorporé de nuevo a su equipo #2 con Emilio y preguntándole discretamente si se encontraba mejor. Al momento de la experimentación y debido a que yo sí conocía el resultado, observé con atención la reacción de los niños cuando vieron el suceso. Comprobaron sus hipótesis ya que contrastamos lo que habían dicho con lo que sucedió. En un principio cuando Paloma mencionó que se podía utilizar para la comida, quedé un poco sorprendida porque realmente no me esperaba que ella dijera eso, como adultos, siempre buscamos que las respuestas de los niños sean como nosotros imaginamos, sin embargo era su idea y su hipótesis y rápidamente comprendí que debía respetarla, por lo que anoté en la tabla del experimento #1 lo que ella me dijo, después volvió a comentar, que se haría agua y seguida a esta hipótesis, Natalia comentó que se haría agua de limón. Proseguimos con la actividad y les mencioné las reglas de seguridad en el manejo de los productos y materiales a utilizar, Ittay corroboró la regla de respetar el turno de hablar, Paloma dijo que debíamos tener cuidado y posteriormente les expliqué que los materiales estaban organizados de tal manera que ellos distinguieran lo que debían tomar de la mesa. Procuré que todos participaran comentando y respondiendo a las preguntas y también al tomar los productos para sus experimentos, también les reiteré las hipótesis que ellos me mencionaron en un principio y les mencioné que para realizar los experimentos debían tomar una hoja con las instrucciones necesarias y que previamente elaboré con imágenes de cada material y una que otra palabra y/o número, que debían leer e interpretar, siguiendo los pasos, ya que era importante conocer el proceso y las cantidades que se debían emplear en cada experimento. Cuando terminaron, procedieron a limpiar su lugar dejando los materiales utilizados en la misma mesa de donde los tomaron. Posteriormente, volvieron a tomar sus asientos y contrastaron cada hipótesis, dándose cuenta de que había algunos errores en sus suposiciones, ya que el vinagre siendo un ácido y el bicarbonato que es una sal con características especiales minerales, combinada produce una efervescencia y un gas, que no se hizo agua como ellos pensaron y tampoco agua de limón.
Les expliqué a los niños que el segundo experimento consistía en agregar unas pasitas al agua mineral o soda y observar lo que sucedería. Los niños hicieron suposiciones al respecto y en esta ocasión expresaron de modo entusiasta y con mayor seguridad lo que ellos pensaban que iba a suceder. Paloma dijo, que las pasitas se desharían al introducirlas en el agua mineral, Natalia comentó que se aguadarían y Mauro opinó que se despedazarían. De nueva cuenta mencioné las reglas e invité a pasar por el material a los niños que no habían pasado. Una vez que tenían el material en sus mesitas les pregunté qué era lo que iban a hacer y ellos sin dudar me empezaron a decir que iban a verter el agua en el vaso hasta la línea que señalaba el instructivo. Comenzaron a realizar el segundo experimento y en esta ocasión percibí que los niños ya sabían exactamente lo que debían hacer y escuchaba como se ponían de acuerdo y lo que realizaría uno y
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