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Trabajo En Grupó


Enviado por   •  21 de Agosto de 2014  •  2.069 Palabras (9 Páginas)  •  178 Visitas

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SOCIALES

ESCUELA NORMAL SUPERIOR SANTIAGO DE TUNJA

TUNJA

2014

SOCIALES

Trabajo Presentado Al Profesor:

HERNAN OROZCO

ESCUELA NORMAL SUPERIOR SANTIAGO DE TUNJA

TUNJA

2014

CONTENIDO

Construcción de los estados nacionales………………………………………………..4

Las nuevas repúblicas…………………………………………………………………..10

Mapa conceptual de las nuevas repúblicas…………………………………………..11

Bibliografía………………………………………………………………………………..12

COSTRUCION DE LOS ESTADOS NACIONALES

El concepto de Nación como comunidad política con derecho a crear un estado organizado es una de las herencias ideológicas más importantes de la Revolución francesa y del pensamiento ilustrado anterior, y en él descansa la base del nacionalismo.

El principio de Soberanía Nacional presupone la consideración de la Nación como el conjunto de los ciudadanos de un Estado, depositarios de su poder, que cambian la antigua lealtad a los soberanos y señores por una nueva a sus Constituciones. En sus orígenes, por tanto, el nacionalismo va ligado a la ideología liberal.

Sin embargo, para comprender el origen del nacionalismo, debemos fijarnos en el llamado Nacionalismo Cultural, surgido en Alemania a finales del S. XVIII. En 1784, Herder escribía Ideas para la filosofía de la Historia de la Humanidad, donde reivindicaba el derecho de cada pueblo a expresar su “espíritu” (Volksgeist) a través de su propia lengua, sus tradiciones culturales, su folclore, etc. El triunfo de sus ideas hizo que en el siglo XIX se promovieran la investigación histórica, lingüística, folclórica y cultural, consagrada a redescubrir el pasado nacional de estados ya existentes y de los que pretendían formarse.

A raíz de estas ideas surgiría también otro fenómeno cultural y artístico que sirvió de apoyo al nacionalismo: el Romanticismo.

Se trataba de una nueva actitud ante la vida, de la que el arte, la literatura o la música, se hicieron eco. Los artistas se convierten en portavoces de una sociedad que aprecia lo local y lo particular frente a la universalidad defendida por la Ilustración, las emociones desatadas frente al control de la razón, la admiración por la Edad Media frente a una Europa que se industrializa rápidamente y una burguesía que se apodera de los resortes del poder.

El emergente nacionalismo cultural, pronto se transformó en nacionalismo político, y se expresó en las oleadas revolucionarias de 1830 y 1848.

Podemos distinguir dos tipos de nacionalismo: centrífugo o disgregador, y centrípeto o integrador.

DISGREGADORES INTEGRADORES

Pretenden la creación de un nuevo Esta do mediante el desgajamiento de un con-

Lectivo humano y su territorio, de un Estado más grande.

Casi todos los grandes imperios decimonónicos (Rusia, Turquía, Austria, Gran Bretaña, España) experimentaron en su seno los nacionalismos separatistas, pero en ningún lugar con tanta intensidad y variedad (étnica, religiosa y lingüística) como en el sureste de Europa, comprar la aspiración en este caso era unir los elementos territoriales y políticamente dispersos de un mismo pueblo en un solo Estado.

Los episodios más significativos del nacionalismo tienen que ver con este tipo: las unificaciones de Italia y Alemania abatido por los imperios otomano y austriaco.

La unificación italiana

Desde 1815, el norte y centro de la península italiana se encontraban bajo influencia austriaca. Eran independientes el reino de Piamonte-Cerdeña, con capital en Turín, y los Estados Pontificios, con capital en Roma. En el sur, se situaba el Reino de las Dos Sicilias, gobernado por Borbones. El territorio compartía la lengua italiana, vecindad geográfica y rasgos culturales.

Las ideas nacionalistas se habían divulgado en reducidos círculos burgueses durante la invasión napoleónica y, desde 1815, fueron difundidas por la sociedad de los Carbonarios, que pretendían acabar con el absolutismo.

La oleada revolucionaria de 1830 también fracasó en Italia, por lo que la estrategia para la unificación se definiría en torno a Giuseppe Mazzini, que fundó la organización Joven Italia, propugnando la creación de una república democrática, social, unitaria y laica, a la que se llegaría mediante la movilización popular y la lucha contra Austria.

La oleada del 48 fracasaría nuevamente, continuando el dominio austriaco en la zona, si bien hubo un cambio en el Piamonte, donde la monarquía de Víctor Manuel II de Saboya, se consolidó como un Estado constitucional.

Su primer ministro, Cavour, sería el principal impulsor de una nueva estrategia política hacia la unificación. Apostaba por la modernización del Piamonte a fin de convertirlo en una gran potencia que sería eje de la futura unión política. El Estado, el ejército y la diplomacia, serían sus principales instrumentos.

En 1859 consiguió el apoyo francés y venció a los austriacos, arrebatándoles Lombardía. Al año siguiente Piamonte ocuparía los ducados centrales. A cambio de su apoyo, Francia recibió Saboya y Niza.

Prácticamente al mismo tiempo, en 1860, estallaría la revolución de los sicilianos contra el absolutista rey de Nápoles, Francisco II. Acaudillado por Giuseppe Garibaldi, un ejército de voluntarios, las camisas rojas, liberaron Sicilia y más tarde desembarcaron en el continente derrocando a los Borbones con ayuda de los campesinos.

A pesar de sus ideas, para no dividir el movimiento nacionalista, Garibaldi renunció a proclamar la República y cedió a Víctor Manuel II las conquistas realizadas, reconociéndole como rey de Italia. En 1861, mediante referendum, el Reino de Nápoles se incorporaba a la nueva Italia.

La unidad se completaría con la anexión del Veneto en 1866 y la conquista de los Estados Pontificios en 1870, a pesar de la oposición del Papa y de Francia. Roma se convirtió en la capital de Italia y se creó el Estado del Vaticano bajo soberanía del pontífice

La formación

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