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Actividad n1 LAS VIRTUDES MORALES


Enviado por   •  4 de Diciembre de 2017  •  Ensayo  •  4.483 Palabras (18 Páginas)  •  352 Visitas

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  1. LAS VIRTUDES MORALES

INTRODUCCIÓN:

  1. Definición: Las virtudes (de vis: fuerza) son cualidades positivas e interiores que perfeccionan integralmente a la persona que las posee. Es decir, las virtudes tienen que ver con categoría o calidad humana. Cuando adquiero virtudes voy adquiriendo una riqueza humana incomparable con cualquier otro tipo de bien: dinero, posición social, fama, etc. Las virtudes me perfeccionan integralmente, es decir, me hacen mejor persona, lo que no pasa con los otros bienes, pues una persona puede ser millonaria y, al mismo tiempo, ser una muy mala persona; o alguien puede ser muy atractivo o atractiva físicamente, pero ser vanidoso, engreído, tonto, flojo, etc. Es decir, son las virtudes –aquellos “adornos del alma” como las llama Cervantes– aquellas perfecciones o excelencias que me hacen mejor hombre o mejor mujer en un sentido pleno. las virtudes son como el filo de un cuchillo: sin el filo el cuchillo no puede cortar, que es aquello para lo que existe; sin las virtudes el ser humano no puede llevar una vida plenamente humana pues le falta la capacidad, la fuerza, la energía, el vigor (la vis) para actuar bien. El vicio (la falta de virtudes o de carácter), al contrario, me inclina a hacer el mal que no quiero hacer y a ser incapaz de hacer el bien que quiero y debo hacer (si soy flojo, por más que quiera estudiar con tiempo para preparar bien una prueba, no voy a ser capaz de hacerlo por falta de dominio de mí mismo. Las virtudes, por tanto, incrementan mi libertad y mi personalidad, porque me hacen cada vez más dueño de mí mismo y de mis actos.
  2.  Cómo se adquieren las virtudes: Las virtudes se adquieren con la práctica o con el ejercicio. Es decir, me hago estudioso estudiando; sincero, diciendo la verdad; fuerte, enfrentando las dificultades, etc. La virtud se parece en esto al deporte: en el deporte cuanto más entreno adquiero más destreza, facilidad y gusto en una disciplina. Lo mismo con la virtud: cuanto más hago el bien o me comporto dignamente, más me voy connaturalizando con él bien y más me repugna la mentira, el engaño, la injusticia, la deshonestidad, etc.
  3. Características de las virtudes:
  1. La virtud como justo medio: Así como en un asado la carne no puede quedar ni cruda ni quemada y lo perfecto o lo mejor se opone a ambos extremos, la virtud, como perfección moral, se opone tanto al exceso como al defecto en la conducta humana. Por ejemplo, en la prudencia el defecto es actuar sin pensar, tontamente y el exceso consiste en pensar demasiado y nunca actuar. La virtud, lo perfecto, lo mejor, se opone a ambos extremos.
  2. La interconexión de las virtudes: Las virtudes están interconectadas. Es decir, crecen orgánicamente: no se puede crecer en una, sino se crece también en las otras. Por ejemplo, nadie puede ser justo si no modera su amor al dinero o a las riquezas o es muy difícil que alguien sea prudente si no se controla en el uso del alcohol, etc.
  1. Importancia: “Nobilitas sola est atque única virtus”. Este adagio latino quiere decir, “la única verdadera nobleza consiste en la virtud” y resume la importancia que tienen las virtudes para la vida humana. La categoría o calidad humana de una persona está en sus virtudes y en ellas radica, por tanto, la verdadera nobleza o belleza integral de una mujer o de un hombre. Es decir, una persona puede ser millonaria o ser aristócrata o presidente de la república, pero si no tiene virtudes esa persona es bien poca cosa. Diciéndolo de otro modo, una persona es más por las virtudes que va adquiriendo y no por el poseer o el tener o la apariencia o la cuna. La virtud es la verdadera riqueza y valía de una persona y si la gente pusiera el mismo esfuerzo que pone en adquirir dinero, placeres, fama, posición social, bienes materiales en adquirir virtudes el mundo, sin duda, sería un lugar mejor.  
  2. Cuáles son: Las virtudes morales fundamentales son las llamadas virtudes cardinales[1]: la prudencia, la justicia, la fortaleza y la templanza.

Veremos a continuación las virtudes cardinales:

  1. LA PRUDENCIA:

  1. Definición: La prudencia es la virtud que posibilita a la razón juzgar rectamente y determinar aquello que se debe hacer. La prudencia, en este sentido es inteligencia práctica: nos permite discernir nuestro verdadero bien y los medios para realizarlo. También la persona prudente es capaz de vislumbrar los posibles efectos que tendrán sus acciones.
  2. Actos propios
  1. Pensar (consejo): Es la reflexión o la consideración sobre una determinada empresa, o plan de acción; examinar los pros y los contras de las posibilidades que tengo ante mí.
  2. Decidir (juicio): Es determinarme o elegir una de las posibilidades o caminos a seguir.
  3. Actuar (imperio): Es llevar a la práctica lo que se ha decidido. Es el acto más importante de la prudencia. De nada sirve decidir estudiar una hora microeconomía si finalmente no se lleva a la práctica. “Del dicho al hecho hay mucho trecho” dice la sabiduría popular; no basta la buena intención si no se pone por obra.
  1. Partes o tipos
  1. P. personal: Es aquella por la cual nos gobernamos a nosotros mismos.
  2. P. familiar: Es aquella por la cual se gobierna la familia. Ej. ¿Dónde estudiarán nuestros hijos, iremos de vacaciones? etc.
  3. P. social o política: Es aquella por la cual se gobierna la sociedad civil. Es la virtud propia de los gobernantes, aunque en democracia todos los ciudadanos son, en cierto sentido, gobernantes de la misma sociedad civil: votar o no votar, votar por este o por aquel candidato tiene de hecho consecuencias en el futuro ordenamiento de la sociedad en su conjunto.
  1. Vicios opuestos:
  1. Imprudencia: Es la falta de reflexión o consideración antes de actuar.
  2. Irresolución: Es la dificultad para decidirse y por lo mismo para actuar.

  1. LA JUSTICIA
  1. Definición: La justicia es la constante y perpetua voluntad de dar a cada uno lo que le corresponde. La palabra justicia viene del latín IUS que significa derecho. Ser justos es en este sentido respetar los derechos de los demás o respetar al otro en cuanto sujeto de derechos, es decir, en cuanto persona y no mero objeto, cosa o mercadería. El derecho primario y fundamental, de hecho, es que cada mujer y cada hombre sea tratado como lo que es, es decir, como una persona y no como una cosa o un objeto.
  2. Tipos de justicia:
  1. J. Conmutativa: Es aquella que rige la relación entre los particulares, especialmente el comercio y todo tipo de contratos. Exige una igualdad exacta: “todos por igual”. Todos tenemos que pagar lo mismo por el pan, el agua, la luz, etc.
  2. J. Distributiva: rige el trato del estado o gobierno con respecto a los particulares a la hora de distribuir (el estado) las cargas y los beneficios. Exige una igualdad proporcional dependiente de la condición y méritos de cada persona. Es de este tipo de justicia, por ejemplo, en cuanto a las cargas, el pago de los impuestos. Obviamente no todos pagas los mismos impuestos: un pequeño comerciante pagará evidentemente menos impuestos que una gran empresa minera que utiliza bienes naturales fundamentales. Con respecto a los beneficios se discute dentro de este tipo de justicia, por ejemplo, el tema de la gratuidad de la educación: ¿es justo que la educación sea gratis para todos, para los que pueden costearla fácilmente y para los que no? Estas discusiones tienen que ver con este tipo de justicia.
  3. J. Legal: Consiste en la búsqueda del bien común por parte de los ciudadanos cuando, por ejemplo, cumplen las leyes justas y realizan con perfección su trabajo profesional. Es en el fondo lo que cada uno de nosotros le debe a su sociedad o comunidad: es un claro ejemplo de este tipo de justicia el que un estudiante universitario sea un muy buen estudiante para que luego pueda ser un aporte para los demás.
  1. Vicios opuestos a la justicia:
  1. Se opone a la justicia evidentemente la injusticia que consiste en pasar por encima de los derechos de los demás. Este es un vicio por defecto.
  2. Por exceso puede haber falta de justicia cuando el apego excesivo a una norma puede llevar a pasar por alto la dignidad de las personas. El desalojo de una persona mayor sin consideración alguna. En esos casos concretos la justicia se ve perfeccionada por la equidad que aterriza las normas para que estas no lleguen a ser inhumanas.
  1. LA FORTALEZA
  1. Definición: Es la virtud que asegura en las dificultades la firmeza y la constancia en la búsqueda del bien o de los objetivos y metas; en otras palabras: hacer lo que hay que hacer, cuando hay que hacerlo a pesar de las dificultades Permite dominar nuestra tendencia a hacerle el quite a todo lo que es costoso o supone esfuerzo. En otras palabras, sin esta virtud es muy difícil que la persona haga algo que verdaderamente tenga algún valor. Per aspera ad astra decían los antiguos romanos, por lo áspero a los astros o estrellas. Es decir, a lo que es alto o elevado, a lo que es verdaderamente grande sólo llegamos por el camino del sacrificio y del esfuerzo. Esto puede aplicarse tanto al éxito o prestigio profesional, como a la plena madurez humana y existencial.
  2. Actos propios
  1. Atacar: Es la capacidad de comenzar una empresa costosa; lanzarse, decidirse.
  2. Resistir: Es mantenerse en la empresa comenzada a pesar de las dificultades tanto internas como externas hasta el final, hasta poner, digámoslo así, la última piedra. Es el acto más difícil de la fortaleza: comenzar es de muchos, se suele decir, terminar es de pocos.
  1. Partes o tipos:
  1. Magnanimidad: Es la virtud que nos dispone a realizar grandes cosas en servicio de muchos: literalmente significa: “alma o espíritu grande”. Lo contrario a la magnanimidad es la pusilanimidad o pequeñez de alma: es tener horizontes mezquinos, lo mío, lo mío y lo mío. La pusilanimidad nos impide ver más allá de nosotros mismos, de nuestros propios intereses.
  2. Paciencia: Es la capacidad de soportar sin desanimarse o venirse abajo las contrariedades físicas o morales: una enfermedad, la pobreza, a una persona que no nos cae bien, etc. Se opone a la paciencia, por supuesto, la impaciencia.
  3. Perseverancia o constancia: Nos capacita para mantenernos en la decisión tomada a pesar de las dificultas internas o externas de la acción: estudiar, en sí mismo es difícil, perseverar es estudiar a pesar de ello. Se opone a estas virtudes: por defecto la inconstancia que es renunciar apenas surgen las primeras dificultades; por exceso, ser terco que es la incapacidad de cambiar de decisión por motivos importantes: obstinarse con un negocio que a todas luces no tiene futuro alguno por razones de peso.
  1. Vicios opuestos a la fortaleza en general:
  1. La cobardía: No hacer lo que debemos hacer o desistir del bien por temor al costo y al sufrimiento que trae consigo.
  2. La temeridad: Es exponerse a graves peligros sin ninguna causa justificad. Esta persona no es valiente sino tonta: no es un acto de valentía andar a 180 kilómetros por hora en Avenida Alemania a las 1 de la tarde, sino una tontera. El valiente, vale la pena recordar, no es el que no siente temor, sino el que sintiéndolo es capaz de sobreponerse a él y hacer lo que en conciencia ve que es correcto.
  3. La flojera: que consiste en el permanente incumplimiento de los propios deberes.
  1. LA TEMPLANZA
  1. Definición: La templanza es la virtud que modera la atracción que ejerce sobre nosotros el placer sensible. Es decir, así como hay en nosotros una tendencia arraigada a huir de todo lo que supone esfuerzo y sacrificio, aun cuando ese esfuerzo nos haga crecer como persona (caso del estudio, etc.); también existe una tendencia que nos inclina a todo lo que es placentero. El placer, en sí mismo, por supuesto, no es malo, sin embargo, cuando esclaviza al hombre (como se da por ejemplo en el caso de las adicciones: al alcohol, al juego, a la droga, a la pornografía, etc.) el placer lejos de engrandecer al hombre, lo degrada, lo deshumaniza o despersonaliza.
  2. Tipos: Los tipos principales de templanza son:
  1. Templanza con respecto a la comida o moderación: modera todo lo referente al comer. La persona que posee esta virtud tiene autocontrol, dominio de sí misma y, en este campo, no vive para comer, sino que come para vivir. El vicio que se opone a la abstinencia es la gula que podemos definir como el exceso en el comer. Lo propio de la gula es hacer del placer propio de la comida el fin último y central de la propia existencia, por ejemplo: los romanos en el periodo decadente del imperio, comían hasta no poder más y luego vomitaban para así poder seguir disfrutando de los placeres gastronómicos. Según esta concepción la felicidad humana, en última instancia, residiría en el estómago. Esto no quita, por supuesto, que la persona necesita tener cubierta sus necesidades básicas para poder desarrollarse íntegramente: la hambruna que padecen hoy tantas personas es una situación infrahumana que no permite la plena realización de todas las potencialidades del hombre. Pero tan inhumano como esta indigencia extrema es el vivir teniendo como último sentido la mera satisfacción del propio vientre. También es sumamente grave que una persona no coma lo necesario por un falso ideal estético que reduce a la mujer o al hombre a un conjunto de medidas, como se da en la anorexia y la bulimia.
  2. La sobriedad: modera el uso de las bebidas alcohólicas. El vicio que se opone a esta virtud es la embriaguez o exceso en el tomar. La persona que no posee esta virtud o dominio suele dejarse llevar por el placer que trae consigo el exceso en el alcohol y voluntariamente toma hasta la perdida de la propia consciencia y del dominio de sí (esta pérdida de las propias facultades, evidentemente se puede dar en diversos grados). Es interesante recalcar que lo que precisamente nos distingue en cuanto personas es la conciencia de sí, la inteligencia y la voluntad libre; en la borrachera es precisamente esto lo que se pierde: la persona cuando se embriaga ya no es capaz de pensar en sus acciones o  en las consecuencias de éstas; tampoco tiene pleno dominio de sus facultades y de su voluntad y fácilmente puede realizar actos de los cuales después se arrepiente o que son netamente contrarias a su voluntad y, por tanto, de algún modo, violentos; por último, la persona en estado de ebriedad puede perder completamente la conciencia. La persona de este modo se reduce voluntariamente a sí misma a un “estropajo” o a un “bulto” como se suele decir. Es por esto que el exceso en el uso del trago deshumaniza o degrada a la persona. El alcoholismo es en este sentido una verdadera aplanadora para el intelecto, la voluntad y la verdadera personalidad y carácter de una o de un joven. La principal manera de contrarrestar la potente presencia de este vicio en la actualidad (el emborracharse se ve hoy como algo normal y obvio, a la moda) es llenar el vacío de sentido del mundo contemporáneo. Se recurre al alcohol muchas veces por la carencia de ideales grandes y nobles capaces de movilizar la propia existencia. Un mundo materialista, individualista y hedonista nos vende la borrachera como un pseudo-paraíso que termina las más de las veces en un vacío y un asco no sólo físico, sino también espiritual y personal. Se perdonará la claridad, pero es importante recalcar estas cuestiones que muchas veces se toman, hoy en día, a la ligera y que tanto daño causan a tantas personas (pobreza, violencia intrafamiliar, etc.)
  3. La castidad: La virtud de la castidad permite elevar la tendencia sexual al amor verdadero, es decir, al amor personal. En este sentido la castidad humaniza la sexualidad pues, como afirma un pensador reciente: el gran privilegio del hombre es poder amar, trascendiendo así lo efímero y lo transitorio. Puede amar a las otras criaturas, decir un tú y un yo llenos de sentido. Se quiere de verdad cuando se quiere a la persona (no solo el cuerpo, no solo el sexo, sino a la persona que tiene un nombre, una historia, un corazón -en cuanto núcleo de la propia personalidad, pensamientos, afectos, decisiones); cuando se quiere a la persona en su totalidad corpóreo espiritual, en su temporalidad: pasado, presente, futuro y no cuando se le usa por un momento para pasar el rato como si fuese algo desechable.

La sexualidad tiene una altísima dignidad y grandeza porque es una dimensión esencial de la persona humana: la sexualidad es una forma de concretarse su ser corpóreo en su feminidad o masculinidad. Recordemos que el cuerpo no es algo accesorio a la persona sino parte de su mismísimo ser (por eso decíamos que cuando a alguien lo escupen es a él mismo a quien ofenden, a su persona, no meramente a “mi cuerpo”, para que decir una violación) y por eso -el cuerpo y la sexualidad- participan de toda la nobleza y dignidad propias de la persona humana. Por esto, como es algo de tal categoría, la sexualidad exige un contexto que esté a su altura. Como decíamos en clase ninguna mujer razonable usará un vestido de gala para ir a la feria o al estadio, lo único que lograría sería estropearlo o inutilizarlo. Así como nadie lleva un Audi último modelo a un camino de tierra lleno de calamina para no echarlo a perder. Es decir, las cosas que son realmente valiosas requieren un cuidado, un contexto especial que esté a su altura: el contexto en el que la sexualidad adquiere verdadero sentido y trascendencia alcanzando todo su verdadero y profundo esplendor es el contexto de la entrega exclusiva y temporalmente ilimitada, es decir, el contexto de la entrega integra de la totalidad de la persona y de sus dimensiones: cuerpo, alma y espíritu[2].

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