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La utopía nuestra


Enviado por   •  22 de Enero de 2016  •  Ensayo  •  1.215 Palabras (5 Páginas)  •  312 Visitas

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Lucio J. Adansa Reggiani. Doble Grado Ciencia Política y Derecho.

“La utopía nuestra”.

Existe un cuento infantil titulado “Las islas de las palabras”, de Eric Orsenna, cuya historia trata de cómo las palabras se gastan cuando se usan sin sentido y sin comprenderlas. En dicha historia las palabras como “te quiero” y “gracias” caían presas de una enfermedad agotadora que amenazaba con destruirlas, y con ellas su significado.

En nuestros días, siguiendo la ficción del autor, hay otra palabra (o más bien concepto) que está enfermo. Un concepto tan antiguo como las mismas aspiraciones humanas, pues desde que el hombre se plantea el cambio de su situación, nace este término. El concepto del que estamos hablando es el de utopía.

Cuando digo que la utopía está enferma, lejos de querer actuar como agorero, pretendo esclarecer, o al menos poner de manifiesto una realidad que, considero, es vital en nuestro desarrollo, ya no sólo individual, sino también colectivo. Esta afirmación no se basa, como podría llevarnos a pensar el cuento, en que se usa de forma desenfrenada el término de utopía (aunque tampoco estaría de más el no abusar de ella), sino más bien se fundamenta en una sensación, quizá en un posible pensamiento imperante de nuestra época que tiene como objeto principal el pesimismo. Pero antes de entrar en esta cuestión, considero que es importante concretar, dentro lo posible, a qué aludimos cuando hablamos de utopía.

La utopía, refiriéndonos a la utopía social, no es otra cosa que un modelo de sociedad diferente y alternativo al existente, que tiene como objetivo el cambiar de paradigma. Platón ya usó esta fórmula cuando escribió la Republica, pues en esta obra describe una sociedad ideal, no existente, a la que habría que aspirar. Este modelo se basaba en una separación de la sociedad por clases, siendo la clase filósofa los que la gobernarían. Otro ejemplo, acercándonos más ya a nuestros días, sería el socialismo utópico de Marx y Engels, que después “evolucionó” al socialismo científico o materialismo histórico. También cabe hablar de distopías (utopías en negativo), como la narrada en 1984, de G. Orwell o Un Mundo Feliz de A. Huxley.

Todos ellos, y muchos más, son ejemplos de lo recurrida que ha estado la utopía como herramienta de los distintos pensadores para explicar su visión del mundo y de la realidad, pues la utopía consiste en presentar una alternativa (que consideramos mejor o peor) con la que comparamos la realidad que vivimos, algo que se nos presenta, a priori, de forma muy intuitiva y fácil de comprender.  Aquí es donde, consideramos, reside el éxito de la utopía, pues el hombre, siguiendo a Descartes, existe porque piensa y nunca deja de proyectarse en el futuro, pues tiene conciencia de sí mismo en el tiempo, lo que le lleva a imaginar o a soñar un porvenir mejor.

Dicho esto, cabría preguntarse si en algún momento nuestra concepción de política, entendiendo ésta como la forma de agruparse y organizarse que tiene una sociedad para alcanzar una mayor prosperidad, no fue también una utopía. Personalmente considero que el hecho de organizarse, estando en la misma naturaleza humana, pues el hombre es un ser social, fue en su momento una aspiración que, posteriormente (y aún hoy día seguimos en el proceso), se fue convirtiendo en tangible, y es precisamente, relacionándolo con lo anterior, de este proceso del que pretendo hablar en este ensayo.

En el momento en el que el hombre comprendió que juntos y organizados pueden ser más prósperos, el hombre comenzó con una larga transformación que hoy día aún se cuestiona, pues no se ha encontrado aún, o por lo menos no sin controversia, el Estado perfecto, ni el modo de organización de la sociedad indiscutible. Aún continuamos en ese proceso de encontrar la mejor forma de prosperar en todos los sentidos, confiando, por supuesto, en que la forma, con todos los matices imaginables, es hacerlo en conjunto y no individualmente.

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