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EL HOMBRE Y EL LENGUAJE


Enviado por   •  15 de Julio de 2014  •  1.624 Palabras (7 Páginas)  •  707 Visitas

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La razón es un término verdaderamente inadecuado para abarcar las formas de la vida cultural humana en toda su riqueza y diversidad, pero todas estas formas son formas simbólicas. Por lo tanto, en lugar de definir al hombre como un animal racional lo definiremos como un animal simbólico, porque el hombre es más que razón, es un cúmulo de sentimientos, tradiciones, cultura, etc.

El punto de partida lo representa la determinación conceptual del lenguaje. El lenguaje no constituye un fenómeno simple y uniforme, es algo más que solo palabras, se compone de elementos diferentes. Debemos intentar distinguir las diversas capas geológicas o tipos del lenguaje. La primera y fundamental es, sin duda, el lenguaje emotivo; una gran porción de toda expresión humana corresponde todavía a esta capa. Pero existe una forma de lenguaje que nos muestra un tipo bien diferente; la palabra ya no es una mera interjección, no es una expresión involuntaria del sentimiento, sino parte de una oración que posee una estructura sintáctica y lógica definida.

La diferencia entre el lenguaje preposicional y el lenguaje emotivo representa la verdadera frontera entre el mundo humano y el animal porque transmite sentimientos.

El análisis lógico del lenguaje humano nos conduce siempre a un elemento de importancia primordial que no encuentra paralelo en el mundo animal. La teoría general de la evolución de ningún modo se opone al reconocimiento de este hecho. Pero hay una distancia inmensa desde estos fenómenos a la inteligencia del lenguaje simbólico y humano.

Los símbolos, en el sentido propio de esta palabra, no pueden ser reducidos a meras señales. Señales y símbolos corresponden a dos universos diferentes del discurso: una señal es una parte del mundo físico del ser; un símbolo es una parte del mundo humano del sentido. Las señales son "operadores"; los símbolos son "designadores". Las señales, aun siendo entendidas y utilizadas como tales, poseen, no obstante, una especie de ser físico o sustancial; los símbolos poseen únicamente un valor funcional Si tenemos presente esta distinción podremos abordar uno de los problemas más controvertidos. La cuestión de la inteligencia de los animales ha constituido siempre uno de los mayores rompecabezas de la filosofía antropológica.

Si entendemos por inteligencia la adaptación al medio ambiente o la modificación adaptadora del ambiente tendremos que atribuir al animal una inteligencia relativamente muy desarrollada. También hay que reconocer que no todas las acciones animales se hallan gobernadas por la presencia de un estímulo inmediato. El animal es capaz de toda suerte de rodeos en sus reacciones ya que posee una imaginación y una inteligencia prácticas, mientras que sólo el hombre ha desarrollado una nueva fórmula: inteligencia e imaginación simbólicas (emociones y sentimientos conjuntados con instinto).

En el reino del lenguaje, su función simbólica general es la que vivifica los signos materiales y los "hace hablar"; sin este principio vivificador el mundo humano sería sordo y mudo.

Un símbolo humano genuino no se caracteriza por su uniformidad sino por su variabilidad. No es rígido o inflexible sino móvil. Es verdad que el darse cuenta plena de esta movilidad parece ser, más bien, un logro tardío en el desarrollo intelectual y cultural del hombre; la mentalidad primitiva raramente se percata de esto. El símbolo sigue considerado como una propiedad de la cosa, o igual que otras propiedades físicas.

Sin un sistema complejo de símbolos, el pensamiento relacional no se produciría y mucho menos alcanzaría su pleno desarrollo.

El lenguaje no es un objeto, no es una cosa física para la cual tengamos que buscar una causa natural o sobrenatural; es un proceso, una función general de la psique humana.

La psicopatología del lenguaje ha concluido que su pérdida o alteración grave causada por una lesión cerebral no es jamás un fenómeno aislado; semejante defecto altera todo el carácter de la conducta humana.

Sin el simbolismo la vida del hombre sería, la de los prisioneros en la caverna de Platón. Se encontraría confinada dentro de los límites de sus necesidades biológicas y de sus intereses prácticos; sin acceso al mundo ideal que se le abre, desde lados diferentes, con la religión, el arte, la filosofía y la ciencia.

IV. EL MUNDO HUMANO DEL ESPACIO Y DEL TIEMPO

El espacio y el tiempo constituyen la urdimbre en que se halla trabada toda realidad. No podemos concebir ninguna cosa real más que bajo las condiciones de espacio y tiempo.

La descripción y el análisis del carácter específico que asumen el espacio y el tiempo en la experiencia humana constituyen una de las tareas más atrayentes e importantes de una filosofía antropológica. Tenemos que analizar las formas de la cultura al efecto de descubrir el carácter verdadero del espacio y del tiempo en nuestro mundo humano.

Existen tipos fundamentalmente diferentes de experiencia espacial y temporal; La más baja puede ser descrita como de espacio y tiempo orgánicos. Todo organismo vive en un determinado ambiente y tiene que adaptarse constantemente a las condiciones de este

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