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Educación

elgilder29 de Noviembre de 2012

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El ensayo académico: una experiencia de

aprendizaje de lenguaje escrito.

Autores:

Ochoa H., Eduardo; Zamudio H., Nicolás; Acuña L., Katya A.; Barragán P., Blanca E. y Torres A. Tomas.

1. Introducción

El ensayo es estratégico para revertir la incidencia de las restricciones lingüísticas en la

posibilidad de abordar satisfactoriamente el conocimiento sistematizado, Silvia

Schlemenson postula en este sentido: “expresarse, entender, reflexionar, hablar son

competencias necesarias para ingresar a la complejidad de un mundo de transformación y

cambio”1

Escribir sobre el ensayo, y además, proponerlo como herramienta en la formación del

estudiante, es una tarea titánica, de principio lo podemos asegurar. Sin embargo, es más

importante lo que el ensayo es para la libertad y para las democracias en formación como la

nuestra, si consideramos su papel catalizador en las discusiones que envuelven a la sociedad

en el contexto de la tolerancia progresista. Para su instrumentación en la pedagogía

posracionalista, es necesario el rechazo a cualquier forma de censura a los ensayistas impuesta

bajo la óptica de escribir contenido de neutralidad política, ideológica y emocional.

Neutralidad imposible desde cualquier punto que se quiera para partir en la construcción de

un documento como éste, con la idea de atributos de neutralidad ya señalada. En la

redacción del ensayo algunos dicen que requerimos quedar bien con todos los posibles

lectores, la estrategia clásica para conseguir este fin es la instrumentación mecanicista que

aniquila la consciencia intelectual y degrada la figura del ensayo a información neutra.

Cuanta más dinámica es la discusión de las ideas en el seno de los cuerpos argumentativos

del ensayo, la calidad de su actividad de formación, investigación y divulgación se potencian.

Es verdad que para un lector puede resultar ambiguo si equivocamos palabras, frases y

operadores lógicos en proposiciones, sin embargo, el asunto de fondo debe ser presentado

audazmente por quien lo comunica, de lo contrario, sí es una equivocación el escribir una

numeración de ideas o palabrería irrelevante sin que nos comprometamos a definir una

postura.

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Definir el concepto de ensayo, sus categorías, estructuras, procesos de construcción y

evaluación, no pretendemos que termine con este documento. Nos proponemos aportar un

humilde modelo de ensayo académico que potencie la capacidad de aprender generando

conocimiento racional y emotivo en la experiencia del lenguaje escrito. El lenguaje escrito en

el ensayo es una reflexión profunda que dialoga el yo y se proyecta sobre el universo. Este

conocimiento generado en el ensayo es un modelo mental complejo, que intenta ser verdad

al asegurar concordancia con la realidad. Las referencias teóricas con las que observamos a un

objeto de estudio, moldean nuestra mente, esto debe advertirnos de un dogma que da por

sentado el conocimiento posible entre el observador y el objeto de estudio, de esta manera

nos son dados los límites de referencia del desafío al escribir un ensayo. La confianza en la

razón humana como proceso crítico no la cuestionemos, pero señalamos que una buena

parte de los avances en ciencias se debieron a que alguien imaginó alternativamente una

función intermediaria del conocimiento con la realidad. En buena medida el lenguaje nos

permite perforar la realidad, pero dudar de sus caprichos inerciales semánticos es esencial, el

lenguaje se desconoce en sus mecanismos más finos biológicos y neurales, el cómo tiene lugar

el conocimiento en el lenguaje no garantiza una teoría del conocimiento. Es decir, conocer el

fenómeno del conocimiento nos ayudaría a los problemas que se presentan en la escritura de

un ensayo, además, de provocarnos consciencia de ellos, sin embargo, no nos dice que es

conocimiento. El problema es mayor si consideramos que el conocimiento es más que

gramática, semántica y pragmática de los lenguajes que lo hacen posible.

El ensayo como imagen temporal del espíritu humano, es un testimonio narrativo de nuestra

capacidad de reinventar nuestro yo como un estado de conocimiento. Cabría pensar que la

misión del lenguaje escrito es transformarnos para que alcancemos la más alta capa de

necesidades que Maslow concibió para la dignidad Humana. La lógica y la experiencia, ó

razón y sabiduría, se entremezclan al momento de escribir un ensayo. El conocimiento como

producto de la relación del escritor y su objeto de estudio, es la experiencia; en el sentido

que el escritor es quien determina al objeto de estudio. El conocimiento como producto de

evaluaciones de la arquitectura íntima de las ideas y sus relaciones mutuas, es la lógica; razón

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de la concordancia del pensamiento consigo mismo, no su concordancia con el objeto de

estudio. Esta última fuente de conocimiento se le conoce como racionalismo y procede de la

matemática, que implícitamente o explícitamente están presentes en la coherencia de los

argumentos que integran al ensayo. Podríamos hablar de nivel de sintaxis o de la consistencia

lógica de las ideas organizadas en frases, pero la lógica no remplaza al objeto de estudio, sólo

fortalece su interpretación y explicación.

La experiencia es una forma de autoorganización del yo en su mundo histórico, no de

manera rigurosamente lineal las vivencias se ordenan en este mundo. Las necesidades

gobiernan para que algunas experiencias estén presentes y otras sean olvidadas en los

confines de la memoria de un humano, sin embargo, las necesidades de racionalizar el

mundo nunca estarán solas, el vehículo motivador de la perseverancia humana por

racionalizar la realidad es una emoción. También nuestra pereza intelectual a racionalizar

tópicos de la realidad, nos pone en alerta de que emociones destructivas están antepuestas a

la razón en estos casos.

La mente como estado narrativo del yo, supone una topología dinámica que estimulada en el

acervo leído provoca a un escritor de ensayo al momento de regresar a releer lo escrito -una

vez concluida su primera versión del documento-, reflexionamos sobre lo aprendido e

identificábamos errores sobre posturas iníciales. Estamos hablando de autoevaluación frente

a referentes leídos de interlocutores del objeto de estudio en cuestión.

Las erratas al escribir no son una debilidad en la formación lingüística del humano, es un

indicador de que somos humanos, no olvidemos cuantas veces hemos leído un párrafo y no

identificamos erratas, quizás es por que ignoramos que el cerebro humano solo enfoca una

necesidad a la vez2,3,4:

1) Necesidad racionalista: el primer plano de la consciencia tiene en la memoria

operativa las ideas en construcción y en segundo plano, mantiene enmascaradas

inadvertidas las palabras que usa para representar la imagen mental.

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2) Necesidad comunicativa: el primer plano de la consciencia tiene los aspectos

gramaticales, terminológicos y de estilo; mientras se mantiene enmascarada cuasi

inadvertida la idea mental que se intenta comunicar.

Nosotros en innumerables veces hemos recurrimos a grupos de revisión –compañeros de

trabajo, colegas disciplinares, amigos o en menor medida a grupos editores de revisión- para

resolver la necesidad comunicativa. La razón es que criterios tales como el público al que se

dirige; el medio en el que se pública y demás factores de la industria o la academia literaria

influyen sobre los criterios documentales del ensayo. Nuestra consciencia no es fácil

enfocarla en esta segunda necesidad, dado que generalmente el cerebro del escritor favorece

más atención en la complejidad semántica de la precisión de las ideas que intenta expresar

con lenguaje escrito5; dejando lateralmente procesos automáticos gramaticales. Y súmese más

complejidad para resolver la segunda necesidad si por ejemplo leemos en Inglés y escribimos

en español.

Hasta aquí, esperamos no haberlo estresado sobre el desafío de la lengua escrita que implica

un ensayo. Pero si esperamos haberlo advertido que este desafío es un gran esfuerzo, mucho

más que cualquier tarea escolar de transcribir o parafraseo de textos que es común en las

aulas de enseñanza.

En el sentido de la filosofía de Hessen que lo conduce a una teoría del conocimiento,

estamos de acuerdo en que la esencia del ensayo no consiste en acumular ideas, y el

pensamiento en él no es para ser capaz de comprender simplemente, sino para que el espíritu

del hombre encuentre formas semánticas de su actividad y de su emotividad en el sentido

esencial de todo ser y obrar; el pensamiento le apoya a ser tolerante y poner la vida en el

orden superior de la exigencia natural y social. Es decir, vivir más intensamente la dignidad

de este orden, en la medida en que la experiencia nos hace dueños de la cultura.6

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2. Definición

En las tramas de los interlocutores profesor y estudiante, es común que el término ensayo se

haga

...

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