FUNDAMENTACION DE LA METAFISICA DE LAS COSTUMBRES Y CRÍTICA DE LA RAZÓN PRÁCTICA
Enviado por Kido17taco • 19 de Marzo de 2015 • 2.698 Palabras (11 Páginas) • 217 Visitas
FUNDAMENTACION DE LA METAFISICA DE LAS COSTUMBRES Y CRÍTICA DE LA RAZÓN PRÁCTICA.
IMMANUEL KANT
En el siguiente texto se pretende exponer los principales temas de los que hablo Kant en estas dos obras no se pretende dar un punto de vista si no destacar lo que este autor propone.
En la fundamentación metafísica:
Kant le parece de urgente necesidad exponer, antes de la antropología práctica, la metafísica de las costumbres, esto es, lo que la razón pura por sí sola puede construir, viendo de qué fuentes toma esa enseñanza a priori: la filosofía moral pura, limpia de todo cuanto pueda ser empírico. Que tenga que haber una filosofía moral pura le parece a Kant evidente puesto que podemos hablar de una idea común del deber y de las leyes morales; es decir, que para que una ley tenga validez moral, consideramos que conlleva una obligación absoluta, y el fundamento de tal obligación no puede buscarse en la naturaleza del ser humano o en sus circunstancias fácticas, sino a priori en conceptos de la razón pura; un precepto fundado en principios de la mera experiencia puede constituir una regla práctica, pero no una ley moral.
Kant entiende que las acciones morales son aquellas que se realizan por deber, y no meramente conforme al deber, pues en este último caso la guía de la conducta no sería una ley moral sino tal vez de otro tipo, con un interés más o menos particular, que en unos casos podría coincidir con la ley moral y en otros no, por lo que no sería propiamente una guía moral. Según Kant, una conducta por deber tiene su valor moral, no en el propósito que mediante ella se quiere alcanzar, sino en la máxima por la que se decide, su valor moral depende del principio adoptado para guiar la acción. Así pues, ni los fines o los propósitos, ni los efectos de las acciones proporcionan valor moral absoluto, lo que sólo sería garantizado por el principio de la voluntad buena. Por tanto, “el deber es la necesidad de una acción por respeto a la ley”. Cuando consideramos otra cosa que el respeto a la ley, por ejemplo el efecto de una acción, actuamos por inclinación, pero esto es algo diferente de lo que Kant anda buscando, no es una obligación de carácter moral. De manera que una acción realizada por deber tiene que ser determinada por el respeto puro a la ley, aun con perjuicio de las inclinaciones.
El deber refiere a que la 'buena voluntad', bajo ciertas limitaciones, no puede manifestarse por sí sola.
El hombre, no es un ente puramente racional, sino que también es sensible. Kant observará que las acciones del hombre en parte están determinadas por la razón pero existen también 'inclinaciones' como el amor, el odio, la simpatía, el orgullo, la avaricia, el placer... que también ejercen su influencia. El hombre reúne en su juego la racionalidad y las inclinaciones, la ley moral y la imperfección subjetiva de la voluntad humana. Entonces, la buena voluntad, se manifiesta en cierta tensión o lucha con estas inclinaciones, como una fuerza que parece oponerse. En la medida que el conflicto se hace presente, la buena voluntad se llama deber.
Si una voluntad puramente racional sin influencia alguna de las inclinaciones fuese posible, sería para Kant, una voluntad santa (perfectamente buena). De esta forma, realizaría la ley moral de modo espontáneo, esto es, sin que conforme una obligación. Para una voluntad santa, el 'deber', carecería entonces de sentido en tanto que el 'querer' coincide naturalmente con el 'deber'. Pero en el hombre, ley moral, suele estar en conflicto con sus deseos.
Se distinguen así tres tipos de actos:
Actos contrarios al deber: En el ejemplo de la persona que se está ahogando en el río. Supongamos que disponiendo de todos los medios necesarios para salvarlo, decido no hacerlo, porque le debo dinero a esa persona y su muerte me librará de la deuda. He obrado por inclinación, esto es, no siguiendo mi deber sino mi deseo de no saldar mi deuda y atesorar el dinero.
Actos de acuerdo al deber y por inclinación mediata: El que se ahora en el río es mi deudor, si muere, no podré recuperar el dinero prestado. Lo salvo. En este caso, el deber coincide con la inclinación. En este caso se trata de una inclinación mediata porque el hombre que salva es un medio a través del cual conseguiré un fin (recuperar el dinero prestado). Desde un punto de vista ético, es un acto neutro (ni bueno ni malo).
Actos de acuerdo al deber y por inclinación inmediata: Quien se está ahogando es alguien a quien amo y por lo tanto, trato de salvarlo. También el deber coincide con la inclinación. Pero en este caso, es una inclinación inmediata porque la persona salvada no es un medio sino un fin en sí misma (la amo). Pero para Kant, este es también un acto moralmente neutro.
Actos cumplidos por deber: El que ahora se ahoga es un ser que me es indiferente... no es deudor ni acreedor, no lo amo, simplemente, un desconocido. O pero aún, es un enemigo, alguien que aborrezco y mi inclinación es desear su muerte. Pero mi deber es salvarlo y lo hago, contrariando mi inclinación. Este es el único caso en que Kant considera que se trata de un acto moralmente bueno, actos en los que se procede conforme al deber y no se sigue inclinación alguna.
Ni en el mundo, ni, en general, tampoco fuera del mundo, es posible pensar nada que pueda considerarse como bueno sin restricción, a no ser tan sólo de una buena voluntad
La actitud de Kant frente a la problemática metafísica es por cierto, algo ambigua en tanto afirma por un lado que no conocemos ni podemos conocer el absoluto (el conocimiento humano se basa en la experiencia) pero, al mismo tiempo, considera al hombre un ente dotado de razón, facultad de lo incondicionado, de manera tal que la metafísica es considerada una necesidad natural en el hombre. El hombre no puede ser indiferente a la problemática metafísica, tal es la razón por la cual siempre tomamos alguna posición al respecto.
Kant busca resolver esta aparente contradicción, la razón en tanto determina la acción del hombre.
Si bien no podemos alcanzar el absoluto, sí tenemos cierto acceso a algo que se le acerca. Este contacto de aproximación se da en la conciencia moral, o la conciencia del bien y del mal, lo justo y lo injusto, lo que debemos hacer y lo que no debemos hacer. La conciencia moral, es para Kant, la presencia de lo absoluto o al menos, parte del absoluto en el hombre.
La conciencia moral manda de modo absoluto, ordena de modo incondicionado, nos dice: "me conviene ser amable con él porque así evitaré problemas", este sería un criterio de conveniencia. La conciencia moral dirá: "debo ser amable con él porque es mí deber tratar bien a la gente" y no importa si
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