Filosofia
Enviado por franbelg • 8 de Septiembre de 2013 • 1.647 Palabras (7 Páginas) • 243 Visitas
Filosofía ¿para qué?" de Ignacio Ellacuría
Para responder a la pregunta acerca de la necesidad de la filosofía, Ignacio Ellacuría acude a una figura que siempre le fue grata: la del filósofo Sócrates. De él destaca su vinculación a la realidad social y su preocupación por el hombre. Ambas cosas, reflexión sobre el hombre y reflexión sobre la sociedad, están vinculadas, pues no se entiende lo uno sin lo otro. Para conocer qué es verdad hay que acudir a cómo conocemos lo que es verdad, de manera que la tradición socrática plantea una suerte de giro antropológico que pone la preocupación por el sujeto que conoce, el hombre, en el centro. Pero lejos de mistificaciones e idealismos, en el hombre, como bien sabía Zubiri, se halla presente lo social de manera activa, limitando y posibilitando a la vez la elección de opciones. Podemos en este sentido retornar al post anterior para resaltar que en la filosofía de Ellacuría y de Zubiri lo social forma parte inextricable de lo personal, aunque sean niveles distintos. No podemos, por tanto, entender al hombre sin comprender el grado en que éste es, dentro de su singularidad biográfica y elecciones, hijo de su sociedad. Pero hemos de resaltar en este momento que tanto Bourdieu, a su manera, como Ellacuría, no agotan la explicación o descripción del hombre en la descripción de la sociedad que lo condiciona, como hace el historicismo. Hay una posibilidad de pensamiento exterior, en el caso de Ellacuría, capaz de evadirse hasta cierto punto y no sin peligros, del todo que es analizado. En el caso de Bourdieu esto será abordado de otro modo, en la medida en que lo social constituyente de la verdad no exime a esta de su universalidad, pero lo explicaremos en un próximo post. Ellacuría en su artículo apunta a una solución parcial al dilema entre el determinismo social y la libertad o la posibilidad del análisis objetivo (filosófico o científico).
Una cuestión que se plantea a menudo es la de distinguir ciencia de filosofía. El parecido estriba en que ambas plantean un ir más allá, en sus explicaciones, de las apariencias. Para la ciencia se trata de llegar a grandes certezas que puedan constituir leyes que expliquen y predigan regularidades en el mundo. La clave de la necesidad de la filosofía como saber estriba en que “lo que sucede es que el científico, aun en lo que ya conoce, deja todavía una serie de preguntas, que no es capaz de responder” (p. 121). Por su afán de certeza el científico puede descartar de lo real algo que es real. Pero por otro lado, el filósofo ostenta un evidente riesgo de incurrir en vaguedades y especulaciones impropias. A pesar de este peligro, Ellacuría insiste en la necesidad de filosofar.
Está como motivo para filosofar, por un lado, el problema del saber en sí y la elaboración de un metadiscurso que el propio científico realiza a menudo sobre la ciencia. Se intenta un saber del saber. En esto, no obstante, el filósofo llega más lejos, en su afán de hallar un por qué fuera de la cadena causal de los porqués. “Y este último total porqué no es para él la ley que enuncia la conexión de un antecedente con su consecuente, sino la estructura misma de la realidad, entendida en su unidad total y última” (p. 122). Es decir, el filósofo aborda lo real en sí, como un todo, y con pretensión de exterioridad, de situarse fuera. Esto se aborda en la parte de lo real capaz también de conocer la realidad, es decir, el hombre. Pero, insisto, lejos de mistificaciones del tipo de sujeto a là Sartre o del Dasein heideggeriano, lo que Ellacuría denomina “hombre” está inmerso en una realidad con distintos niveles. Por eso, puntualiza: “Pero habría que añadir qué es el hombre en la realidad, porque sólo así podríamos captar lo que es realmente el hombre, lo que es el hombre en realidad. Es aquí donde aparece la historia como el lugar de plenificación y de revelación de la realidad: el hombre socialmente considerado y haciendo historia es el lugar de la manifestación de la realidad” (p. 123).
A la pregunta por el por qué el filósofo añade la pregunta por el para qué, o sea, por el sentido. Pero el sentido de la realidad lo es siempre para el hombre, por lo que hay que preguntarse por el sentido de la vida humana, por el lugar hacia el que dirigirse para que dicha vida tenga sentido: “¿Se está llevando la propia vida personal con sentido, se está llevando la vida social e histórica, la vida política, con sentido?” (p. 123). Así pues, la filosofía es “un ingente esfuerzo de la humanidad por aclararse a sí misma qué es saber, qué es realidad y cuál es el sentido de la vida humana. Es un esfuerzo estrictamente racional, un esfuerzo sin el cual a la postre le faltaría a la humanidad racionalidad y criticidad” (pp. 123-124).
Como Bourdieu, Ellacuría ve en la comprensión de los propios condicionamientos una saludable propedéutica para liberarse de esos mismos condicionamientos
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