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Filosofia


Enviado por   •  13 de Noviembre de 2013  •  2.856 Palabras (12 Páginas)  •  223 Visitas

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I. CONTEXTO HISTÓRICO EN EL SIGLO XIX

1.1. REVOLUCIÓN INDUSTRIAL

El siglo XIX va a ser testigo de una de las transformaciones económicas más importantes en la historia de la civilización europea. Dicha transformación se ha denominado "Revolución Industrial".

Primeramente en Inglaterra y más tarde en otros países del continente se pasa de unas estructuras económicas, basadas principalmente en la agricultura y el comercio, a otras en las que la industria manufacturera ocupa un lugar predominante. El maquinismo sustituye al sistema de producción artesanal; la fábrica al taller artesano.

Fue un proceso prolongado en el tiempo. Se inicia en la segunda mitad del S.XVIII y recorre un largo camino en su primera etapa hasta mediados del S.XIX, cuando ya ha superado la fase inicial textil y se ha extendido con gran fuerza al campo siderometalúrgico y al de los transportes; cuando en determinados países es un fenómeno irreversible.

En las múltiples y complejas causas, que impulsaron la revolución industrial, se puede señalar como más importantes:

• Transformación agrícola

La transformación experimentada por la agricultura afectó no sólo a la introducción de nuevos cultivos y a la aplicación de nuevos métodos y nuevas técnicas en el laboreo de los campos, sino también al régimen de propiedad y uso de la tierra. Paulatinamente fue desapareciendo el sistema feudal en las estructuras agrarias. El sistema de propiedad agraria vigente, con su serie de vinculaciones, de servidumbres, de derechos feudales, de barreras y limitaciones a su explotación y venta entraba en crisis definitiva. Era sustituido por un régimen territorial, en el que predominaba el individualismo agrario y la creciente privatización del uso y disfrute de las tierras. Frente al sistema de campos abiertos se impone el cercado de las fincas; frente a la dispersión de las tierras, la concentración de la propiedad; frente a los sistemas primitivos y rutinarios de laboreo y producción, la introducción de nuevas técnicas, y nuevos métodos de explotación; frente al cultivo de simple subsistencia al gran cultivo de mercado. Indudablemente la transformación en la agricultura supone el núcleo del tránsito de la sociedad agraria en sociedades industriales.

• Los recursos financieros

La acumulación de capitales en manos de los propietarios, por la mayor productividad y rentabilidad de las tierras, unidos a los procedentes de las actividades comerciales, especialmente coloniales, permitió la financiación del desarrollo industrial. La financiación fue facilitada gracias al desarrollo del capital móvil y a su nueva organización. La banca acentúa su predominio en el S.XIX convirtiéndose en instituto de crédito. Por otro lado, aparecen las sociedades por acciones que canalizan el pequeño ahorro hacia la industria y favorecen la estabilidad de las empresas que ya no dependen de un solo hombre.

• Las innovaciones técnicas y los recursos energéticos.

Aparecen dos nuevos instrumentos de trabajo: la máquina y el vapor como fuerza motriz. De la lanzadera volante de John Kay (1733) a la máquina de vapor de James Watt, a su primera aplicación a la navegación (1807) y a los trasportes terrestres (1820) van sucediéndose mejoras técnicas en estos nuevos inventos que harán del siglo XIX el siglo de la industrialización de Europa y, a su vez, el siglo del crecimiento demográfico.

1.2. TRANSFORMACIONES POLÍTICAS

Estamos ante un siglo verdaderamente agitado: “el siglo de las revoluciones”. Comienza con dos hechos que sacuden el continente: la Revolución Francesa y las conquistas napoleónicas. El Congreso de Viena (1815) supuso, el principio de la Restauración (bajo la vigilancia de la Santa Alianza) y la reconstitución del mapa de Europa. Pero las cosas no vuelven a ser como antes: el Antiguo Régimen no se restaura realmente (los monarcas se ven obligados a hacer concesiones liberales), y las fronteras de Europa no vuelven a ser como antes de Napoleón. Comienzan una serie de revoluciones (1830, 1848, 1871) que se inician en Francia y se extienden por toda Europa. Los impulsos revolucionarios proceden del liberalismo, los movimientos democráticos, el socialismo y el anarquismo. Los intentos de contención estarán representados por el tradicionalismo, la Iglesia católica y la propia burguesía conservadora. Al mismo tiempo, otro movimiento recorre el continente: el nacionalismo que hacia fin de siglo deriva en imperialismo colonialista.

El siglo XIX supuso el final del absolutismo y muchos Estados europeos lograron constituciones democráticas. El mapa europeo cambió. Alemania se convirtió en una poderosa nación frente a Austria y Francia, y Gran Bretaña se dedicó a su política expansionista a través de las colonias. España, en la guerra con Estados Unidos perdió sus últimas colonias (Cuba y Filipinas) y quedó sumida en una crisis de identidad nacional.

II. CONTEXTO FILOSÓFICO EN EL SIGLO XIX

A partir del primer tercio del S.XIX, como reacción contra la filosofía especulativa del racionalismo e idealismo, cuya culminación es Hegel, y muy en consonancia con el espíritu de la época, espíritu de revoluciones económica, social, política y cultural, fruto de la Revolución Industrial, aparecen una serie de filosofías dispuestas a desmantelar toda metafísica tomando como base los hechos, la ciencia y el progreso social.

2.1. CORRIENTES FILOSÓFICAS DEL SIGLO XIX

2.1.1. LIBERALISMO

El liberalismo es un sistema filosófico, económico y político que promueve las libertades civiles y se opone a cualquier forma de despotismo, apelando a los principios republicanos. Constituye la corriente en la que se fundamentan tanto el Estado de derecho, como la democracia representativa y la división de poderes.

Aboga principalmente por:

- El desarrollo de las libertades individuales y, a partir de éstas, el progreso de la sociedad.

- El establecimiento de un Estado de derecho, donde todas las personas sean iguales ante la ley, sin privilegios ni distinciones, en acatamiento de un mismo marco mínimo de leyes que resguarden las libertades y el bienestar de las personas.

El liberalismo surgió de la lucha contra el absolutismo, inspirando en parte en la organización de un Estado de derecho con poderes limitados —que idealmente tendría que reducir las funciones del gobierno a seguridad, justicia y obras públicas— y sometido a una constitución, lo que permitió el surgimiento de la democracia liberal durante el siglo XVIII, todavía vigente hoy en muchas naciones actuales, especialmente en las de Occidente. Al promover la libertad económica, el liberalismo despojó de las regulaciones económicas del absolutismo a las sociedades

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